Celebración en Míxquic, corazón del Mictlán capitalino

Crónica

Los visitantes pueden disfrutar de obras teatrales, música y recorridos por la parroquia.

Los turistas llegan a Tláhuac para continuar la tradición. (Abraham Reza)
Abraham Reza
Ciudad de México /

Como cada año, las calles del pueblo de San Andrés Míxquic, en la delegación Tláhuac, se cubrieron con pétalos de flor de cempasúchil para recibir a miles de turistas que llegan hasta este lugar para presenciar la tradicional fiesta de los muertos.

Desde las 9 de la mañana de ayer, las catrinas, el papel picado, el pan de muerto y hasta el mole negro fueron parte de los ingredientes de esta fiesta milenaria a la que asiste gente de toda la República, pero también de otras partes del mundo.

En San Andrés Míxquic, como en otros sitios del país, la celebración se lleva a cabo en medio de vistosas ceremonias realizadas en el panteón del mismo nombre.

La fiesta comienza a las 21 horas del 31 de octubre con los tradicionales rezos en las distintas casas de este lugar. Las mujeres abren las puertas de sus hogares, forman un camino de flores y veladoras para mostrar el camino a los difuntos que comienzan a llegar a las 12 de la madrugada del primero de noviembre.

“Entre los olores del incienso y la cera damos la bienvenida a nuestros difuntos. Justo en el momento en que las campanas repican su llegada. Nosotros no dormimos, pues además de nuestros muertos tenemos que atender a la gente que nos viene a visitar para celebrar con nosotros”, cuenta doña Irma, habitante del pueblo.

La fiesta continúa la noche del 2 de noviembre, cuando el panteón se llena de cirios, flores y velas, y se realiza La Alumbrada, con la que los muertos encontrarán el camino que deben seguir para encontrarse con los vivos. La celebración dura tres días: el 31 de octubre es dedicada a los niños y el 1 de noviembre a los adultos con una misa dedicada a las ánimas.

En los altares no falta la sal, el agua, las veladoras y, por supuesto, la flor de cempasúchil para adornar. La ofrenda se complementa con fruta, hojaldras y, en el caso de los niños, juguetes. También hay flores blancas, que representan la pureza de los niños, y amarillas, que iluminan a los adultos para que no se pierdan en el camino.

La Secretaría de Seguridad Pública desplegó más de 600 efectivos para resguardar esta celebración, además de que en toda la ciudad hay más de 2 mil elementos cuidando los panteones capitalinos.

Además de las ofrendas, los visitantes disfrutan de música, obras teatrales y recorridos por la parroquia franciscana de San Andrés.

Es importante mencionar que este panteón ubicado a un costado de la parroquia es el único de Ciudad de México donde todavía se conserva una ofrenda precolombina. También allí se rinde tributo a los que ya se fueron lavando sus huesos año con año.

San Andrés Míxquic, que significa “lugar de quien cuida el agua”, fue fundado hacia 1168. Actualmente forma parte del polígono de la zona declarada como parte del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Visita obligada es el Museo de San Andrés, cuya colección incluye piezas como un Chac Mool, vestigios de un Tetlachtli, sellos de barro y piedra, un tzompantli (altar precolombino), una culebra anudada y otra de cinto.

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