La casa del cineasta Emilio El Indio Fernández fue concebida por Manuel Parra (1911-1997), considerado uno de los más grandes arquitectos mexicanos del siglo XX. Por su valor arquitectónico, la casona está incluida en el Catálogo de Inmuebles con valor artístico del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. No obstante, la institución reconoce que el uso de suelo y las actividades que ahí se realicen son competencia de sus dueños y del Gobierno de la Ciudad de México.
MILENIO presentó este lunes una nota en la que se muestra el deterioro de la casa, que está “administrada” por Ana María Valdez Ramírez. De acuerdo con la carpeta de investigación número CI-FEDAPUR/A/UI/-1 C/D/00050/01-2018, ella recibió el inmueble en comodato por parte de Emilio Quetzalcóaltl, nieto y único pariente directo vivo del cineasta. Valdez realiza actividades de lucro en la casa, cuyo uso de suelo es casa-habitación, desde hace varios años.
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Manuel Parra, arquitecto, constructor, dibujante, diseñador de muebles, pintor, ceramista, escenógrafo de cine y escultor, construyó muchas casas del barrio de San Ángel Inn. Él aseguraba que la casa de El Indio Fernández era su mejor obra, y por tanto quería contemplarla por toda la eternidad, por lo que se puso de acuerdo con el cineasta para que sus restos descansaran en ella, y ahí se encuentran, con los de El Indio así como Adela y Atenea, hija y nieta del director, respectivamente.
La casa construida con piedra volcánica presenta diversos desniveles para respetar el terreno y las formas naturales de la lava. La primera piedra fue puesta en septiembre de 1945 por la actriz Ninón Sevilla.
En los interiores se observan algunos mosaicos coloniales y relieves prehispánicos que Diego Rivera le obsequió a El Indio Fernández, ya que era un gran coleccionista de arte precolombino. Diseñó en el patio a Tláloc, una fuente con alegorías mayas. Era tal su pasión por el pasado, que también hay una reproducción de algunas escenas del descubrimiento del Rey Pakal, sucedido en Palenque, Chiapas.
En la visitas que se dan en el inmueble, se narra cómo fue que llegó hasta ahí Marilyn Monroe en 1962. Se dice que viajó de incógnita a Ciudad de México, invitada por el cinefotógrafo Gabriel Figueroa, porque quería ver casas mexicanas ya que su deseo era hacer una en Estados Unidos, y cuando entró a este lugar se quedó maravillada, de hecho en la casa hay una foto, en la que aparece El Indio Fernández ofreciéndole un caballito de tequila a la diva del cine estadunidense.
El arquitecto, que siempre rehuyó a los reflectores, creó alrededor de 300 edificaciones en todo el país, se rehusó a hacer torres, condominios o centros comerciales. Recurrió en su arquitectura a las techumbres y las vigas, así como el uso de la luz y de la sombra.
En palabras de la viuda del arquitecto, Leonor Lascuráin, para él la arquitectura no era un trabajo, sino un gusto y un juego.
Sabiduría para crear
En el libro Manuel Parra, el otro arquitecto del siglo XX, se habla de su sabiduría para crear y de la magia para construir y dialogar con la topografía. Se le reconoce como un arquitecto de culto, que creó un estilo peculiar en las residencias de San Ángel Inn.
Hizo casas casas grandes y señoriales con hermosos jardines, surgidos de su gusto e imaginación. También hizo inmuebles medianos y pequeños, como las one room houses, que así llamaba por su orientación, sencillez y encanto.
Parra fue rechazado e ignorado por muchos de sus contemporáneos al no ceñirse a las tendencias y políticas funcionalistas. “Esbozada las imágenes sobre las hojas sueltas, en cuadernos, en trozos de cartón, en muros y hasta en costales de cemento. En sus libretas guardaba puntos de viaje, notas visuales retratos y autorretratos”.
El libro dice que sus planos, hechos siempre a mano, tenían numerosas especificaciones, croquis y detalles “que dan cuenta de una profunda visión de lo que quería lograr. Los dibujos más diversos con frecuencia acompañaban la proyección de sus obras. Dibujaba de pie en el restirador hacía planos y versiones de la misma obra”.
Manuel Parra fue uno de los arquitectos más prolíficos del siglo pasado por la cantidad de obras que realizó. Construyó exclusivamente casas, recintos para ser vividos, que se caracterizaban por la magia de su espacio, el respeto por la naturaleza y por la recuperación de materiales y sistemas constructivos de antaño.
PCL