Racismo y negligencia en la Camerata de Coahuila, el 'concierto' de Jairo Ossa

Entrevista | Primera parte

Luego de sufrir un derrame durante una de las presentaciones, el músico colombiano ha emprendido una batalla legal en dos años, teniendo como limitante su estado físico.

Alberto Jairo Ossa ha sufrido problemas por mantener su vivienda. (Lilia Ovalle)
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila /

En marzo de 2018, Rafael Santín del Río como gerente general de la Camerata de Coahuila concedió una entrevista a MILENIO. El 23 de febrero anterior, el chelista colombiano Alberto Jairo Ossa, en un concierto de temporada sufrió en el escenario un accidente cerebrovascular.

Santín del Río dijo que la Camerata lo acompañaba pues tendría que rehabilitarse y que sus compañeros actuaron como familia por lo que se organizó un rol para atenderlo, contando con dos enfermeros por turnos de 12 horas.

Tras la emergencia se supo que los músicos pagaron los cuidados y que después de la enfermedad y convalecencia, Ossa no ha sido liquidado como trabajador ni está en posibilidad de disfrutar de una pensión

Lucha por mantenerse

Casi a dos años y sin poder de volver a su instrumento, emprendió una demanda laboral, que amplió para establecer que el director Ramón Shade practica el mobbing o acoso laboral. En su caso aseguró, el maltrato se realizó por casi cuatro años por racismo.

En medio de la crisis sanitaria explica por qué demandó pues hoy no cuenta con recursos para cubrir el alquiler y las rehabilitaciones que recibe corren a cuenta de una A.C. que incluso paga el taxi que lo moviliza a las terapias. El material por cuestión de espacio, se dividió en dos partes. La gerencia de la orquesta declinó participar en entrevista.

¿Cuándo entraste a la Camerata?

Entré a la orquesta hace 22 años. Hasta ahora no me han dado una liquidación, no me han dado de baja. Aparezco hasta el programa del año pasado vinculado a ella, en parte esto se debe a mí, porque debo corregir unos papeles para hacer la liquidación, pero a la vez hay una parte de negligencia y de falta de solidaridad porque podrían haberme dado un préstamo.

Yo no les pedí dinero de ninguna clase, me podrían haber dado un préstamo para ir al D.F y sacar todo lo que necesitaba hacer, eso antes del coronavirus que ahora está casi imposible.

¿Cuándo fue el último día que tocaste?

Fue durante un concierto. Hoy me he recuperado, si se quiere decir así, porque yo quedé en una cama, no me podía mover, sólo me podía desplazar de espaldas. Ahora lo puedo hacer con bastón, en una silla de ruedas; puedo de una manera muy diferente, han pasado dos años y se ha recuperado algo aunque la terapia es una o dos veces por semana porque no hay dinero.

¿En dónde te están atendiendo?

En una entidad que le llaman Mentes con Alas. Es totalmente gratuita.

El problema es entonces el desplazamiento.

Sí, el desplazamiento lo asumí yo al principio de mi cuenta. Después no volví porque no tenía con qué ir. Una persona de ahí me dijo que asumía ese gasto, entonces me están llevando allá, el taxi lo pagan de Mentes con Alas.

¿Cómo te has mantenido durante todo este tiempo?

Unos amigos increíbles son los que me han procurado alimento. Tengo un problema enorme con el arriendo de la casa porque la señora no aguanta más y no hay ni manera de culparla, lo que pasa es que yo debo esperar por lo menos hasta que este país se ponga en marcha porque antes no pude hacer nada, ni pensar en hacer nada ahora.

Su casera ya cedió a un abogado el adeudo para cobrarlo judicialmente. Y se le exige el pago o iniciarán procedimientos que dice, generarán gastos al tiempo en que se le notificará la “Secretaría de Relaciones Exteriores en la oficina de ‘Inmigración’ correspondiente”.

A pesar de la capacidad, hoy disminuida, sé que fuiste a buscar apoyo en la Embajada de Colombia.

Sí, tuve que ir a Monterrey y fui solo. En la orquesta me habían dicho que me iban a acompañar pero ya había interpuesto la demanda por los dos años que han pasado y en los que no se me ha auxiliado. 

Recibí un apoyo por parte del ingeniero Pedro Madero, que me dio 50 ó 60 mil pesos en estos dos años, eso no sé en últimas en qué quedó; si fue una ayuda personal de él para mí, aunque después Pancho Rivera, gerente operativo de Camerata, dijo que era un dinero que yo le debía a la orquesta.

Hiciste una ampliación de demanda por acoso laboral.

Sí, eso ocurrió los últimos 3 ó 4 años. La consigna era que había que hacerme una persona indeseable por ser un negro feo y esto el maestro Ramón Shade lo posibilitaba equivocándose por ejemplo de notas. 

En música existen las corcheas, semicorcheas, blancas, redondas, negras, fusas, entonces en vez de negra decía negro y la gente moría de la risa. 

Hubo agresiones de mucha índole, había un WhatsApp y eso no lo puedo presentar como prueba porque no tomé capturas de pantalla pero había alusiones al Klu Klux Klan, imágenes de antropoides y cuando tocamos música bailable se ponían a imitar a Pérez Prado pero con gritos simiescos, se volvía un aquelarre el ensayo, pero el que más disfrutaba era Shade porque era el que promovía este tipo de cosas. 

Era un ambiente bastante depresivo, me quitaron la alegría de ensayar.

Un escritor aborda el tema del acoso en la Camerata. ¿Qué piensas de eso?

Pienso que Carlos Velázquez como escritor asumió una actitud muy valiente porque es algo que le puede generar reacciones en contra fuertes. Ellos no han dicho nada porque lo dejan en lo que es, ficción. En el momento en que se pongan a contestar pues lo van a hacer real.

Intenté comunicarme con músicos que validaron tu dicho. Luego alguno de ellos dijo que no quería ser entrevistado, imagino que teme.

Sí, seguro piensa que puede haber una represalia. Yo tengo una edad en la que soy candidato para el coronavirus; estamos frente a algo que puede ser definitivo y quién sabe qué va a pasar conmigo. Quiero estar entre los que sobrevivan pero uno no sabe qué va a pasar.

¿Lo que ocurre crea condiciones para que los músicos enfermen?

El que sea susceptible seguro que puede enfermar. A la gente más vieja de la orquesta los quieren poner fuera de la jugada y eso creo que se quiso hacer conmigo, hastiarme hasta que decidiera que me tenía que ir.

El director hacía una especie de trabajo psicológico. Las partituras tienen letras para ir moviéndose de un sitio a otro con facilidad, entonces se dice ‘Vamos a tocar en la A, en la B’ y así. Al llegar a la letra I, siempre decía ‘Ida’ pero como insinuando y ese es el problema de estas cosas, que es muy difícil reproducir el ambiente, pero uno sabía que se refería a que se largara de la orquesta, “Ida”, siempre. 

Podría resultar paranoico pero yo sé de música y yo sé dónde estaba.

RCM

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