Hace 40 años, Richard Ford se acercó a Oaxaca; incluso hay una novela que usa ese escenario, traducida al español como La última oportunidad, en la que refleja un paraíso turístico que se transforma en una ciudad barroca y terrible, entre turistas, marginados, guerrilleros y traficantes de drogas.
Así regresó a la ciudad, para dictar la Cátedra Aura Estrada, en el contexto de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, aunque encuentra un lugar “mucho más bello y sereno” de lo que vivió cuatro décadas atrás, comenta con muy buen humor el escritor estadunidense, quien llega con nuevo libro: Canadá, definido por la crítica como una de “las primeras grandes novelas del siglo XXI”.
Esta es una oportunidad para dialogar con el autor de títulos como Un trozo en mi corazón e Incendios, un convencido de que cada libro suyo es, al final, político, a partir de la idea de demostrar las diferencias entre la vida privada y la pública, de una manera que en otras circunstancias no sería posible.
“No son novelas que hablan de la política en sí, pero sí de la sociedad y los individuos que son afectados por la política. La literatura busca demostrar la consecuencia de los hechos de la sociedad y de la política, y cómo afectan a las personas en lo cotidiano, si bien las consecuencias que descubre el novelista son fuera de lo común.
“Hay una línea de W. B. Yeats que dice que todo arte es un sueño del futuro. El arte va a ser siempre optimista, creyendo que va a existir ese futuro. Todo arte está involucrado con la experiencia humana y está explicándola, porque merece nuestra atención, ser tomado en cuenta: se escribe una novela con la esperanza de que va a haber un después y que en ese futuro se va a leer esa novela”, dice Ford, quien ha impartido cátedra en diferentes universidades.
Política espectáculo
Ford está convencido de que solo ha contado con una fuente de inspiración: escribir libros. Desde que asumió esa necesidad, empezó a observar su entorno y a anotarlo en una libreta pequeña, “con una escritura ilegible”, de ahí que la sociedad sea protagonista de sus historias, bajo el convencimiento de que al “novelista no le interesa ser amado, sino leído. Quizás en las altas horas de la noche sí quiere ser amado, pero la mayor parte leído”.
“Observo a mi sociedad de un nivel muy básico. Los estadunidenses no están interesados en la política, están poco informados sobre lo que sucede en su entorno y en otras partes del mundo; de ahí se puede determinar por qué nuestro país está tan jodido: la política se ha vuelto un espectáculo de los medios de comunicación, con 30 minutos en la noche que no informan a nadie. Eso no quiere decir que si las personas leyeran más literatura estarían mejor informadas de la política, simplemente no es una prioridad de la sociedad informarse. Mis paisanos tienen opiniones, pero no juzgan de manera informada.”
Para él, una de las razones por las que nos complicamos la vida es porque buscamos vivir de acuerdo con las convenciones sociales y, por ello, la literatura siempre tiene algo importante que enseñarnos.
“Lo que sucede con el arte es que ahí pueden suceder infinidad de cosas; la única certeza que tenemos cuando hacemos arte es que todo es posible”, reconoce Ford.