Comenzó el 7 de junio de 1988 y no ha concluido. Por algo Bob Dylan bautizó The Never Ending Tour (La gira interminable) a esta larga cruzada que lleva sus canciones por todos los rincones posibles del planeta y que, por fortuna, hemos escuchado varias ocasiones en México.
En mathematicalmusic.tripod.com se explica que con esta gira "ya sin preocuparse de promover un nuevo disco, Dylan viajaría por todo el mundo tocando una cadena de conciertos, noche tras noche. Al hacerlo, no solo siguió la tradición de sus predecesores en el country, el blues y el rhythm and blues, también prometió reformular y reinterpretar su arte a través de las presentaciones. Tocar una canción no era recrear un disco. La canción viviría otra vez en el escenario, cambiando a una nueva o a una forma mutada".
El creador de canciones que se han convertido en himnos transgeneracionales, como "Blowing in the Wind", "Masters of War" y "A Hard Rain's A-Gonna Fall" cumplirá 75 años el próximo martes. Como preludio, el cantante y compositor lanzó recientemente su disco Fallen Angels (Columbia, 2016), que es algo así como la segunda parte de su álbum anterior, Shadows in the Night (Columbia, 2015), un recorrido personal por añejados standards del jazz.
También se anunció su gira de verano por Estados Unidos, que arrancará el 6 de junio en Woodinville, una población en Washington con menos de diez mil habitantes. En esta primera etapa de conciertos tiene como invitada a Mavis Staples, activista y cantante de góspel y blues.
Este año también se rememora el medio siglo de su disco Blonde on Blonde, uno de los más destacados, con canciones que se han convertido en clásicas, desde "Rainy Day Women #12 & 35", hasta "Sad Eyed Lady of the Lowlands". También se recuerdan hasta nuestros días "Visions of Johanna", "I Want You", "Just Like a Woman" y "Stick Inside of Mobile with the Memphis Blues Again".
Mientras estudiosos y seguidores a ultranza hurgan en el pasado de Dylan, el músico vive el presente, enfrascado en su gira sin fin y grabando lo que se le pega la gana. Asistir a uno de sus conciertos es constatar la forma en que reinventa su propia música y la vuelve cosa del presente. Sin discursos huecos de por medio, nos recuerda que, además de compositor, es un gran músico en el escenario.
Aunque sus discos con standards de jazz no han sido éxitos de venta, son un bello tributo a una música que ama. Elijah Wald, autor del libro Dylan Goes Electric!, afirma que "cuando Rod Stewart hizo un disco de standards, todo mundo dijo: 'Ah, sí, ya a nadie le importa Rod Stewart y ahora quiere acercarse a la gente grande al hacer este disco'. Pero nadie piensa que Dylan cantando a Sinatra fue una movida comercial. Todos piensan que Dylan se puso raro otra vez. No tenemos idea que hará más adelante".
Ante la pregunta de si era arriesgado hacer un disco como Shadows in the Night, Dylan respondió: "¿Arriesgado como caminar por un campo minado o trabajar en una fábrica de gas venenoso? No hay nada arriesgado en hacer discos. ¿Compararme a mí con Sinatra? Debes estar bromeando. Ser mencionado con él en la misma emisión de voz debe ser una especie de gran cumplido. En cuanto a alcanzarlo, nadie lo alcanza. Ni yo, ni nadie más".
Tampoco nadie alcanza a Bob Dylan, cuya originalidad sigue cuesta arriba a punto de cumplir 75 años, con un alcance multigeneracional, en el mejor sentido del término.
Cuando le preguntaron, el año pasado, cómo veía a su público desde el escenario, el músico respondió: "Definitivamente no veo un mar de conformidad, gente que no puedo categorizar fácilmente. No podría decir que hay un tipo de fan. Veo a un tipo vestido de traje y corbata junto a uno con blue jeans. Veo a otro tipo de saco sport junto a otro que usa una camiseta y botas vaqueras. En ocasiones veo mujeres en vestido de noche y veo chavas con mirada punky. Todo tipo de gente".