En su análisis sobre la cinta muda de 1920 El gabinete del Dr. Caligari, de Robert Wiene, el crítico Nick Hilditch afirma que “es difícil imaginar mejorar la cinta con el beneficio del sonido, el color o cualquier innovación que haya ocurrido desde entonces”.
Al musicalizar la obra maestra del expresionismo alemán, el grupo Cabezas de Cera interpreta su atmósfera, ofrece una lectura sonora de una cinta que sigue siendo inquietante. La música, tocada por primera vez en la Cineteca Nacional, ahora está disponible en el disco Música en escala de grises (CDC, 2015).
Si eligieron este filme fue porque los músicos pensaron que podían “aportar algo, darle un nuevo giro”, indica en entrevista con MILENIO Mauricio Sotelo, ejecutante del Chapman stick (una especie de guitarra-bajo que va de ocho a 12 cuerdas). “Nos llamó la atención todo el elemento gestual de la película y todos esos grandes acercamientos, algo que tiene que ver con nuestra manera de tocar, con mucha improvisación y texturas. La película está filmada en sets cerrados, de manera que hay una atmósfera sofocante, lo que nos dio la oportunidad de mantener una unidad”.
A dueto con su hermano Francisco Sotelo en la batería y el piano, Mauricio dice que trataron de “encontrar la diversidad en la unidad. En la cinta todo el tiempo hay una sensación de encierro y, a partir de eso, generamos un discurso narrativo. La escenografía expresionista también venía muy bien con nuestra música”.
El reto para llevar la música al disco fue “encontrar una narrativa sonora de la película que pudiera funcionar por sí sola. Esto implicó reestructurar lo que habíamos tocado en la Cineteca. Había partes que quitándoles lo visual perdían sentido, así que tuvimos que depurar y crear cosas nuevas”.
El grupo se caracteriza por tocar varios instrumentos, pero en esta ocasión utilizaron los menos elementos posibles, en consonancia con el blanco y negro de la cinta, puntualiza Mauricio. “Utilizamos dos instrumentos principales: la batería electrónica y el Chapman stick, de manera que los sonidos no acústicos iban en armonía con la atmósfera sintética, pues en ningún momento hay un escenario real”.
La música tiene tanto partes escritas como improvisadas, asegura Sotelo. “Primero ubicamos algunos temas en los momentos cruciales que merecían tener una figura obligada, como cuando César abre los ojos o en la escena del rapto. En contraparte hay muchos elementos de improvisación en los que podíamos destacar estos gestos de los que hablaba antes, que son gestos amplios. Teníamos que ir en analogía con esos movimientos que, si tuvieran una estructura, no habríamos podido resaltar”.
Con el título del disco, explica Mauricio, “buscábamos hacer una analogía entre los cromatismos que hay entre el blanco y el negro y los propios de la música. Hacemos uso de las escalas cromáticas como una forma de generar tensión y evitar establecer un centro tonal que diera una pauta de resolución. Todo el tiempo es una caída constante, como en la historia de la película, que siempre va más a fondo hasta que se vuelve parte de una obsesión…”.
Mauricio comenta que editar Música en escala de grises fue para Cabezas de Cera cerrar un ciclo y pensar en lo que sigue: una invitación del Instituto Goethe para musicalizar otra película muda para su Festival de Cine Alemán en agosto. “Será un proyecto totalmente diferente, pero lo interesante es que una cosa lleva a la otra. Por ejemplo, en octubre nos presentaremos en el Y2K International Live Looping Festival de Santa Cruz, California y luego a lo que sigue”.