El biógrafo no debe herir, mentir o especular: Fabienne Bradu

El libro Los Biófagos de Albert Camus se presentó durante la Fiesta del Libro y la Rosa, en el Centro Cultural Universitario de la UNAM.

Ese personaje de claroscuros es Albert Camus. (AP)
Daniel Francisco
Ciudad de México. /

El hijo de una sirvienta, el que perdió a su padre en una guerra, el que fue maltratado por su abuela, el que enfermó de tuberculosis en la infancia, el que vivió episodios depresivos y parálisis frente a la escritura, el que cuando recibió el Nobel de Literatura agradeció el apoyo de su primer maestro. Ese personaje de claroscuros es Albert Camus, el que anotó en sus Carnets: “Obreros franceses, los únicos con los que me siento bien, a quienes tengo ganas de conocer y con quienes deseo convivir. Ellos son como yo”.

Fabienne Bradu, autora de Los Biófagos de Albert Camus me cuenta lo siguiente sobre él: Tuvo una “vida sembrada de escollos y de éxitos y es una personalidad que me simpatiza mucho por haber luchado contra viento y marea -independientemente de las ideologías o de los partidos o de las modas-, por defender sus ideas, su visión del mundo, y una concepción de la verdad que no conoce reloj. No hay fechas para la verdad, no hay circunstancias que impidan que salga. Eso me parece una excepción en el panorama de esos años y hasta diría que de hoy todavía”.

P. De Camus conocemos al icono, al personaje.

Fabienne Bradu: 

Lo que ambiciona la biografía no es hacer de los personajes héroes, sino seres humanos, que como todo el mundo tienen sus momentos de gloria y otros de sombra, viajan entre esas dos temperaturas. Todas nuestras vidas son así y acaba con esa idea de las estatuas, tienen que ser estatuas de mármol para ser grandes. Al contrario, yo creo que si las biografías nos sirven de algo es ver que ese personaje a quien admiramos y cuya obra nos parece de gran valía ha tenido dificultades y las ha vencido y saber cómo las ha vencido. No hay que esconder que caen esos personajes y mostrar cómo se levantan, eso es lo que nos puede enseñar algo, no es mostrarnos inalcanzables, que no nos enseñan nada. Es bueno en el caso de los escritores, también para los jóvenes y por eso también me gusta el destino de ese libro a los estudiantes, saber cómo uno se vuelve escritor. Un escritor no nace de un día para otro, hay que trabajar mucho, hay que aguantar que le rechacen a uno artículos, libros y por más que Albert Camus sea un hombre precoz, es el resultado de trabajo, de constancia, cosa que a veces no sabemos cuando somos jóvenes.

P. Recientemente se han dado a conocer las cientos de cartas que intercambiaron Camus y la actriz María Casares, ¿el escándalo vende libros?

FB: Tenemos una mala concepción del hombre. Las partes más escandalosas del ser humano que son actos carnales son lo más compartido entre nosotros y allí no resulta la singularidad del individuo, que es lo que la biografía quiere mostrar. ¿Por qué este individuo es único, irremplazable? Si una biografía se queda en ese tipo de revelaciones puede alcanzar cierta publicidad momentánea, pero no está destinada a durar y tampoco se pone al servicio de su personaje. El biógrafo está siempre al servicio, está para iluminar al personaje, no es para brillar él como descubridor o censor de una supuesta verdad. Yo quisiera llamar eso la ética del biógrafo, es decir, evidentemente existen testimonios. Uno encuentra correspondencias que se podrían explotar en ese sentido, pero el biógrafo, creo yo, es mi concepción, es un ser que tiene que tener respeto a la persona que ha escrito esa obra que el biógrafo admira y admira al personaje también por sus acciones y eso no hay que olvidarlo nunca, que un biógrafo, al biógrafo le es prohibido herir, mentir, especular en vano. Hay como una serie de mandamientos del biógrafo y el biógrafo no es un gendarme, no es un juez, un indiscreto, impertinente. 

Hay, sí cierto, impulso de ir en busca de la verdad sin temor, no hay que tener miedo a lo que uno puede descubrir acerca de un ser humano. Todos somos susceptibles de haber cometido cosas de las que no estamos muy orgullosos, eso no nos disminuye si sabemos cómo superarlas, sobre todo en el caso de un creador, superarlas, sublimarlas, casi, a través de una obra. 

No hay que pensar que un escritor va a ser un ser perfecto. Es una cosa de equilibrio, entre decir la verdad y conservar la ética que debe tener el biógrafo.

ledz

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