Marzo debería ser el mes de la poesía mexicana. Nacieron Jaime Sabines, un día como hoy, y Octavio Paz, el 31 de marzo. Dos extremos de la poesía mexicana, dos contemporáneos. También en marzo murió el chiapaneco, hace 25 años, el día 19 del mes.
A falta de mayores homenajes por la efeméride, un puñado de diputados federales tomó uno por uno la tribuna en San Lázaro, en la sesión plenaria del miércoles 20, para hablar bien del que fue dos veces diputado del PRI en tiempos de Carlos Salinas (hubo una legisladora que lo llamaba “Jaime Sabinas”).
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No hubo quien no citara “Los amorosos”, ese poema que dice que “los amorosos callan”, a diferencia de los políticos.
Justo allí en la Cámara de Diputados conoció al poeta libanés de Tuxtla Gutiérrez, un 17 de diciembre de 1988, Pilar Jiménez Trejo, joven periodista cultural de 19 años que persiguió al autor de Horal hasta que lo convenció de concederle en su oficina una entrevista, que durante la década siguiente y hasta la muerte en 1999 del hijo del mayor Sabines, del mayor de los Sabines, se volvieron muchas entrevistas, más de 90 casetes con sus palabras grabadas y que ya fueron digitalizadas por la Fonoteca Nacional.
Con esas grabaciones y esa amistad de una década, la periodista y hoy también gestora cultural tardó otros 17 años en resumir la vida y obra del poeta en Sabines. Apuntes biográficos (Tusquets, 2014).
A una década de la publicación del libro, que en 2019 se reimprimió, Jiménez Trejo comenta que la familia del poeta conserva un tesoro: unas 80 carpetas con los manuscritos de los poemas de Sabines que todo mundo conoce y recuerda, pero también con otros tantos inéditos que esperan volverse libro.
“Son como 80 carpetas que tiene su familia donde están los manuscritos de los poemas que ya conocemos y otros poemas que nunca publicó, inéditos. Esperemos que los podamos algún día conocer. Originalmente Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco se iban a encargar de seleccionar los poemas (inéditos) para hacer una edición (con la anuencia del autor), que no se hizo. Y Sabines dejó esa misión a sus hijos Julio y Judith, pero a ellos les da un poco de temor revisar esas carpetas y escoger poemas que a lo mejor su padre no hubiera decidido publicar. Yo los estoy animando, ojalá un día lo hagan.
“Hemos intentado también que con los manuscritos, archivos y cosas personales, cartas, libros, cuadros (como uno que le hizo Rafael Alberti) se pueda hacer un museo de Jaime Sabines. Lo he intentado con la familia, con gobiernos, con empresarios. Hay un tesoro en las manos de la familia Sabines Rodríguez que no conocemos y que ojalá se animaran a dejárnoslo ver”, dice Jiménez Trejo en entrevista .
“No fue político”
La periodista sostiene que Sabines no era político. “Pienso que fue una casualidad que Sabines estuviera en la política. No fue político. Primero que nada Sabines nació poeta a pesar de él —como me dijo y está en el libro— porque desde niño la poesía le llegaba y estaba siempre en su ánimo y en su escritura. Fue un poeta que nunca vivió de becas, solo tuvo la del Centro Mexicano de Escritores, donde conoció bien a Juan Rulfo, de quien fue amigo porque tenían muchas características en común, y a Juan José Arreola”.
“Sabines primero fue vendedor de telas, después de muebles y luego de alimentos para animales, no vivía de escribir. Y por dos periodos cortos fue diputado. Decían algunos que le servía más al PRI Sabines, que a Sabines el PRI. En algún momento, en 1945, Sabines estuvo en el Partido Comunista, pero después se salió, desencantado. Su paso por el PRI fue porque, como él decía, era el único partido que había. Era un hombre que decía que la vida te pone cosas en frente y las tienes que llevar a cabo”.
Jiménez Trejo refiere el pavor que en su última década de vida tuvo Jaime Sabines de padecer cáncer, del que habían muerto su hermano y su padre, y cómo se conmovió cuando Octavio Paz murió. De hecho, cuenta la periodista que al día siguiente de que falleció el premio Nobel de Literatura 1990, el 19 de abril de 1998, poco más de un año antes de que sufriera el mismo destino el autor de Tarumba, este le comentó que lamentaba no haberse preocupado de su propia obra como lo había hecho Paz.
“Cuando murió Octavio Paz le impresionó mucho”, comenta Jiménez Trejo, quien recuerda que entre ambos poetas siempre hubo buen trato, que no cambió ni siquiera cuando Sabines dijo a Elena Poniatowska que la poesía del autor de Piedra de sol y La estación violenta no le interesaba.
Jiménez Trejo busca nueva editorial para Sabines. Apuntes autobiográficos, porque a pesar de ser la transcripción de la voz del poeta de Algo sobre la muerte del mayor Sabines y Los amorosos, Tusquets no ha hecho ningún esfuerzo por difundirlo o promoverlo.
“Me tardé 10 años en entrevistas con Sabines, si no hubiera muerto seguiría entrevistándolo. Tardé otros 17 años para publicar el libro, me había ido al extranjero como corresponsal y también creía que había sido muy joven cuando lo había entrevistado. Es su voz la que escuchamos”, expone la periodista.
“Soy un poeta de la vida”
Descarta que su libro sea una biografía “autorizada” de Sabines, que para ella era un filósofo de la vida, un iluminado, un sabio, cuyo tema era la condición humana.
“En el libro hay un capítulo donde Sabines habla mucho de filosofía. Y él dice que el poeta y el filósofo llegan a la misma conclusión, que es hablar de la condición humana; la diferencia es que el filósofo va dando muchas vueltas, por laberintos, y el poeta llega directo a descubrir la condición humana. Sabines era un poeta, un filósofo, un sabio, un iluminado.
"Y está muy vivo hoy, podemos ver la cantidad de páginas en redes sociales dedicadas a él y a su poesía, incluso alguien ha subido ya a Spotify todo su recital en Bellas Artes. Y sus libros están traducidos a muchísimas lenguas, desde que en 1987 se llevó su poesía por primera vez a otro idioma, al alemán”, comenta la periodista de Cultura en Bicicleta.
Hay otro capítulo dedicado a “Los amorosos”, a su gestación en voz del propio poeta, que lo publicó en su primer libro, Horal (1950).
“Jaime Sabines habla de tú al lector para llegar más directo y el mensaje del poema, que él reconocía que no era de sus mejores poemas. Es que la vida renace siempre, todos los días muere pero renace, eso fue un tema constante en su poesía, y al final dice que los amorosos se van llorando la hermosa vida”.
De los nueve capítulos del libro, uno también está dedicado a la muerte, fundamental en toda su obra. Sin embargo, Jiménez Trejo acota que un día alguien le dijo a Sabines que era un poeta del dolor y la muerte y él le respondió. “No, yo soy un poeta de la vida, amo la vida, por eso me he sometido a 40 operaciones, porque quiero vivir”, respondió el poeta a su interlocutor, según la autora de Sabines. Apuntes biográficos.
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