Cuando la coreógrafa y bailarina mexicana Lola Lince dio el salto de la danza clásica a la experimental se enfrentó a una tremenda incertidumbre, pero en el camino conoció a colegas con quienes pudo establecer alianzas para “ampliar el mundo de la danza”, dice en entrevista.
Para ella, estar en el mundo de la danza clásica era como ir por una autopista en la que “ya todo está hecho y hay una serie de códigos. Entonces es salirte de allí e irte por la libre: en la danza experimental hay libertad, pero hay un reto enrome. A veces la gente cree que la danza experimental es hacer cualquier cosa, pero no es así, para mí fue el lugar en donde podía darle rienda suelta a mis obsesiones”.
“Es el lugar en el que puedo quitarme esa camisa de fuerza que condiciona al cuerpo a moverse solamente de una manera y nada más privilegiando ciertos modos de acción, y abrirme a otras posibilidades, otras texturas”.
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Hoy se presenta a las 18:00 horas con la Companía de Danza Experimental de Lola Lince en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario (CCU) de la UNAM, en donde interpretará por primera vez en la Ciudad de México la obra La Caída.
Para esta pieza, Lince hizo una investigación textual que sirvió para “generar imágenes kinésicas en el espacio. Fue a través de la lectura de la poesía de [Vicente] Huidobro, especialmente del poema Altazor, que detonó una serie de imágenes y también fue un apoyo para generar vocabulario para la pieza".
William Blake con Canciones de inocencia y de experiencia, y el lituano Czesław Miłosz con El salmo de la estrella y la mañana también fueron fuente de inspiración para sostener pasajes que formaron el cuerpo de la obra.
Para Lola Lince, este apoyo textual “fue necesario, porque las palabras detonaron en mí muchas sensaciones y muchas imágenes”.
La caída responde a las obsesiones de Lince por la unidad primigenia que se perdió, de acuerdo con la artista, por un mero accidente. Hace referencia al mito fundacional del paraíso perdido.
“Me puse a investigar sobre él y me pareció un campo tan vasto y tan interesante, porque encuentras resonancias increíbles en todas las grandes culturas de la humanidad, en todos las grandes pueblos de Mesoamérica. El tema de la caída es una constante, como también lo es el diluvio, son temas que están muy presentes y que de alguna manera tratan de explicar por qué estamos en el momento en el que estamos y a qué se debe nuestra condición actual”.
La caída es un proyecto desarrollado durante una residencia que reunió a 20 bailarines de toda la república y en la que también colaboró la bailarina de Danza Butoh Natsu Kakajima, quien colaboró con Lince para darle movimiento de espiral a la obra.
“Para ella las estructuras y los signos tienen que ser muy claros. En ese sentido su intervención fue muy asertiva”, finaliza.
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