El área de violín segundo de la Camerata de Coahuila desde hace un par de años cuenta con el talento del regiomontano, Rodrigo Martínez Luna, quien tomó a la música como su vida diaria a partir de los 12 años de edad y estudió en la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, tanto que ha tenido la oportunidad de tomar posgrados en Bélgica y estudios en Japón.
Tal experiencia, el aprendizaje y fogueo en institutos, orquestas y variedad de clases magistrales y cursos en otros países como Portugal, España y Francia, le ha dejado un modo propio de tocar el violín a sus 32 años de edad, con una mezcla de estilos entre el francés y el japonés, con mucha influencia de sus maestros Marc Danel, en Bélgica, y la japonesa Midori Kugota.
“La mezcla del estilo francés y el japonés me gusta mucho. Estoy muy relacionado con el estilo japonés, es uno muy medido, con una técnica muy limpia; una técnica especial en la precisión de pasajes. Se enfocan en hacerlo súper limpio, incluso se llega a sacrificar la musicalidad para que quede más perfecto”, explicó.
Su modo de interpretación primordial se basa en dominar la técnica, ya sea en el arco del violín o en los dedos, para dejar la mesa lista para expresarse musicalmente, sentir emociones y de paso, transmitirlas al público que lo escucha, tomarse el tiempo para disfrutar la música.
“Me gusta tomarme el tiempo para disfrutar la música. En lo personal primero me enfoco en lo técnico antes de poder disfrutar el momento, sentir que dices lo que querías transmitir a la hora de tocar”.
Respecto al violín, este instrumento de cuerdas frotadas y sonido agudo, Rodrigo destaca su característico sonido y además crea más formas de sonido. “Lo difícil del violín es sacarle un buen sonido”, describió Martínez, al momento de compartir que tampoco toca mal las rancheras con el instrumento viola.
Recuerda que su madre solía inscribirlo junto a sus dos hermanos a diferentes equipos deportivos, pero también musicales, ya que cuando Rodri tenía 5 años de edad, ingresaron a un programa de orquestas y coros, en tanto, no sería hasta sus 12 años que tomaría clases que lo harían enamorarse del violín.
Luego de una maestría en Perfeccionamiento de Técnica de Violín en Institut Supérieur de Musique et Pédagogie, en Namur, Bélgica, así como una estancia de estudios en el Instituto de Arte y Cultura en la ciudad de Kyoto, Japón. En Bélgica tocó en la Orquesta Sinfónica Frascati, con la que realizó una gira por diferentes ciudades de China.
Llegó el momento de regresar a Nuevo León para desarrollarse de manera profesional como primer violín de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León (OSUANL) y la Orquesta de Cámara de la Universidad Autónoma de Nuevo León (OCUANL).
Aunque por su mente pasó el tener estudios alternativos, en arquitectura o en comunicación, nunca consideró dejar la música como su actividad primordial, tanto para llegar a salir del país y conocer maestros de talla internacional.
Tomó clases en cursos como el Festival Internacional de música AIMS en Solsona, España; en el Festival Internacional de Música en Tarragona España; en el Festival Internacional de Música en Portugal, clases de perfeccionamiento en París y Bruselas, y en el Instituto de Arte y Cultura en Kioto durante su estancia en Japón.
“A pesar de que cada quien tiene su idioma y su cultura, con la música todos hablamos el mismo idioma, es un modo de unir a las culturas”.
Su arribo a la Camerata de Coahuila estuvo marcado por una serie de acontecimientos que lo recibieron, en primera instancia, después de unos conciertos como extra, tocó el turno de que fuera solista para interpretar el Concierto para Violín de Félix Mendelssohn; días después toda actividad se cancela por el confinamiento de la pandemia.
Para las nuevas generaciones de violinistas, Rodrigo Martínez recomienda que tengan mucha paciencia en su proceso por el estudio y dedicación que demanda el violín, sobre todo que no dejen de tocar.
aarp