La música, dijo alguna vez Charlie Parker, “habla más fuerte que las palabras”, tal vez porque no hubiera podido competir, hablando, con la grandilocuencia y exuberancia de su discurso en el saxofón.
Algo así debe ocurrirle a Bill Watterson, autor de la tira cómica Calvin y Hobbes, quien no gusta de dar entrevistas. Las imágenes, debe pensar, hablan más fuerte que las palabras. Y despiertan sonrisas y reflexiones, debemos agregar.
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Recientemente apareció Calvin y Hobbes. Tiras dominicales 1985-1995 (Editorial Océano, 2018 ), libro en edición bilingüe que reúne la obra que Watterson exhibió en la Billy Ireland Cartoon Research Library and Museum de la Universidad Estatal de Ohio. Para la institución educativa, las tiras cómicas son cosa seria.
En el prólogo del libro, el caricaturista recuerda que de niño leía las tiras cómicas los domingos.
“Eran la única razón por la que existían los periódicos. Durante la semana leía solo las que me gustaban, pero los domingos las leía todas, a menudo varias veces. Las tiras de los domingos siempre eran más divertidas de ver. Así que, cuando tuve la oportunidad de dibujar mi propia tira, sabía que quería hacer algo especial de las tiras cómicas dominicales de Calvin y Hobbes”.
Un pedacito de verdad
Jenny Robb, curadora del museo, tuvo una larga conversación con Watterson, quien dice que “el mayor regalo que me dieron mis padres fue mucho tiempo. Nunca hubo una sensación de que debería estar haciendo otra cosa. Si estaba en mi cuarto dibujando nadie me molestaba. Ese tipo de tiempo es simplemente indispensable. No es un lujo, es un requerimiento absoluto”.
El caricaturista dice que recuerda que se pasaba horas y horas dibujando, “pero puede que fueran 15 o 20 minutos, quién sabe. La idea sobre el tiempo de un niño no es una información confiable, pero dibujé cómics desde una edad muy temprana. Era la única clase de arte que entendía y que se conectaba inmediatamente. La simplicidad de los dibujos era como un alimento muy bienvenido”.
Calvin y Hobbes, que narra las aventuras imaginarias de un niño de seis años y un tigre de peluche que solo para él cobra vida, se publicó de 1985 a 1995 y llegó a aparecer en 2 mil 400 periódicos. El caricaturista bautizó Calvin al niño en honor al teólogo reformista francés, Juan Calvino, mientras que el tigre lleva el primer nombre del filósofo inglés Thomas Hobbes.
Si el caricaturista dice al recapitular sobre su obra que “los tiempos rebasaron algunas de mis tiras”, también considera que las que se sostienen mejor “son aquellas en las que los personajes parecen grandes, ingeniosos y llenos de vida, y en las que el mundo de la tira resulta genuino y acogedor. Los chistes van y vienen, pero algo en la amistad de Calvin y Hobbes parece guardar un pedacito de verdad”.
Arte mayor
El hecho de que la obra de Waterson y otros artistas pueda verse en museos y se preserve en diversas instituciones es para el dibujante estadunidense un reconocimiento a lo que durante muchos años fue considerado un arte menor. “Al hacer que el trabajo original esté disponible para que cualquiera lo pueda estudiar, también nos da acceso a nuestra propia historia”, afirma.
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