Directora y productora de artes escénicas, la irlandesa Cathie Boyd volvió a México, país que le sorprendió desde su primera visita en el 2000, cuando presentó su versión de Elektra, por la energía que le transmitió su público y por el financiamiento estatal que reciben los artistas e instituciones culturales.
Ante medio centenar de jóvenes, la creadora de la compañía Cryptic y del festival Sónica de artes visuales, ambos con sede en Glasgow, Escocia, dictó el pasado 4 de marzo la conferencia La importancia de la evolución e innovación en las artes, en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, invitada por la Dirección de Teatro de la UNAM, Anglo Arts y British Council.
Allí conversó con MILENIO sobre su experiencia escénica en México, las becas y su quehacer artístico.
“Vine al Festival del Centro Histórico con Elektra. Fue la primera vez que presenté trabajos al sur de Estados Unidos, y la energía de la audiencia fue absolutamente fantástica; cuando regresamos al Reino Unido, nos sentíamos como si estuviéramos actuando en una caja vacía, en silencio”, rememora Boyd sobre su experiencia de traer al teatro Jiménez Rueda su versión multimedia de la tragedia de Sófocles.
“El público inglés es muy silencioso y frío; el mexicano no siempre está en silencio, hay mucha participación, mucha energía en la sala, como electricidad que se siente. Ustedes son muy afortunados en tener boletos gratis para este tipo de espectáculos, en el Reino Unido eso es imposible; aquí por eso había colas y colas para ver el show, eso explica también esa energía”, agrega la productora irlandesa.
En su conferencia usted aseguró que tener dinero no es lo más importante en artes escénicas, aunque todos los ejemplos que nos presentó de sus obras requirieron de muchísimos recursos.
Es un punto algo sensible. Algunos artistas que reciben sin problema muchos fondos toman pocos riesgos; no recibir tantos fondos te empuja a tomar más riesgos. A veces eres más creativo con menos dinero que con más.
Justo ahora hay un debate en México sobre las becas a artistas. ¿Cuál es su opinión sobre éstas?
Yo lo veo de manera distinta. En México sí son muy afortunados de que haya varias instituciones que fondean proyectos culturales al ciento por ciento, en el Reino Unido no las hay, no hay una sola institución pública que fondeé al ciento por ciento un proyecto cultural, siempre tienes que encontrar maneras de financiarlo con patrocinadores, patronatos, taquilla. Lo que sí me parece muy importante es que ustedes tienen el Fonca, que entiendo beca a artistas menores de 30 años por un año y a mayores por tres, porque eso permite al artista vivir como artista, que una institución pública le pague por eso. Dar al artista apoyo individual es extraordinario, pero a las instituciones culturales estaría mejor que se les exigiera trabajar un poco más para recibir fondos, para que justamente puedan ayudar más a artistas.
Boyd nació en Belfast y en Glasgow fundó en 1994 Cryptic, casa de arte que promueve creadores visuales y sonoros innovadores; lanzó en 2012 Sónica, enfocado al arte y nuevas tecnologías. Es vicepresidenta de la International Network for Contemporary Performing Arts y ha recibido varios reconocimientos como el Scottish New Music Award o el European Woman of Achievement for the Arts.
Muchos de sus trabajos los ha realizado en poblaciones que jamás habían tenido una experiencia estética, como cuando llevó en 2017 Sonica a Titan Clydebank, con Michael Begg.
Me apasiona llevar arte a lugares que no están abiertos a las artes. La discusión es acerca del acceso del arte a la gente. Muchas personas tienen miedo de no poder entrar a una sede donde hay un concierto o una obra de teatro; sacando al arte de esas sedes tradicionales y clásicas permites a mucha gente tener acceso a las artes sin ese miedo de las barreras. Y también me gusta ser impredecible.
¿Da algún seguimiento a esas poblaciones o personas que experimentaron por primera vez el arte con usted?
Bueno, ellos lo recordarán para siempre. Es un asunto de memoria. Si experimentas algo único e inusual, siempre se te va a quedar.
¿El ser productora ahora no la mató a usted como artista?
Claro que no. El artista nunca muere. Cada tres o cuatro años dirijo alguna ópera. Espero no morirme sin montar alguna vez Dido and Aeneas (1682, de Henry Purcell) y Persée (1682, Jean Baptiste Lully).
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