El Teatro Isauro Martínez de Torreón recibió a la Camerata de Coahuila para presentar el tercer concierto de la Temporada Primavera-Verano 2020, con la participación de la solista Shari Mason con el violín, en una velada en la que los asistentes disfrutaron el Concierto para Violín y de la Sinfonía No. 4 de Ludwing Van Beethoven.
La fila para ingresar al hermoso recinto no se hizo esperar, ya que nadie se quería perder el evento que contó con las melodías de los compositores más reconocidos del mundo en la historia de la música.
El director de la orquesta, Ramón Shade, movió la batuta en punto de las 8:40 de la noche para principiar con las melodías de Concierto para Violín en Re Mayor, en la que fue el único concierto para violín que inventó Beethoven allá por 1806.
La presencia de la solista Mason sacó los primeros aplausos de la noche, misma que lució un vestido largo y brilloso, el cual contaba con flores color doradas que la hacían relucir, tal como ella lo hizo relucir las notas de su violín en un tema que dejó espacios para deleitar a solas el talento salido de las manos de la joven egresada de la Escuela Nacional de Música de la UNAM.
Los oboes y las flautas iniciaron las melodías y luego las cuerdas se unieron al son de violines y repentinas entradas de toda la orquesta a la vez.
Cuando la orquesta callaba por momentos, Shari Mason ofrecía toda una cátedra como solista, con esa manera tan ágil de mover el arco y su mano izquierda sobre las cuerdas del violín, donde su dedo meñique era movido rápidamente tal cual o marcaban las partituras en movimiento Allegro que pasaba a un Larguetho y un intermitente Rondo.
Un aplauso más que duradero se hizo presente, lleno de reconocimiento por parte del público que arribó el Isauro Martínez y de la misma Camerata hacia la solista invitada, misma que agradecía y la hicieron regresar al escenario en varias ocasiones pues las palmas no cesaban.
Ya para la segunda parte del tercer concierto de la temporada, la Sinfonía No. 4 de Beethoven sonó y presentó melodías creadas por el alemán en 1807, en un tema que pasa del suspenso al inicio a un cierre con fuerza rítmica que contrasta.
En esta Cuarta Sinfonía, Beethoven pasó de la tempestad de emociones de la “Eroica”, a una expresividad más clásica y reservada R. Schumann la llamó “una esbelta doncella griega, en medio de dos gigantes nórdicos”.