Casa del Actor: refugio de esperanza y grandes historias

El inmueble inaugurado por Mario Moreno Cantinflas en 1944 da cobijo y amparo a actores sin recursos.

El hogar de los histriones se ubica en la colonia Mixcoac. (Especial)
La residencia de los histriones enfrenta el problema de que la ANDA (Jesús Ochoa), no quiere pagar los gastos. (Especial)
Carlos Díaz Barriga
Ciudad de México /

A unos pasos del mercado principal de Mixcoac está la casona de alta puerta, larga barda y ancha historia. Me lleva a reconocerla Sergio Palma, uno de sus ángeles guardianes… sobrevuelan varios por ahí, como ‘Santa Gabriela Anónima’ y otros más. Todos a una, como en Fuenteovejuna.

El más largo de sus pasillos es como un túnel que pasa profundo por debajo de una montaña de trayectorias, para quienes veneramos las de estos seres... el túnel está iluminado por los nombres en las puertas: Rosa de Castilla, Luz Huerta –de las Hermanas Huerta—, Olivia Michel, la vedete Wanda Seux, Humberto Dupeyrón, Aarón Hernán (ex líder de la propia ANDA). Antes ahí fueron cobijados –literalmente- Andrea Palma, Amelia Wilhelmy (La Guayaba), Esther Fernández, el cómico Schilinsky, Tun Tun (el de Tin Tan), la dulce Carmelita González, la imponente Rebeca Iturbide, el querido Joaquín Cordero... y tantos más.

Por una ventana se ve a una mujer con hilo y aguja... cosiendo en paz. Es Elisa Fonts y fue payasita de circo... domadora de elefantes. Pronto cumplirá 90 y quiere vals. Y ya en el jardín, ahí está sentada en una banca, frente a una palma... junto a un rosal florido, envuelta en un cálido ropaje de franela azul, uno de los dos rostros más bellos de la historia del cine mexicano: Alma Rosa Aguirre. Quisiera darle un beso, pero ella está dormida... y yo no soy príncipe.

La novela de la Casa del Actor comenzó en 1940 con una escena callejera que bien podría haber filmado Chaplin... cuando al salir de dar una función en el teatro Colón, el célebre mimo mexicano descubrió que la anciana que pedía limosna en la banqueta era Elvira Tubet, gran actriz española de zarzuela en otros tiempos. Fue el detonador. Decide pagarle un cuarto modesto de hotel y hace lo mismo con Enriqueta Monjardín, famosa tiple olvidada de varias décadas atrás.

El 20 de febrero de 1944, portando una chamarra de ante color beige, apareció Mario Moreno en Tiziano número 34 y tomado en cada brazo por dos ancianas, para inaugurar la Casa del Actor, dio un mensaje. Serio, breve. Sus palabras ese día no jugaron. Acaso dijo lo que todo artista encontraría en esa casa: “... ya no morirá de soledad, pobre, enfermo y olvidado; porque ya tiene un hogar y una familia que somos todos nosotros.”

Eran la categoría y humanidad, hoy perdidas, que entonces mostraba un secretario general de la ANDA.

En la compleja papelería legal lo que está más o menos claro es que para blindarla hacia el futuro, se constituyó independiente como institución de Asistencia privada (así regulada y vigilada por las autoridades), aunque las escrituras se pusieron a nombre de la ANDA; pero con una “afectación irrevocable” de manera que nadie nunca pudiera disponer del lugar, ni modificar sus procederes y finalidades. Todos amarrados contra las malas hambres, por ejemplo, las del presente; aunque no es la primera vez que se desatan.

Es decir, la Casa del Actor se crea por sí misma. La ANDA se involucra y estatutariamente se compromete a reembolsarle los gastos básicos (alimentación, ropa, medicinas, enfermeros)... por lo tanto se sabe con genuino derecho a pedir cuentas sobre esos gastos… y sí. Mas por haber otorgado esa ayuda a la que se obligó en sus estatutos, ahora la ANDA se asume como propietaria de la Casa del Actor. Y no.

Si nos remitimos a aquellas palabras inaugurales de Cantinflas, en dado caso... y más bien, chatos... no en su valor material, pero sí en su razón de ser: la ANDA es de la Casa del Actor. Perdón.

Desde la llegada de Jesús Ochoa en 2018 como secretario general de la Asociación Nacional de Actores, su primer manotazo consistió en suspender los pagos a sus viejos de acá, que lo son de allá. Hace ya 21 meses.

Maty Huitrón hizo mucho bien por la casa... más de 30 años. Y hasta su último suspiro, envejeció con ella. Es natural que en cualquier administración que dure 30 años, se vayan normalizando ciertos vicios administrativos. Nada que, en dado caso, no se pueda corregir. Jorge Ortiz de Pinedo, vicepresidente del Patronato y en su momento benefactor de la casa, ha declarado que no tiene problema en revisar y ajustar lo que se deba ajustar.

Fue muy agresiva la irrupción de Jesús Ochoa a la rueda de prensa convocada por que el Patronato para denunciar la acción de quitarles a los indispensables cuidadores (distintos a los enfermeros), que venía pagando directamente la ANDA, para las dos veintenas de huéspedes que a lo largo de su vida, cotizaron… por cierto.

Lo cual es un atentado... contra la dignidad, sí, la de los huéspedes, pero principalmente la de Jesús Ochoa, admiradísimo gran actor, que más allá de los procesos legales, literalmente no se ha tocado el corazón, para vociferar en su defensa desde una oficina en la ANDA, que un día tendrá que dejar: “¡esa casa es nuestra!” Aún con razones contables por cuestionar, no ha tenido el tacto de presentarse con el respeto que merece el lugar... obnubilado por una silla de líder pasajero, haciendo sorna como su personaje del Cochigordo en El crimen del Cácaro Gumaro... las mismas risas, la misma sorna, la misma especie... la misma clase.

Con sensibilidad, memoria y mirada en su propio futuro, es tema que puede resolver Jesús Ochoa, el hombre generoso y sensible que hace años tiene un refugio para ayudar, sin ostentarlo, a jóvenes de Sonora que buscan ganarse el pan en la Ciudad de México. Pero no el Cochigordo.

De manera que una domadora de elefantes, borde sueños y Alma Rosa los sueñe... bella y serena. Entre las flores.

CLAVES

INAUGURACIÓN

Mario Moreno Cantinflas tuvo la iniciativa de ayudar a sus compañeros y en la década de los 40 su objetivo de hizo realidad.

MATY HUITRÓN

La actriz dedicó más de 30 años de su vida a la casa para que sus compañeros que la habitaban tuvieran todo lo necesario.

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