En el año 2012 un sentimiento de profunda crisis invadía a Torreón. Los habitantes de la zona metropolitana de la Comarca Lagunera intentaban mantener sus trabajos y actividades pero a las seis de la tarde el toque de queda se imponía, en particular en el centro histórico donde los comerciantes cerraban sus negocios y apuraban la salida de la zona.
Los ataques constantes a los edificios de medios de comunicación también obligaron a la autoridad a colocar custodia federal e incluso afuera del Teatro Nazas se instaló una trinchera para repeler los ataques del crimen. En ese contexto la joven violinista Romana Rudoman, con 25 años de edad, aceptó salir de Ucrania para integrarse a la Camerata de Coahuila.
La invitación le fue extendida por el concertino Tatul Yeghiazaryan, quien tomó residencia en Torreón en 1999 y para 2006 se convirtió en asistente del director Ramón Shade sin saber que un año más tarde estallaría la violencia en la ciudad.
“Mi nombre es Romana Rudoman, tengo 34 años. La música es una historia larga. En mi familia se escuchaba el violín porque mi papá es músico profesional, es violinista, y toda la vida se dedicó a enseñar a los niños a tocar y entonces mi amor por el instrumento sí nació desde que era niña. Mi mamá no es músico pero mi hermana sí tocaba en aquellos tiempos el violín; ella me lleva nueve años, es mayor y entonces ese era mi entorno. Yo empecé a tocar cuando tenía seis años”.
Rudoman cuenta que ella nació en la parte occidental de Ucrania y desde pequeña estuvo en la escuela de música. Al llegar a casa su papá la apoyaba y continuaba la enseñanza, convirtiéndo la música en un hábito. La primera presentación que recuerda la hace sonreír pues fue en el jardín de niños. Se trató de una canción infantil pero eso la llenó de alegría y dice que fue sencillamente emocionante.
Después llegaron los concursos y las competencias infantiles. Ella tiene la certeza de que en su país se competía sí para ganar pero además con la idea de perfeccionar la técnica al poder comparar la ejecución con otros músicos.
“Participaba y ganaba también y recuerdo cuando mi primer logro; gané un concurso y me regalaron una cámara fotográfica, era entonces pequeña pero me emocionaba. Después a los doce años, mis papás me enviaron a una ciudad más grande a estudiar; la ciudad donde nací es chiquita y salí a estudiar a una escuela de música especial para niños talentosos y ahí nos combinaban las materias de música con las materias de educación normal o formal, eso ocurre desde la primaria y hasta la preparatoria, pero entré a los doce años a la secundaria”.
Su maestro, Sergey Evdokimov, fue una gran influencia para ella al ser discípulo de la escuela de ejecución de violín de Yuri Yankelevich. Para entonces, la hermana de Romana ya no tocaba el instrumento y en el tiempo de definición profesional se dedicó a estudiar derecho, siendo ahora una abogada exitosa que vive en Ucrania y trabaja para el gobierno en la capital, Kiev.
Ella en cambio siempre supo que el violín era su vocación y la ciudad donde lo estudió, Kharkiv, le permitió acceder a una riqueza cultural impresionante por lo cual pudo acudir a conciertos de solistas famosos, así como a conciertos de la Filarmónica y el Teatro de Ópera, con un ambiente muy enriquecedor toda vez que dice que los alumnos tenían un nivel de interpretación destacado y era una constante competencia sana.
“Competimos en el aspectos de mejorar lo que tú tienes, el trabajar más y mejorar logrando metas. Posteriormente entré al conservatorio y me gradué, con título de maestría en mi instrumento. Con títulos de concertista, de maestra, e investigadora de música y de participante de ensambles de música de cámara”.
La vida profesional de Romana Rudoman apenas comenzaba fuera del ámbito académico y aunque tenía la oportunidad de probar su talento en cualquier país de Europa, una llamada telefónica le amplió la panorámica hasta México y Torreón, una joven ciudad que apenas había rebasado el siglo y que si tuvo alcances internacionales noticiosos fue por la inseguridad que vivía entonces.
“Curiosamente el maestro Tatul Yeghiazaryan, que en aquellos años fue el concertino de Camerata de Coahuila, buscaba persona que podría compartir atril con él, primer atril de violines, y entonces personas que él conocía me recomendaron a mí; él escuchó mis grabaciones y le encantó y me extendió la invitación del maestro Ramón Shade. Yo estaba en Ucrania trabajando en una orquesta, tocando en conciertos de música de cámara y salíamos de giras".
“También trabajé en el conservatorio con estudiantes y en el Departamento de Música de Cámara, pero se me dio la invitación de Camerata y me dieron ganas de conocer México. Yo llegué directo a Torreón, no sabía nada de la ciudad. Era 2012 y todavía había un poquito de inseguridad, pero aunque me comentó sinceramente estas cosas, de todas formas sí me llamó la atención. No me asustó pero sí me comentó que había algo de inseguridad. En mi casa me apoyaron siempre, y ahora estoy feliz porque siempre promovieron y apoyaron”.
Rudoman resume que le gusta la región y el nivel de los músicos que integran a la Camerata de Coahuila es muy alto, motivo por el cual se mantienen en constante crecimiento. El entusiasmo entre los intérpretes es grande y su capacitación constante. Y ella, como la mayoría, también comparte sus conocimientos a través de la docencia y en este caso lo hace con muchachos en el Centro Cultural La Jabonera y con la Orquesta Sinfónica Juvenil de Torreón (Osijut), a quienes preparan para estrenar la ópera La Bohème de Puccini.
EGO