La travesía, como el nombre de la colección lo señala, comenzó hace ya cinco años, cuando la pianista y promotora musical Ana Gerhard se dio a la tarea de buscar formas de aproximar a los niños a la música de concierto, ante los lugares comunes que suelen acompañar a estos sonidos cuando se trata de difundirlos entre un público más amplio.
El proyecto general, editado por Océano Travesía, lleva por título Introducción a la música de concierto, siendo el primer volumen el dedicado a Seres fantásticos, el segundo a Las aves, el tercero a El agua y el que ahora se lanza: Bichos. En todos los casos se trata de un libro que se acompaña de un disco compacto con música de la que se habla en sus páginas, aparecidos bajo el sello de Océano Travesía.
“Los libros se han traducido a diferentes idiomas, como alemán, inglés o francés, pero también coreano o chino. Ha sido una buena recepción, lo que nos ha animado a seguir una serie editada en su totalidad por Daniel Goldin, quien es un gran melómano, además de ser una personalidad dentro del mundo de la edición”, explica la pianista en entrevista.
En principio, no siempre es común relacionar la música clásica con algo como los bichos, pero cuando Gerhard realizó la investigación que acompaña a cada volumen, se encontró con una gran riqueza y diversidad de composiciones, lo que le ha permitido generar un espacio de intercambio un tanto inimaginable.
“A los niños siempre les llaman la atención los bichos y quieren atrapar que si el saltamontes o el escarabajo, pero en general tenemos la idea de que son repugnantes o nos dan miedo. Entonces me pareció muy interesante decir cómo un tema que va entre lo controversial y lo cotidiano cuenta con música clásica inspirada en ellos”, a decir de Ana Gerhard.
Conocido o inimaginable
La idea del proyecto es mostrar que hay temas que vale la pena estudiar, acercarse a ellos o conocerlos. En este caso, juntar dos mundos: el de la música clásica con el de los bichos, hasta construir “una relación fascinante”, que se enriquece con el hecho de que cada uno de los libros fue ilustrado por artistas diferentes. El más reciente, Bichos, por Mauricio Gómez Morín.
En Bichos hay seres imaginados y recreados musicalmente por compositores como Rimsky-Kórsakov, Haendel, Béla Bartók, Ravel, Telemann, Haydn, Prokófiev y Silvestre Revueltas, donde hay composiciones como “El vuelo del abejorro”, que mucha gente conoce, incluso aquella que cree que nunca ha escuchado música clásica, “seguro la tiene en su memoria”, asegura la autora.
Introducción a la música de concierto. Bichos, explica Gerhard, no es una obra de educación musical, sino una manera lúdica de lograr el acercamiento. De cada pieza, los compositores dijeron que se trataba de una mosca, una pulga, una mariposa o un grillo. “No soy yo quien lo imagina, sino es el músico quien quiso representar a los bichos”.
Si hay elementos que han nutrido a la cultura y al arte, sin duda provienen del universo de la fantasía: gnomos, hadas, brujas, duendes, elfos y otros personajes.
Artistas de diversas culturas han tratado de imitar o evocar los cantos de las aves ya sea con su propia voz o a través de distintos instrumentos musicales.
Desde el barroco hasta nuestros días se ha querido representar el sonido del movimiento del agua.