Beatriz Pérez Pereda obtuvo con su libro “Persona no humana” el Premio de Poesía Carmen Alardín 2022, convocado por Conarte.
El tema de la primera orangutana en ser declarada persona no humana, al que se suman otros como la explotación animal, son parte de este libro que fusiona la poesía y el Derecho, con documentos legales, informes y una investigación profunda que alienta a una lectura distinta.
La autora nacida en Tabasco nos platica de esta obra que presentará el próximo 16 de marzo a las 12:00 en la UANLeer, el primer gran evento de libros del año.
¿De dónde nace “Persona no humana”?
Antes de estudiar literatura, yo estudié la licenciatura en Derecho, soy abogada además de poeta. Mi verdadera vocación es ser escritora, ser poeta, pero a lo largo de la vida me he dado cuenta que otros conocimientos, otros saberes, me han servido muchísimo para desarrollar mi obra poética.
“Persona no humana” surge de ahí, de la unión de la poesía y el Derecho. El libro se centra en Sandra, la primera orangutana que fue declarada persona no humana, un concepto más o menos reciente del Derecho. Cuando leí el reportaje sobre el juicio de Sandra para restituirle sus derechos, su libertad, no tuve dudas que tenía que escribir sobre ella.
¿Cómo trabajaste a Sandra para llevarla a este contexto poético?
Al inicio fue complejo, quería contar la historia de Sandra, pero que el libro no quedara como un manual de ciencias jurídicas o algo así. Quería que fuera un libro de poemas, pero también de ideas.
Deseaba que la historia de Sandra me sirviera para hablar de otras cosas, como los derechos de las mujeres, la agenda ambiental, el especismo; por eso, para escribir este libro leí poesía, pero sobre todo leí libros de otros temas, géneros y formatos.
Evidentemente leí muchas tesis sobre derechos de los animales, pero también muchos ensayos sobre la vida animal, biología, y libros como el de Ida Vitale, “De plantas y animales”, que para mí está escrito en ese género híbrido entre el ensayo y la poesía. Todo eso me sirvió para situar a Sandra en un contexto poético.
También tengo que decir que mi intención al escribir este libro era arriesgarme, hacer un libro diferente a los que había escrito, así que fue un poco soltar lo conocido, lo probado, e intentar otras formas de decir, por eso el libro tiene poemas que son esquemas, uno que está entre el ensayo y un documento jurídico.
En el acta del dictamen, el jurado mencionó que mi libro tenía varios registros tonales y de género, y me alegró tanto leer eso porque fue una de las cosas que quería lograr y, ya sabemos, uno no siempre logra lo que se propone al escribir.
¿Temiste en algún momento que la investigación rebasara a la poesía y viceversa?
La primera vez que supe de Sandra fue gracias a un reportaje de Enric González con fotografías de Mariana Eliano titulado “Sandra, la orangutana que se convirtió en persona”. De inmediato supe que ese era el tema que andaba buscando desde hace mucho tiempo para escribir un libro, donde uniera a la abogada y a la poeta que habitan en mí.
A partir de ahí realicé una investigación en línea, en bibliotecas especializadas, en sitios del gobierno argentino (allá fue donde ocurrió el juicio), para dar con la sentencia, notas de diarios, tesis sobre el tema, etcétera, libros que otros autores han escrito sobre animales.
En fin, fue un proceso y claro que temí no poder fijar un límite a la investigación y comenzar a escribir los poemas, no elegir los temas, los momentos importantes en la vida de Sandra, que el libro se me “secara”, que no fuera capaz de reflejar en el papel lo maravillosa que a mí me parece Sandra y su historia llena de poesía.
Yo llevo muchos años escribiendo poemas, así que llega el momento de enfrentarse con el hecho de que hay que intentar otros temas, otras formas, con “Persona no humana” justo eso fue lo que me ocurrió.
¿Qué te dejó el tema de Sandra y en sí el del maltrato animal?
Tengo 40 años, pero hasta hace como seis años tuve mascotas por primera vez en mi vida, y mi vida cambió radicalmente a partir de eso. En mi casa actualmente hay tres perros y un gato, y definitivamente si pudiera tendría más animales.
Por esa experiencia de vida me di cuenta que los humanos, el homo sapiens es una especie muy cruel y egoísta con otras especies animales que habitan el planeta, eso y que nuestras formas de organización, de producción, el capitalismo pues, es totalmente depredador con todas las formas de vida, incluida la nuestra.
Y aunque es algo que de alguna manera ya sabemos, a mí, el vivir cerca de animales, me puso en una perspectiva diferente, en ver y aceptar el sufrimiento de otras especies, mirar de diferente manera el mundo en que habitamos y a nuestros compañeros de viaje; todos estamos en este mismo planeta, pero no todos tenemos los mismos derechos, incluidos también los humanos.
Sandra y escribir “Persona no humana” me ha hecho no ser indiferente a temas que parece que no nos incumben, pero que son trascendentales para la permanencia de la vida, para el legado de nuestro momento histórico.
Considero que la lucha por la vida y los derechos de los animales está en un momento importante, en un momento de cambio, quizá sea porque estamos al borde del precipicio con las consecuencias del cambio climático golpeándonos en la cara, pero hay más personas interesadas en el tema, en unirse de alguna manera y desde sus trincheras; una de mis trincheras es la poesía.
¿Cómo te has sentido a meses de obtener el premio Carmen Alardín?
El Carmen Alardín era un premio muy deseado por mí, cuando vi que publicaron los resultados fue un momento muy emocionante para mí, es un cliché, pero en verdad no podía creerlo. El Carmen Alardín se ha distinguido por premiar poéticas diversas, arriesgadas, entonces yo creí, así lo creí al mandar mi manuscrito al concurso, que era el premio ideal para mi “Persona no humana”, y al parecer no me equivoqué.
Aún siento un poco irreal todo esto, y creo que se va a materializar ahora en marzo, que me presente en la UANLeer y pueda tener el libro en mis manos, y por primera vez leer esos poemas en voz alta y frente a un público. Va a ser uno de los momentos más felices de mi vida.