En diciembre de 2004, una noticia sacudió a toda la sociedad argentina, no sólo a la bonaerense: alrededor de 200 jóvenes fallecieron a causa de un incendio en la República Cromañón, uno de los sitios más populares para conciertos de rock de aquel momento, y que marcó un punto de quiebre para toda una generación.
“En ese entonces cursaba el tercer año de la educación secundaria, tenía 15 años”, recuerda Camila Fabbri, “y me quedó la conciencia de que un lugar al que uno se entregaba al disfrute, a pasarla bien, como una alternativa al hogar familiar —ese espacio problemático que podía ser la casa de uno, porque a esa edad uno lo que intenta es salir de casa y no volver a entrar— también se puede padecer, nos dejó marcados a muchos y a muchas que vivimos esta situación”.
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A partir de esas evocaciones, pero en especial para tratar de entender la manera en que esa historia sigue presente, la escritora y dramaturga escribió El día que apagaron la luz, aparecido en México bajo el sello de Almadía, en donde se propuso contar cómo es vivir con eso después: “cómo es volver a esos lugares, estar de nuevo en lugares cerrados, con multitudes y volver a conquistar esa plenitud, esa paz, en ese tipo de lugares”.
“El libro está estructurado en varias partes. Por un lado, está el recuerdo personal de lo que fue aquel momento, no necesariamente de la noche de la tragedia, sino de mis costumbres en ese entonces, de esa pulsión permanente por estar afuera de mi casa y muchas costumbres que tenían amigos y amigas de mentir, de no decir a dónde iban a estar: esa sensación de que estábamos a salvo en cualquier parte y no nos iba a pasar nunca nada.
“Después están las entrevistas que hice, muchos años después, a amigos y amigas del colegio, y a muchas personas cercanas al hecho, gente que vivió esta situación de cerca y cuenta sus sensaciones de haber sido tan jóvenes y haber visto tantas cosas tan tremendas”, a decir de la también actriz y autora del volumen de relatos Los accidentes.
Habrá quien piense que poco más de 15 años no son suficientes para compartir una historia como la que le tocó vivir a Camila Fabbri. Ella misma reconoce que, aún hoy, la distancia no es suficiente, porque cuando tiene que dedicar una mayor reflexión al significado del libro —incluso, leer algunas partes—, le cuesta mucho trabajo, “no hay algo tan resuelto, pero tenía ganas de hacer ese movimiento, de transformar esas imágenes que tenía en la cabeza en un relato que pudiera leer otros, volverlo transferible desde ese lugar”.
“Fue muy curioso cuando salió el libro en Buenos Aires, en 2019, un libro prepandémico, como que las personas sintieron la necesidad de contarme otras historias: aquello seguía muy vivo, más allá de que no se volvió a hablar, pero quedó muy vivo para todos y para todas. Hay un relato muy nítido de ese diciembre de 2004”.
El día que apagaron la luz tiene algo de performance en su estructura: por un lado —y por eso se llama novela crónica, a decir de la escritora—, no es un libro que aporte elementos periodísticos a la tragedia de Cromañón; al mismo tiempo, hay algo de novelado en el sentido que se propuso contar las vidas de esas personas, para lo cual se sirvió de la lectura de De vidas ajenas, de Emmanuel Carrère, “porque en esa construcción novelada hay algo de crónica, puesto que toda esa historia pasó de verdad”.
“Hay algo de la juventud en mi novela y es que hay muchas cosas que una no sabe, no conoce, no exploró, a la que todavía no llegó y eso es algo muy sano, muy amable. Es lindo vivir así con ese estado de inconsciencia: la juventud está teñida de estos momentos de no medir los peligros, de no discernir precisamente qué es el peligro. Eso tiene su Lado B, pero en la adultez también uno sabe tantas cosas y vivió tantas cosas, que uno se empieza a apagar, se vuelve un poco más gris”, cuenta Camila Fabbri.
El día que pagaron la luz tendrá una presentación virtual la tarde del martes 10 de agosto, a las 19:00 horas, desde las redes sociales de Editorial Almadía, con los comentarios de Daniel Saldaña Paris y Robin Myers.
PCL