Oriundo de la capital San Luis Potosí, Fernando Morales González, es un músico apasionado y enamorado de su instrumento musical, el violonchelo, con el que se encarga de poner una base armónica en la Camerata de Coahuila, para que las demás cuerdas orquesten un auténtico tsunami musical, siempre con el objetivo de transmitir sentimientos y sensaciones.
“Mi sueño no es tocar en un lugar en específico, sino lograr transmitir un sentimiento a quien me escucha. Lo que siempre busco es tocar y transmitir algún sentimiento con la música, despegarme de las cosas técnicas y tener una imagen de lo que se busca decir en cada pasaje”.
El violonchelo o chelo es de la familia de las cuerdas frotadas, con la viola como la madre más longeva y sin faltar sus hermanos, el violín y el contrabajo. Fernando es de una familia que le sentó las bases para aportar la suficiente dedicación, paciencia y constancia a todo lo que hiciere, tal cual lo aplica en su instrumento.
Desde muy pequeño fue instruido musicalmente por su tía abuela con el piano como referencia instrumental, pero no fue hasta los 15 años de edad que se topó con aquel instrumento tan parecido al violín en la Escuela Municipal de Música de San Luis Potosí, que lo cautivó por su grave sonido y hasta por su forma tan elegante de tocarlo sentado.
Los estudios y la ingeniería, de la mano con la música, han sido referencias en la vida de Fernando Morales, misma vida que le hizo seguir los dos caminos y aprender de ambos medios. En tanto, tras estudios profesionales en Ingeniería Física y una maestría en Energía Solar, el destino lo llevó por el sendero de la música para dedicarse de lleno.
“Estaba estudiando la maestría en Energía Solar para dedicarme a la investigación pero me faltaba algo súper importante, me di cuenta que lo más apasionante y que nunca me aburría, lo que necesitaba siempre era música, aunque lo que estudiaba me gustaba mucho también”.
De lo analítico o cuadrado que puede ser el mundo de la ingeniería a lo artístico y creativo con la música, Fernando optó por estar de lleno en un oficio que le ha dejado infinidad de satisfacciones y retos por cumplir, entre los que se encuentra despegarse de lo técnico para ofrecer sensaciones al hacer sonar su violonchelo.
Para dedicarse de lleno a un instrumento se requiere de toda una vida, sin embargo, el chelista potosino no se ha quedado con las ganas de adentrarse básicamente y por curiosidad, otros instrumentos como la trompeta, el violín, la flauta o el fagot, que tiene un registro similar al del chelo.
Igual disfruta tocar melodías de la época barroca que la clásica o del romanticismo, sin embargo, Morales comparte que la versatilidad de este instrumento pone la base armónica y rítmica donde lo toquen, lo que hace brillar a los demás instrumentos.
“Lo que aporta el chelo, como instrumento grave, es que resulta la base armónica y rítmica de la orquesta, que aunque se vea simple, de ahí viene mucha energía y aporta a las demás cuerdas para que brillen”.
¿Cómo llega Fernando Morales a la Camerata de Coahuila?
En abril del 2018 es cuando arribó a la región lagunera el potosino, para ser parte de los cinco chelistas Camerata de Coahuila, esto tras su paso en la Sinfónica de San Luis Potosí y variedad de orquestas en Zacatecas, donde cursó sus estudios musicales en la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).
Para febrero o marzo de aquel año, Fernando Morales tenía un maestro lagunero, José Luis Herrera, que lo alentó a probar suerte en la Camerata de Coahuila y lo preparó para primera audición frente a un jurado, ni más ni menos que en el Teatro Isauro Martínez de Torreón.
“Venía para medirme en una audición. Me sentí muy nervioso pero al mismo tiempo contaba con mucha seguridad, al menos técnica”, recordó.
EGO