La malagueña de Elpidio Ramírez y Pedro Galindo. El dibujo es de la maestra Carmen Parra, que ha realizado una investigación estética, a lo largo de su vida, sobre el arte novohispano. En este dibujo recuerda el erotismo femenino, la esencia poética de su cuerpo hecho de música.
Carmen nos recibe en su luminoso estudio, con un monumental y hermoso arcángel, con armaduras y sedas, pintado por ella, y sus pájaros cantando en sus jaulas. La pintora nos dice cómo realizó el dibujo sobe la canción: “Es un huapango exquisito cantado por Miguel Aceves Mejía. Me inspiró. Como quería poner los mariachis, los ojos, las mujeres, la malagueña, las guitarras. Entonces hice esta síntesis en donde está una guitarra que puede ser mujer, unos mariachis que le tocan a la mujer y los ojos y los labios de una mujer, de frente y de perfil. Es mi interpretación”.
La persistencia de la canción. 1947. La malagueña ha vivido décadas en el gusto del público. Es la condición del arte, permanecer. Carmen asiente: “Siempre, siempre. Porque, cuando te habla la poesía, cuando te habla ese tema, siempre te mueve tu corazón y tu sentimiento. Me llegó ahorita a la memoria un libro de Jacques Attali que se llama La música y el poder. Es un análisis de cómo el arte, la música, en todas las épocas es parte del poder, porque es también un elemento de convencimiento de las grandes masas. El problema ahora es que estamos dominados por la música anglosajona. A donde vayas, en el pueblo más remoto de la República, la gente oye música anglosajona. Porque es una manera de poder. Todas estas canciones ya son arcaicas para los jóvenes. Por eso este programa, El Arte de la Canción, creo que refuerza que la gente vuelva a oír esa música extraordinaria”.
Carmen como artista rebelde ha conocido todo espectro cultural, mientras ella mantiene su visión y su obra, nos aporta escucharla: “La esencia femenina es nuestra guerra, es una guerra florida. El trabajo es arduo, porque el trabajo del ser humano es siempre un trabajo interno para la libertad. Pero la gente no quiere ser libre porque implica muchísimo esfuerzo. Hace rato les digo que es muy fácil echarle la culpa a los otros de todo. ¿Dónde está tu responsabilidad de lucha? Tienes que ser muy valiente, te tienes que hacer responsable de tu creación, de tu propio lenguaje. Y no traicionarte”.
Cuando Carmen decidió hacer la investigación sobre el novohispano y retomar los arcángeles, las vírgenes, nadie lo hacía, ella innovó buscando en el pasado: “A nadie le interesa. El otro día fui a la Catedral Metropolitana y está bastante amolada. Mi llamado es a proteger el patrimonio básicamente. Es un trabajo que, como estudié antropología, pues me interesa mucho. Estudié historia, teología, todo lo que tienes que estudiar para ir sabiendo cómo se van sobreponiendo las capas culturales, que es lo que nos falta hacer. En el siglo XXI en México nadie sabe qué pasó, porque no hay una lectura horizontal, ni de los artistas, ni de la arquitectura, ni nada. Son como picos, nadie sabe realmente qué pasó. Como todo es tan rápido, hay un fenómeno extraño de no ver el pasado”.
Carmen ama el arte, es la artista de los arcángeles, de un barroco personal, inolvidable.