Celebran seis décadas de la Biblioteca Central

El edificio, emblema de la UNAM, reúne manifestaciones de arte, arquitectura y resguardo del conocimiento, dice el rector Graue.

La gran aportación de Juan O’Gorman.
Jesús Alejo Santiago
México /

En abril de 1956 comenzó a funcionar lo que hoy se conoce como la Biblioteca Central de la UNAM, aunque nació con la idea de convertirse en la Biblioteca Nacional. Hoy es una de las construcciones más emblemáticas del arte y la arquitectura mexicanas, según dijo el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers.

Al encabezar la ceremonia inaugural de actividades por el 60 aniversario de la Biblioteca Central y el 50 de la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM, el rector advirtió que los nuevos tiempos exigen difundir y promover el uso de los recursos bibliográficos, pero en especial avanzar en el desarrollo tecnológico para mantener sus funciones e impulsar la calidad de sus colecciones.

“A nadie sorprende descubrir que en ese monumental edificio se guarda lo más preciado que tiene la universidad: el conocimiento y sus saberes escritos. Sin duda, Juan O’Gorman lo concibió como algo monumental, que diera color y matices al nuevo campus universitario, que integrara lo que fuimos y lo que queremos ser, que nos diera unidad en la diversidad y que sirviera de símbolo a la modernidad y a la mexicanidad”.

Con esas palabras, Enrique Graue dio por iniciadas las actividades conmemorativas, a desarrollarse durante este año, a través de seminarios, conferencias y presentaciones de libros, donde lo más importante será reflejar el lugar que ocupa la Biblioteca Central como uno de los emblemas más importantes de la UNAM, con sus más de 270 mil títulos tan solo en su colección general y los cuatro mil metros cuadrados del mural de O’Gorman.

“Sesenta años se dice fácil, pero la realidad es que la UNAM no sería la misma sin este edificio paradigmático, crucial para que la Unesco designara al campus de Ciudad Universitaria como Patrimonio de la Humanidad. Pero la Biblioteca Central no solo la hacen sus murales: el edificio tiene su razón de ser en su amplísima colección de libros y revistas. Es la herramienta para que la memoria no se pierda, se desarrolle y pueda ser compartida y multiplicada con el pasar de las generaciones”.

El desarrollo de las bibliotecas universitarias se explica porque todos los recintos universitarios cuentan con un servidor que les permite ofrecer servicios actualizados, de alta calidad, con computadoras para beneficio de la comunidad; incluso la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM mantiene un sistema de información acerca de la situación de la cada una de las bibliotecas, que permite el análisis de sus fortalezas y debilidades.

De acuerdo con Adolfo Rodríguez Gallardo, director general de Bibliotecas, de aquel incierto inicio de la Biblioteca Central en 1956, se ha convertido en uno de los mejores y más robustos sistemas bibliotecarios: “Confío en que las expectativas que el rector Chávez puso en el programa de formación de bibliotecarios, hace ya 50 años, se hayan cumplido ampliamente”.

La Biblioteca Central comenzó a brindar sus servicios en abril de 1956, siendo el proyecto original que el edificio fuera la sede de la Biblioteca y la Hemeroteca nacionales —de lo que incluso hay un par de medallones que presentan sus iniciales—; al no serlo, se transformó en una especie de laboratorio de los adelantos tecnológicos en el ámbito bibliotecario y no solo en el ámbito universitario.

En la actualidad la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM se integra con 135 bibliotecas departamentales y especializadas, por lo cual ambas instituciones son motivo de orgullo para la UNAM, añadió el rector Graue. “Estoy seguro que lo seguirán siendo, porque su misión es inacabada e inacabable y siempre en constante superación.

“Los nuevos tiempos imponen nuevos retos, particularmente en la forma de brindar la información, en adaptarnos a los nuevos métodos de estudio y en transformar los espacios para que confluyan diversas modalidades de lectura”, recalcó.

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