Entre sus proyectos se encuentran escuelas, residencias, oficinas, hoteles o el edificio que fue en cierto momento la construcción más alta en México (Torre Reforma). Además, Benjamín Romano fue nombrado recientemente Académico Emérito de la Academia Nacional de Arquitectura, el mayor grado que otorga la institución a título vitalicio a los arquitectos mexicanos con trayectoria de más de 25 años.
El arquitecto también es el actual responsable de la T2 del Aeropuerto Internacional de Puerto Vallarta y fundador y director del despacho LBR&A, grupo con el que ha ganado premios internacionales como el ICONIC Award por el Consejo Alemán de Diseño, o ser reconocido dentro del Council on Tall Buildings and Urban Habitat (CTBUH) por la Torre Reforma, uno de “Los 50 rascacielos más influyentes del mundo en los últimos 50 años”.
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Benjamín Romano recibió en su oficina a MILENIO para hablar de su nombramiento en la Academia, sus proyectos icónicos, la construcción y vivienda en las ciudades, la sustentabilidad, el paisaje, el arte y sobre el Proyecto Cultural Bosque de Chapultepec, en el que el despacho participaba y que decidió retirarse.
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Ahora es académico emérito de la Academia Nacional de Arquitectura...
Yo ya pertenecía a la Academia, lo que se anunció es que soy académico emérito, que solo lo integramos 43 arquitectos. Para que alguien sea nombrado, necesita lamentablemente fallecer otro académico emérito, y su lugar lo ocupa un miembro de la Academia que ya pertenecía. Me sentí muy honrado. Desafortunadamente falleció el arquitecto Agustín Hernández, a quien admiré y quise mucho.
Hay muchos proyectos en su trayectoria, ¿cuál es su favorito?
Torre Tres Picos, ese es mi edificio favorito. Ahorita estamos en un proyecto muy interesante que es la T2 del Aeropuerto Internacional de Puerto Vallarta, es una inversión privada y nos invitaron a concursar; mis colegas que compitieron ya habían hecho aeropuertos y nosotros no. Tengo la impresión de que esta visión que tenemos tanto ecológica como estructural es lo que nos permitió ganar el concurso, que ya está en obra.
¿Qué le deja la Torre Reforma?
Mucha satisfacción porque cuando vas por la calle y ves este pico que se hace ahí, pues sí es una transformación del skyline, pero lo que me deja es satisfacción porque por muchos años nos hemos dedicado a estudiar arquitectura, hacer arquitectura, a enseñar arquitectura y lograr esa Torre es muy importante. Afortunadamente logramos ese edificio, que en su momento fue el más alto. Torre Reforma es continuidad de Torre Tres Picos, un edificio que en términos de retos, sobra decir que ese edificio fue más difícil porque tiene 167 metros cuadrados de terreno y es como hacer un reloj: tiene que estar diseñado a la perfección.
Hizo el edificio más alto en México, ¿qué opina acerca del impacto de las construcciones en el paisaje?
Es inevitable y además lo considero bueno. ¿Por qué es inevitable? Ya hoy, mayoritariamente la humanidad vive en ciudades; si entendemos que el concepto de ciudades, o lo que llaman landscape city (ciudades extendidas), como lo es Los Ángeles o en Ciudad de México, cuando las Lomas de esto y de lo otro (tono sarcástico), que resultó Lomas… lejos (ríe), esas ciudades tienen problemas de movilidad y entrega de infraestructura.
Los servicios cuestan mucho a las ciudades, entonces, ya aprendimos que las mejores son las que se llaman compact cities (ciudades compactas); evidentemente ya nos enteramos que el siglo pasado fue un error de los urbanistas y no hay de otra que ser ciudades compactas y verticales. Entonces, eso es algo que va a pasar, lo que para mí es un acierto: yo prefiero ver el paisaje de Hong Kong o Manhattan, y no el paisaje de Tecámac, que está lleno de casas extendidas y que desfavorece a los trabajadores.
Vivir en CdMx cada vez es más costoso.
El problema se llama desarrollo urbano. Seduvi tiene que entender eso y le tiene que dar a un terreno el potencial urbano vertical e irnos para arriba; a medida que se logre eso, tu desarrollo de vivienda será más económico si se le puede poner más casas arriba, pero si sólo puedes poner cuatro o seis pisos, claro que se vuelve caro.
Yo sí creo que a medida de que nos vayamos para arriba va a ser mejor, y aquí sí creo que el gobierno federal tiene que apoyar a esos vivienderos para que los trabajadores puedan adquirir una casa en el centro de la ciudad.
“La contaminación del planeta Tierra, hoy día, del monóxido de carbono, 39 por ciento es por culpa de la arquitectura”.
¿Qué pasa con el Instituto de Vivienda de Ia Ciudad de México (Invi)?
Desafortunadamente lo que hace es pura demagogia. Me da pena decirlo así. Al Invi se le olvida que hay un problema de movilidad; ellos están viendo cómo hacer vivienda, pero no ven el problema integral de un desarrollo urbano, que tendrían que ver cómo hacer vivienda cerca, donde se pueda utilizar la infraestructura que ya existe. Hay que apoyar a los vivienderos para que no se vayan a lo más lejos, para que se queden acá. El Invi no ve la película completa, solo ve el cachito de la vivienda y lo mismo le pasa al Infonavit, porque ellos tienen que ir al gobierno federal y decir: ‘señores, tenemos que apoyar a los vivienderos para que los trabajadores puedan vivir cerca y podamos usar la infraestructura y no tengamos un problema de movilidad’. Eso es lo que tiene que pasar.
¿Se puede resarcir?
Todo se puede resarcir. Las viviendas esas de Tecámac, de hecho están vacías: ¡pobre gente perdió su dinero! Creo que hay que demolerlo y hacer parques, pero de eso no se podrá hacer nada hasta que resolvamos el problema económico de la vivienda en las grandes ciudades, porque es un problema federal, no solo de Ciudad de México, que esa miopía federal está haciendo que la movilidad y la calidad humana de sus trabajadores sea ineficiente. Respeto mucho lo que dice el gobierno, que se preocupa por el pueblo, pero quiero ver que se preocupe por la vivienda, que es algo muy importante porque es básico.
“La calidad de vida en los edificios es muy importante: si uno trabaja en un espacio cerrado, sin vista al exterior y sin la luz del día, nuestra capacidad cognitiva baja 14 por ciento”.
Se retiró del Proyecto Cultural Bosque de Chapultepec, ¿qué opina de lo que se ha hecho?
Lo veo muy mal. Nosotros estábamos con Gabriel Orozco e hicimos, me parece, unas propuestas interesantes: el trazo de los puentes que comunican Chapultepec I con Chapultepec II es un proyecto de nosotros, del trazo. Nosotros propusimos tener muy pocos apoyos y tener una estructura moderna, y dejar oquedades o huecos en la estructura para que pasaran los árboles, y todo eso se les olvidó cuando cambiaron de empresa para que hiciera el diseño de la estructura; yo no comulgaba con sus ideas porque me parece que son del siglo pasado, o del siglo XIX, que ponen columnas, vigas y losa.
Hoy las estructuras modernas tienen otra dimensión y otra forma de hacer estructuras espaciales y es lo que tuve oportunidad de aprender con Heberto Castillo. Cuando entró eso, todo se acabó. Es lo que pasó y creo que el resultado es muy malo porque hay cero desarrollo del proyecto. Hay columnas que pretenden ser árboles en el bosque y que no es cierto: ¡no son árboles y no pueden ser árboles! ¡Son columnas y se llaman columnas! No hay que burlarnos de la naturaleza.
En ese sentido, ¿al gobierno federal le interesa la arquitectura?
No lo sé, porque cuando hablamos de gobierno federal podemos hablar de Andrés Manuel, pero debajo de él hay mucha gente. Sí hay gobiernos que son más afines a la arquitectura.
“La arquitectura no es necesariamente arte”
En palabras de Benjamín Romano: “Nosotros no somos artistas, somos técnicos que sabemos crear espacios: raro que algunos quedan muy bien y puedes llamar que es una obra de arte”. Pero sí hay arquitectos, puntualiza, como “Renzo Piano o Norman Foster, que sus obras arquitectónicas merecen la calidad de obra de arte; Francisco Serrano aquí en México o Luis Barragán, pero el hecho de que Barragán haya hecho una pieza artística, no implica que el oficio de la arquitectura haga arte. Él sí, pero el oficio no”.
evt