Es quizá uno de los músicos más jóvenes de la orquesta pero como concertino ocupa el sitio del primer violín; supervisa la afinación, puede dirigir a la orquesta y generalmente interpreta los solos de su instrumento. Se llama Ismael Isauro Estevané Rascón, es originario de Chihuahua y en cada concierto se ubica a la izquierda del director, Ramón Shade.
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En entrevista para MILENIO este músico no oculta su timidez pues le resulta más natural realizar su oficio frente a decenas o miles de personas en tanto que una conversación que será reproducida en un medio de comunicación le parece más atemorizante.
Gracias a su madre, a los trece años sintió ese entusiasmo, es decir, el aleteo de dios dentro de sí al descubrir que todo su esfuerzo y dedicación los querría canalizar en la música. Desde hace siete años llegó a la Camerata de Coahuila, orquesta en la cual encontró hogar y familia.
“Nos llevaba mi madre a ver los conciertos de la orquestas que había en Chihuahua, de las que hay ahora: la Orquesta Sinfónica de la UACH y la Orquesta Filarmónica del Estado, y pues teníamos la suerte de disfrutarlas porque nos fue acercando bastante al mundo de la música y a mí me fascinaban los conciertos. Desde que fui al primero de música de concierto, en mi mente no existió otra visión de lo que sería mi vida. Algo cambió dentro de mí que a la fecha sigue activo”.
Ismael Estevané explicó que su familia está vinculada a la música. Y si bien no son instrumentistas de conservatorio, comentó que fue el tegumento natural que dio cohesión a la alegría, unión y fortaleza de cada uno de sus integrantes, de tal suerte que nunca fue necesaria la contratación de algún grupo musical para que se divirtieran en casa.
“Antes de que apareciera en mi mente el deseo de ser músico, había cosas que me llamaban la atención, la arquitectura me atraía pero en realidad en el tiempo en que estuve en la búsqueda de mi profesión, al final me di cuenta de que lo más valioso que hacía era la música y la vocación ya estaba presente.
“Simplemente me tocó aceptar que esa era mi vocación y así fue como empecé a estudiar la carrera en Morelia, en el Conservatorio de Las Rosas con la maestra Guela Dubrova. Tengo ya siete años en la Camerata de Coahuila, estoy por cumplirlos porque llegué a finales de agosto o principios de septiembre por invitación del maestro Ramón Shade, y entonces pasamos una semana de trabajo, se fueron dando las cosas y me hicieron la invitación formal para quedarme en la orquesta.
Como experiencia previa, en la Camerata de Coahuila sólo músicos extranjeros habían ocupado el puesto de concertino. Isamel Estevané tenía 25 años cuando egresó del conservatorio y de inmediato comenzó a trabajar. La orquesta coahuilense se convirtió pronto en su casa gracias al apoyo del maestro Shade. Y apuntó que el respeto y la admiración por sus compañeros es grande y ejerce junto a ellos, jamás sobre ellos.
“La música es mi pasión, es mi vida, estoy muy agradecido con mis papás que me apoyaron cuando llegó el tiempo de decidir qué estudiar; que pudieron entender que era muy fija mi decisión. Siento que soy tímido pero en un concierto deja uno un poco ese sentimiento en el camerino y quien sabe, el violín es mi puente o mi canal para con el público, ese es mi idioma realmente.
“Mi experiencia se iba a acumulando porque tuve la oportunidad de ganar un lugar en la Orquesta Filarmónica de Chihuahua, y estaba tan fascinado por esta carrera que fue ya para mí la confirmación de lo que realmente quería hacer; me fui a estudiar a Morelia y allá a la par pude tocar con muchas otras orquestas, en festivales, y los veranos estaban ocupados con cursos. La experiencia se acumuló, pero como tal, un puesto formal en una orquesta profesional como es el de concertino, fue la primera vez que me había tocado, es decir, ese puesto sí lo había ocupado en otras ocasiones pero de manera oficial este es mi trabajo”.
Sobre la evolución en la Camerata de Coahuila, el músico dijo que ha presenciado un desarrollo fantástico, pues si bien ha presenciado cambios, éstos han sido impulsados para mejorar.
“Desde el momento en que llegué me quedé fascinado con la orquesta, con el nivel de los músicos y de las personas, y con la calidad humana que tienen. Estoy muy contento, me siento muy honrado de poder ser el concertino de una orquesta como esta, y la evolución pues, creo que hemos ido avanzando mucho.
“Ha habido cambios en estos siete años que he estado pero siempre han sido para bien y las personas que se han incorporado vienen a sumar y eso es fantástico porque siempre debería ser el fin, añadir para sumar, para mejorar. Hay una gran integración. A mí me encanta el compañerismo que hay con mis colegas que son mis amigos, yo les digo que para mí son mi otra familia”.
Ismael Estevané tenía planeado radicar en la orquesta un tiempo breve que se han convertido en siete años que cataloga como felices porque ha podido aportar además como docente y con su ensamble Quinto movimiento, integrado por músicos de la Camerata de Coahuila.
“Yo tenía planeado estar por lo menos un año. Eso era lo que pensaba pero ya se han prolongado siete años que han sido muy felices. Si me gustaría continuar otros proyectos pero sinceramente ahora estoy tan a gusto con lo que estoy haciendo y con las personas con las que lo estoy haciendo todo, que no siento que tenga la necesidad. Las personas cuando van al concierto ven al músico que trata de entregarles todo y es lo que me gusta hacer, en todo aspecto de la vida”.
RCM