El camino al Mictlan tiene el rostro de un xoloizcuintle ensangrentado, poderoso, recubierto de jade y esmeralda con una hermosa flor de cempasuchil surgiendo de las cuencas vacías, de sus ojos muertos.
Es encargado de guiar las almas por el infinito del inframundo, la casa de Mictlantecuhtli, amo y señor de la muerte en el mexicanisimo corazón de nuestra tierra y cultura.
También hay un jaguar, Balam, la otra criatura divina con autorización para recorrer a sus anchas el inframundo y el hogar del padre maya Ah Puch, eterno regidor de la muerte y la oscuridad.
El hermoso ejemplar es el símbolo del poder, la sabiduría, la libertad. Puede darse el lujo de elegir sus alimentos porque no todos los sacrificios son válidos ni todas las carnes comestibles. Algunos ni siquiera merecen acercarse…
Luego hay un cráneo manipulado, herido, con la mandíbula roja y algunas piezas dentales desaparecidas. Lo curioso es que se trata de una representación ósea pero en sus manos hay carne y dedos y nervios.
Entonces ¿está muriendo o resurgiendo?
El Camino al Mictlán es un reto a escuchar para quienes así lo deseen y las obras se pueden admirar hasta el próximo jueves en la Plaza Pabellón Universitario de la UAEH.