La escritora transgénero y actriz Camila Sosa sorprendió en la pandemia con Las malas, un relato escrito por alguien "inesperado", ya que, según cuenta en una entrevista, de las "putas travestis" que nacieron "esclavas de su apariencia" y de la violencia recibida no se suele esperar más que su cuerpo.
"Lo único que se esperaba de mí era mi culo, mis tetas, mi boca y no mucho más, pero yo me puse a escribir", asegura la autora argentina desde Cartagena de Indias, donde participó en el Hay Festival.
Las malas (Tusquets, 2019), donde habla de su encuentro y hermandad con las prostitutas travestis del Parque Sarmiento (Córdoba, Argentina), llegó en la efervescencia de la inclusión trans en la ficción y cuando cierta parte del feminismo las excluye, aunque Sosa considera que casi les están haciendo un favor.
Han dicho que es la voz de la literatura trans, ¿se siente cómoda en esa figura?
Respuesta: No, no, no. Para nada. No, porque además eso es una cárcel para mí. De hecho hace poco planeando la prensa del nuevo libro fue una pregunta que me hicieron: "¿cómo te sientes con este mote?", y yo dije: "no, me da muchísima vergüenza".
En los últimos años ha habido un auge de series, películas, literatura con personajes travestis, trans, no binarios, que ya no solo son secundarios, ¿cómo lo ve?
Yo creo que estaban aburridos, que había muy poco para contar ya del mundo normal, de los "normales"; de los blancos, de los galanes, las guapas... Hace 2000 años que estamos escuchando las mismas historias, entonces sigue cierto proceso de esquilmación, de extractivismo sobre nosotras que tenemos toda esa novedad de que somos misteriosas.
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Pero sigue habiendo un cierto encasillamiento en los personajes, ¿no? El de la mujer trans que se prostituye, ligado al VIH...
Claro, y de bondad y siempre abnegadas, siempre soportando y siendo buenas y teniendo alegría, fe y resistiendo. Nunca somos malas en las ficciones que se hacen; nunca somos villanas, narcos, nunca cometemos crímenes. ¡Como si nosotras no hubiéramos sido peligrosas durante toda nuestra historia!
También se suele presentar las relaciones sexuales como tóxicas, violentas, fetichistas... ¿hay fallos al representar la sexualidad de las personas trans?
Sí, pero porque nosotras no hablamos de nuestro erotismo. No tenemos permitido hablar de qué nos calienta. Siempre es una servidumbre el sexo para con las travestis, es decir, es extraño -y yo hablo de experiencias personales- cuando un amante se acerca y le dices: "esto sí, esto no; esto me gusta, esto no lo quiero, esto me seduce, esto no me calienta". Y ellos se confunden, me dicen: "¿cómo puede ser que tú digas eso, si tú tienes que aceptar todo lo que yo te propongo?".
Porque sigue habiendo -pese a que el mundo ha comenzado a darse cuenta de que somos seres humanos- cierta obligación prostitutiva (...) como si yo tuviera que responder siempre a los caprichos ajenos.
¿Y ayuda esa imagen hipersexualizada que se hace de las mujeres trans?
Cuando era joven creía que el deseo ajeno me protegía de la violencia, después me di cuenta de que no. Nos ven hipersexualizadas pero también desagradables (...) A mí me gusta lo que yo provoco en los hombres cuando ellos me ven, es un placer muy grande que se azoren con mis piernas, con mis tetas; no voy a negarte eso. Freud hablaba de los diques anímicos, él decía que el amor es el único capaz de derribar los diques anímicos. Yo creo que ahorita falta que nos miren con amor.
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Cuenta que escribía para crearse sus propios papeles porque no los había, ¿qué papel le gustaría crearse ahora?
En julio empiezo a filmar una película sobre una novela mía que se llama Tesis sobre una domesticación, que salió en Argentina. Es la historia de una actriz trans casada con un abogado gay y adoptan un niño seropositivo. Es la historia de una actriz travesti que ya tiene toda su vida resuelta, que no tiene que preocuparse por ganar dinero, por ser aceptada socialmente. Además sucede como dentro de unos 10 años la historia.
Me pidieron los derechos, comenzaron a hablar con productoras, apareció la Corriente del Golfo de Gael García Bernal y Diego Luna y ya está a punto de comenzar a filmarse.
En Latinoamérica hubo un estallido social y feminista, con miles de demandas, ¿siente que en esas demandas están incluidas las suyas?
Nosotras las travestis en particular creo que hemos sido de las pocas minorías que hemos mejorado, que hemos podido organizarnos, que hemos podido hablar entre nosotras y contarnos qué nos sucede. (...) Hemos organizado otras experiencias, otras formas de vivir y de existir y eso está muy bien.
Creo que el feminismo nos ha quedado chico para las trans, la invitación de las feministas transexcluyentes es una buena invitación, más allá de la virulencia con las que ellas se expresan, cierta brutalidad epistemológica. Creo que la invitación que nos hacen a las trans es bien interesante, es casi un reconocimiento a nuestra inteligencia, a nuestra capacidad de hacer mundo por fuera de cualquier cosa.
¿Cuál es el siguiente paso que hay que dar?
Derribar a los ricos, ir en contra de los multimillonarios del mundo. Tan sencillo como eso. (...) Creo que hay que detonar la concentración de la riqueza.
Háblame de tu próximo libro.
Se llama Soy una tonta por quererte, fíjate que bonito título. (...) Es un libro de nueve relatos; tiene su cuota de ciencia ficción, tiene su cuota de realismo... Es un libro muy bonito, que he escrito con muchísimo terror, con muchísimo miedo, me ha costado mucho. Después de Las malas volver a las pistas era algo bastante difícil, sabiendo que podía fracasar completamente.
evt