Mantener la capacidad creativa para no caer en la monotonía, y de paso vencer así el miedo a la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, es indispensable pues ayuda a pasar este periodo lo mejor posible.
Así lo considera Noé Facundo Roque Pacheco, un canta-cuentos de 60 años de edad, originario del municipio de Atotonilco de Tula, quien comenzó hace unos días con la narración de cuentos a través de videos en su perfil de Facebook con su mismo nombre.
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Licenciado en Psicología por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), fue docente de Filosofía y Arte por 23 años en la escuela preparatoria Sor Juana Inés de la Cruz de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), situada en Tlahuelilpan.
El artista hidalguense tiene toda una vida como cuentacuentos o canta-cuentos, en lo particular; desde hace 12 años inició una nueva aventura, la primera temporada del proyecto denominado: Canta-cuentos bajo el árbol.
En ese entonces comenzó el proyecto junto con un guitarrista de renombre, José Luis Ugalde, también de Atotonilco de Tula; la segunda temporada del mismo la efectuó dos años después, en compañía de alumnos de la preparatoria Atotonilco; hace dos años retomó el proyecto en su tercera temporada, con otro docente de la misma preparatoria.
La cuarta temporada de Canta-cuentos bajo el árbol la lleva él solo; decidió preparar su material, su show y de cuando en cuando se ha presentado en escuelas, durante aniversarios, Día del Niño, semanas de la lectura u otros eventos de ese tipo.
Aunque también lleva su cuentacuentos a fiestas infantiles, son pocos, contados; hay poco consumo de lectura en México, dice. Sin embargo sus esfuerzos por acercar a la población con la lectura no paran; hace unos días decidió probar con la tecnología, narrar uno de sus cuentos en vídeo y luego subirlo a su perfil de Facebook.
Para su primer cuento, Bigu, un cuento zapoteca, usó figuras de cartonería hechas por él mismo. Así con sus figuras narró, ilustró el cuento.
Ahora lo volvió a hacer, con el cuento El consejo de Facundo, un cuento en verso de Carmen Gil, en poesía para la paz, y para el cual se apoyó de ilustraciones en papel desplegadas sobre una superficie, y con el teléfono fue haciendo los encuadres necesarios para narrar la historia, una historia para niños que invita a una reflexión sobre la paz.
Está en espera de ver qué tanta respuesta tiene su proyecto virtual por la contingencia sanitaria, hasta ahora es buena, confiesa.
Señala que continuará narrando cuentos a través de redes sociales, esperando que con ello pueda acercar a las personas a la lectura, y ayudar a sobrellevar este confinamiento obligado por la pandemia.
Confía en que algún día alguno de sus espectadores se anime a leer algo, cantar, o a realizar cualquier actividad artística a través de las redes, como él.
Debemos de ser más positivos como sociedad, y publicar más contenidos culturales –dice– y no tantos memes o chistes de mal gusto; es decir, usar para bien las redes sociales.
Además de buscar este giro de contenido, desea darle impulso a cuentos nuevos; dejar un poco de lado los tradicionales cuentos para narrar nuevas historias y presentarlas de manera creativa, cada vez diferente, para no aburrir a los espectadores.