Rodeada por fotografías, documentos y pertenencias antiguas, Edwina Leslie Bain forma parte de la quinta generación de la familia del general Juan Crisóstomo Bonilla Pérez, destacado profesor, general y servidor público. En entrevista con MILENIO Puebla, narró que su abuela fue educada por Juan Crisóstomo Bonilla (hijo) y le relató que el dos veces Benemérito del estado tenía un carácter fuerte, sin embargo, es recordado como una persona amable y protectora.
Leslie Bain contó que su ancestro nació en una humilde vivienda el 27 de enero de 1835, en el poblado de Tetela del Oro, hoy llamado Tetela de Ocampo. Su pasión por la educación lo llevó a estudiar a escondidas de su padre Isidro Bonilla, por lo que a los 14 años fue nombrado director de la escuela de niños del barrio de La Cañada en Tetela; sin embargo, esto sería un precedente para una gran labor a favor de la educación, pues una de sus más grandes aportaciones para Puebla fue la fundación del Benemérito Instituto Normal del Estado (BINE).
Asimismo, explicó que años más tarde Juan Crisóstomo hizo amistad con Juan Nepomuceno Méndez, con quien peleó en la batalla del 5 de mayo de 1862. Al caer herido Méndez, Bonilla tomó el liderato del Sexto Batallón de la Guardia Nacional en Puebla.
Al servicio de la nación
Leslie reveló que uno de los recuerdos familiares es que “al final de la batalla del 5 de mayo, el general Crisóstomo se encontraba agotado y tenía algunas heridas; sin embargo, al escuchar las trompetas que anunciaban que el ejército francés había perdido la pelea, mi ancestro empezó a llorar”. En este contexto compartió que la frase que más se recuerda del general es: “Por mi patria, hasta el último suspiro”.
“Para Juan Crisóstomo lo más importante, su principal madre, era su patria y los valores que nos introdujo a nosotros, los cuales nos han inculcado de generación en generación”, dijo.
Edwina señaló que en 1865, Juan Crisóstomo, uno de los Tres Juanes de la Sierra Norte, junto con Juan Nepomuceno Méndez y Juan Francisco Lucas, encabezaron la resistencia contra los franceses y la legión austro-húngara bajo el mando del conde Franz von Thun und Hohenstein. En octubre de ese año, derrotaron a 800 soldados austriacos en la comunidad de Zontecomapan, perteneciente a Tetela.
Por otra parte, destacó que Crisóstomo Bonilla también participó en la toma de la ciudad de Puebla el 2 de abril de 1867 bajo las órdenes del general Porfirio Díaz. En esta batalla, Juan Crisóstomo resultó herido al caer de su caballo. Las lesiones de este hecho provocarían su muerte años más tarde.
“Había tres columnas de ataque falso y unas de ataque verdadero. Juan Crisóstomo iba al frente de la séptima columna y es el primero que toma la plaza del Centro Histórico de la capital poblana”, compartió.
La descendiente aseguró que “como poblanos debemos destacar la importancia de estas batallas, porque el recordar todo lo que colocó a nuestro país como una joya es lo que nos marca identidad”.
El 30 de enero de 1884 Juan Crisóstomo Bonilla murió a causa de una afección renal, en el Estado de Veracruz. Ocupó diversos cargos, entre ellos, comandante militar de Zacatlán, jefe político de su natal Tetela, presidente municipal de Tetela, gobernador del Distrito Federal y más tarde gobernador de Puebla.
“El libro, la mejor arma”
Por su parte, Danna Rubí Desgarennes, nieta en cuarta generación, compartió que el general Crisóstomo se casó con Rosario López Carmona y tuvo nueve hijos: cinco hombres y cuatro mujeres, de los cuales ocho llegaron a la edad adulta.
Compartió que sus bisabuelos siempre se esforzaron por alcanzar sus objetivos bajo sus propios méritos, enseñanza que su padre heredó. Agregó que dos de las hijas del general fueron las primeras egresadas del BINE y a su vez ellas fundaron la Escuela Nocturna para Obreras, gracias al gusto por la enseñanza heredado de su padre.
“Cuando él no estaba en combate, seguía con su actividad docente porque él pensaba que las armas más poderosas que tenía para defender a su patria eran los libros”, refirió.
Las descendientes del general Juan Crisóstomo Bonilla comentaron que entre los objetos que aún conservan se encuentran unos botones y unas monedas que formaron parte de su último sueldo. La familia también tiene el último bastón que utilizó, el cual fue herencia para el hijo que llevaba su mismo nombre.
Por último, Danna Rubí destacó que las nuevas generaciones deben conocer más acerca de la historia y no abandonar “lo que nuestros ancestros hicieron con tanto esfuerzo”.
AFM