Juan es el fantasma que alberga la casona, así lo cuenta Ana Liedo Lavaniegos y Alberto Lara Enríquez, productora y director artístico, respectivamente, de CIARTES y Sí A.C., quienes habitan esta casa construida en 1730 como Colegio Jesuita, pero su suerte no fue esa y fue adquiridad por un militar de aquella época.
“Ha tenido diferentes usos esta casa que en aquella época ocupaba toda la manzana, era inmensa, pero con los años y los diferentes dueños se fue dividiendo y hasta había puertas que comunicaban a las casas de los vecinos, pero ahora se han puesto muros”.
“Sin embargo, es una casa que guarda energías y aquí tenemos una que se llama Juan y una pequeña niña, pero ambos son amigables”, expresa Ana, tras contar algunas anécdotas que les han sucedido dentro de la casa con 300 años de historia.
Sin embargo, estas energías son utilizadas para crear arte, sí, es a través de la historia de la construcción que algunos artistas han decidido realizar monólogos, como es el caso de Deric Garza Xicohténcatl, apellido último que le hace saber que tiene raíces del guerrero tlaxcalteca nacido en Tizatlán y quien fue uno de los cuatro regidores (tlatoani) del territorio de Tlaxcala cuando llegó Hernán Cortés.
“El trabajo escénico que presentaré es sobre nuestros lazos ancestrales de genealogía. Juan, esa energía que a veces actúa, me impulsó a ver el conocimiento. Además sé que tengo un antepasado a través de mi apellido Xicohténcatl. Yo soy de Tlaxcala, indígena, y estoy en mi búsqueda personal que no sólo deseo que se involucre en la escena sino en todos los que trabajemos”.
“Queremos generar empatía y queremos hacer una experiencia emocional a través del trabajo que presentaremos en 2019”, expresó el artista.
También Alberto Lara Enríquez, director artístico de la asociación, expresa que, además de mostrar el trabajo artístico, desean experimentar una nueva forma de presentar su trabajo y será incluyendo alimentos y bebidas que la gente podrá consumir al momento de presenciar el trabajo artístico dentro del “Café Encantado”.
“Buscamos que el cerebro genere sinapsis, que se integren emociones de una manera más sana, que se mezcle el sabor el olor de los alimentos que prepararemos con el arte. Queremos experimentar esta asociación con los olores, el gusto de lo que come, bebe con al arte”, expresó Lara.
Señalan que el gusto por exponer historias hidalguenses en un espacio de historia pachuqueña que encierra esta casona, que actualmente ha sido remodelada y su entrada invita a los visitantes por el olor de café veracruzano recién hecho, hace que este lugar sea mágico y especial para aquellos que buscan un lugar dentro del centro histórico de Pachuca, para degustar de una buena bebida y tener de cerca el arte, sin olvidar que Juan ronda por la casa, aunque es muy amigable.