Hay una búsqueda permanente en la literatura de Benito Taibo: contar las pasiones humanas sin importar el género ni las etiquetas. Eso sucede con su libro más reciente, Mundo sin dioses 1. Camino a Sognum (Planeta, 2018), donde juega ser ese creador de territorios y personalidades, a ser un dios.
“Todos los escritores tenemos en la cabeza las ganas de jugar a ser dioses y me propuse crear un mundo, pero no sabía que era muy difícil, me metí en un lío espectacular, porque generalmente lo que había hecho era confiar en mi intuición y escribir a partir de la brújula, nunca fui un escritor de mapas y ahora lo tuve que hacer: tengo tres libretas llenas de cosas que iba imaginando y que luego iba olvidando, por lo cual volvía para saber de qué chingados estaba hablando”.
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Una trama en la que le rinde homenaje al género fantástico, donde tres adolescentes buscan recuperar el destino que les han robado, un matemático tratará de encontrar a la Intocable que lo condenó a muerte y una joven mantiene dormido a un ejército de guerreros mientras disfruta contemplar sus sonrisas durante sus sueños.
“Vengo de la fantasía y de la ciencia ficción, de la novela policiaca y es mi homenaje a esos tres géneros, pero sobre todo es un homenaje a las pasiones humanas. Si tú le quitas a la novela todo lo que tenga de magia, las espadas, las cosas raras que tiene alrededor, lo que le queda es el camino del héroe y las pasiones humanas”, cuenta Benito.
El reconocimiento, además, a un género que suele menospreciarse o al que se le coloca la etiqueta de literatura juvenil, lo que en gran parte se debe al desconocimiento de los desafíos que acompañan a la escritura de una novela como Mundo sin dioses 1. Camino a Sognum, el primer volumen de una trilogía. Benito está trabajando en el segundo, mientras espera la reacción de los lectores, en especial de los jóvenes.
El desprecio de los intelectuales
Mundo sin dioses pretende ser su homenaje a la fantasía pura y dura, épica, asegura Benito Taibo, quien reconoce que la literatura siempre está rodeada de las pasiones humanas, “son las que la mueven y hacen que funcione, porque al final uno escribe desde su conocimiento de las cosas y con la intención de hacer un homenaje más a la literatura y a los libros”.
“Los intelectuales desprecian muchas cosas que no conocen. El nudo que tienen en la corbata los hace ahogarse en sus propios pensamientos o porque tienen que demostrar que son mucho más doctos, inteligentes… hay muchos de ellos que podrían muy bien entrarle a estas historias de aventuras y nos caería muy bien a todos”, resaltó el autor de Persona normal y Corazonadas.
"Los intelectuales desprecian muchas cosas que no conocen".
El reto está en que se puede inventar o crear mundos, animales, situaciones, comidas o bebidas, pero no se puede hacer lo mismo con las pasiones: están ahí, asegura el escritor, y no existen más, se juega con las cartas del amor, el desamor, la traición, el dolor… “el chiste es aderezarlas con el alrededor”.
“Creo que la fantasía está ahí para dotar de armas para enfrentar a los monstruos de la realidad: sirve para usar a todos estos mundos como una herramienta para enfrentar el día a día, lo cotidiano, no como evasión, sino como forjadores de personalidad”.
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