Lila Downs inició con intensidad su concierto con "Son del chile frito" y siguió a ritmo de cumbia mientras su público coreaba y bailaba en sus asientos, sin atreverse aún a levantarse y celebrar con ella esa reunión que la trajo de vuelta al Festival Internacional Cervantino Cervantino.
Lila causó expectativa en la ciudad de Guanajuato desde la mañana, cuando llegó a la conferencia de prensa para hablar de su regreso al festival en su edición 50.
- Te recomendamos Lila Downs: Sobre la mujer, “vamos a componer cientos de canciones” Cultura
Público, fans y reporteros le pidieron fotos. Al salir, sus admiradores volvieron a acercarse y, durante un tramo, la acompañaron mientras andaba por el centro histórico de la ciudad. Por eso la noche fue la culminación exitosa del día de Lila en el Cervantino.
Color y música
En el concierto que ofreció en la Alhóndiga de Granaditas el público volvió a volcarse con ella y a rendirle homenaje coreando su nombre poco antes de iniciar y después pidiéndole canciones, bailando y aplaudiendo.
Tras las dos primeras piezas, Lila dijo que interpretaría canciones profundas del alma y para ello presentó al cuarteto de cuerdas Barro negro, que la acompañó en varias piezas más.
El arpa de Celso Duarte, su compadre, dijo, estuvo presente, así como diferentes parejas de bailarines y solistas vestidos con trajes tradicionales mexicanos.
Nueve músicos base, incluida Pati Piñón en las percusiones, así como el Mariachi Femenil Nuevo Tecalitlán también fueron parte de la fiesta que la oaxaqueña armó en la explanada ante cientos de personas con boleto y varias decenas más que la admiraron desde la barda de la calle, la otra tribuna para ver a los artistas que se presentan en este escenario emblemático.
El otro complemento a esta fiesta de color y música fueron las imágenes desplegadas en la pantalla, una iconografía que mezcla elementos típicos mexicanos que acentuaron el estilo ecléctico de Lila en su música y su arte.
Canciones del corazón
En el repertorio de la artista no faltan las canciones de amor y desamor intensas, como el tema que presentó, "Dos corazones" o sus versiones a clásicas rancheras como "El último trago" o "Cucurrucucú paloma".
También presentó una canción que hizo derivada de la pandemia y dijo: "Las canciones son como los hijos, a veces salen en inglés", y la interpretó en la lengua de su padre, enfatizando en su raíz doble, mexicana y estadunidense.
Tampoco podía faltar su postura respecto a la violencia contra las mujeres y dedicó "Dignificada" a las que han desaparecido y a las madres del comité Eureka mientras en pantalla se veían imágenes de Digna Ochoa, abogada asesinada en 2001, y Rosario Ibarra de Piedra.
Un nuevo valor
"Urge", "Tiembla", "Envidia" fueron las canciones que siguieron, pero en medio de la euforia, la cantante tuvo un momento para cederle el escenario a una joven que estaba en primera fila y que había cantado en la tarde desde la calle mientras ella ensayaba.
Se trataba de la joven Reina Domínguez, quien cantó a capella "Alcoba azul". "Aventada la mujer, pues sí porque ¡es de Guanajuato!", dijo Lila al despedirla de escena.
Después siguieron las complacencias que perfilaban el final: "Zapata se queda", "Mezcalito", y con las que el público al fin se puso de pie para bailar, "La cumbia del mole" y "Cariñito".
En el encore que no podía faltar, Lila ahora sí se tomó un mezcal y cerró la noche con sus versiones de "Estoy en el rincón de una cantina" y "Vámonos", de su favorito, José Alfredo Jiménez.
El público quería más, mientras la cantante se retiraba del escenario con la música de "Cariñito" de fondo.
PCL