El clarinetista Fernando Guijarro Mora, originario del estado de Veracruz, cuando tenía siete años de edad empezó a estudiar música y para sus 17 ya impartía clases a sus primeros alumnos.
Pronto reafirmaría que, sobre aquel sueño de ser médico o historiador, estaba la magia de la música y sus enseñanzas. Tras su paso por la Escuela Municipal de Bellas Artes, la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana, un interinato en la Orquesta Sinfónica de Xalapa y varios años en la Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de Veracruz, desde el año 2007 Guijarro Mora es uno de los dos clarinetistas que conforman la Camerata de Coahuila.
Su especialidad de por vida es el clarinete, ese instrumento de aliento madera de caña simple, que como característica principal destaca su versatilidad, que además de la música clásica, tiene protagonismo en la música popular como el jazz, bandas sinfónicas o valses, más recientemente en las bandas sinaloenses, incluso Fernando recuerda cómo el clarinete resuena en las tradicionales “danzoneras” en Veracruz.
“El clarinete tiene la función equivalente al de los violines en las orquestas sinfónicas, ya que tienen el papel de tocar unas partes muy preponderantes. Comparativamente es un recién llegado con otros instrumentos de aliento madera, pero ya se ganó un lugar fijo e importante, es de las voces más importantes de la orquesta sinfónica”.
Su madre era maestra de música y el destino le ponía las oportunidades artísticas frente a sus ojos, aunado a eso, su hermano mayor fue su referencia al ingresar juntos en los estudios musicales.
En esencia,
Fernando Guijarro describe que el sonido del clarinete lo cautivó, por la calidez de su timbre; un sonido oscuro y redondo que también es capaz de tener brillantez de ser necesario, sin olvidar su habilidad de ir de los graves a los agudos.
Al ingresar a los siete años de edad al Centro de Iniciación Musical Infantil (CIMI) no había instrumento clarinete y tampoco le permitieron optar por la flauta transversa por la inmadurez de sus pulmones, por lo que siguió con su iniciación artística con solfeo y apreciación musical, hasta que un buen día llegó un maestro clarinetista a la institución, ya tenía nueve años.
“Recuerdo que escuchaba al maestro a través de la ventana y me gustó mucho el timbre. Luego me explicó cómo se llamaba el instrumento y qué tipo de sonido tenía. Me gustó de tal manera que de inmediato fui a la dirección de la escuela a decir que yo quería tocar clarinete”.
A la par de sus estudios en la carrera como clarinetista, Fernando tomó la docencia como parte del proceso en su desarrollo profesional a partir de sus 17 años de edad, momentos en los que ya estaba decidido dedicarse de lleno a la música.
“En algún momento manejé la posibilidad de ser médico, me gusta la arqueología, la historia, pero la música, como tal supe que quería dedicarme a esto cuando tuve mi primer contacto con una orquesta sinfónica juvenil”.
Llegó el momento de salir de su tierra para adentrarse al norte del país. Su intención era instalarse por dos años en La Laguna y ya tiene 14 años como clarinetista dela Camerata de Coahuila, ya hasta se siente lagunero. Actualmente imparte clases en el Instituto de Música de Coahuila, donde percibe un cambio generacional marcado en los nuevos talentos, sobre todo con las innovaciones como el internet que no existía cuando cursó sus estudios.
“Me atrevo a decir que es un cambio generacional abrupto porque antes no existía el internet como parte del aprendizaje, ahora hay que abordar y transmitir los temas de manera especial. Sin embargo creo que deben seguir existiendo ciertos patrones para dedicarse a la música como la continuidad, dedicación de tiempo, esfuerzo, eso no cambia”.
EGO