A sus 82 años, la cubana Migdalia Hechavarría se emociona al conocer que el bolero, al que ha dedicado su carrera artística de más de seis décadas, ha sido reconocido este martes como patrimonio inmaterial de la humanidad, y lo celebra cantando Me faltabas tú, su favorito.
"Migdalia no va a cantar otra cosa. Lo canto a capela, lo canto con una tumba (tambor), pero siempre mi bolero", porque "es la música que te hace vivir", comenta en su casa de La Habana.
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Con un vozarrón que estremece, esta cubana ha llevado durante más de 60 años el bolero "a todos lados", Colombia, México, España... Y ha compartido escenario con estrellas del género como Omara Portuondo, y los ya fallecidos Celia Cruz, Elena Burke, César Portillo e Ignacio Villa (Bola de Nieve).
"El bolero es un sentimiento, es una cosa suave, dulce, para que la gente disfrute, para que el que se quiera enamorar se enamore, el que se quiera dar un beso, se lo dé", añade Hechavarría, que canta hace 25 años en el Gato Tuerto, baluarte del bolero en la capital cubana.
En la isla del son y la rumba, también se respira bolero, y un ejército de cantantes callejeros se encarga de que la magia de este género perdure.
El percusionista Pedro Luis Carrillo (52) lleva 30 años cantando boleros en la costanera del malecón habanero y no deja de sorprenderse por los "sentimientos y las emociones" que despierta esta "música maravillosa" entre los turistas extranjeros.
Breve historia del bolero
El bolero nació en Santiago de Cuba a finales del siglo XIX, con Tristeza de Pepe Sánchez, y luego se extendió por todo México.
La candidatura como patrimonio inmaterial de la humanidad fue presentada conjuntamente por Cuba y México ante la Unesco como "identidad, emoción y poesía hechas canción", lo que supone "un elemento indispensable de la canción sentimental de América Latina".
En un bar popular de Ciudad de México, José Antonio Ferrari, de 72 años y medio siglo cantando boleros, interpreta Sabor a mí.
"El bolero es la banda sonora que mueve las sensaciones y las fibras más íntimas del ser humano", dice este requintista que aprendió a tocar de oído.
En 1932 Consuelo Velázquez, conocida popularmente como Consuelito, lanzó Bésame mucho, el más internacional de los boleros que interpretaron Nat King Cole, Frank Sinatra y los Beatles, entre otros.
El cine de oro mexicano también fue clave en la difusión del género, con interpretaciones del legendario Pedro Infante o el compositor y poeta Agustín Lara, uno de los preferidos de Hechavarría.
Boleristas cubanos como Benny Moré (El bárbaro del ritmo) o Rita Montaner (La única), hicieron carrera en México y Tríos como los Panchos, los Tres Ases, los Tres Diamantes, los Tres Reyes, entre muchos otros, dieron brillo al género en ese país y fuera de sus fronteras.
José José, conocido como El príncipe de la canción, encarnó en 1988 a Álvaro Carrillo, autor de Sabor a mí, en una película del mismo nombre, y su compatriota y compositor Armando Manzanero fue fundamental en los álbumes de bolero que le valieron al popular cantante Luis Miguel dos premios Grammy.
Para el bolerista cubano Leo Vera (57), el reconocimiento de la Unesco llega en un "momento preciso" para que este género, que "es magia" y "amor", "vuelva a ponerse" de moda, en una isla donde hay pocos locales para escucharlo y bailar a su ritmo.
Cuba organiza desde 1987 el Festival Boleros de Oro para potenciar el género. En 2001, casi 600 boleristas cubanos y del extranjero cantaron clásicos como Contigo en la distancia, Dos gardenias" o Solamente una vez en el Gato Tuerto durante 76 horas ininterrumpidas, lo que pasó a ser El bolero más largo del mundo.
Ferrari observa que, al igual que en Cuba, la mayoría de los músicos que cantan boleros superan los 60 años y ahora compiten con otros géneros musicales en boga por el espacio de bares y cantinas.
No obstante, confía en que "mientras exista el amor y el desamor, van a existir cosas bonitas como el bolero".