Con la irrupción del covid-19 durante casi todo el año, las cenas navideñas en los hogares de Nuevo León han cambiado ante las recomendaciones de evitar las reuniones de personas para frenar el contagio que se vive en México.
La forma en que celebraban la navidad en los hogares de antaño incluía prácticas y platillos navideños distintos a los degustados en la actualidad. Los tamales, el cabrito y los buñuelos eran la tradición nuevoleonesa para cada 24 de diciembre.
También representaba que las familias participaran en la preparación de los alimentos, reconocen historiadores sobre cómo se vivían los preparativos para la Nochebuena hasta hace algunas décadas.
Los platillos
Una típica cena navideña actual puede tener sobre la mesa el pavo horneado, o pierna de cerdo bañada en alguna salsa. O bien, un buen corte de carne acompañado con pastas, puré de papa, todo con un buen vino tinto o cerveza artesanal.
La cena con el pavo o guajolote es una tradición que se popularizó hace unos 30 años, tratando de emular la festividad del Thanks giving day de Estados Unidos, refirió el historiador Héctor Jaime Treviño.
Incluso la tradición había cambiado, ya que muchas familias regiomontanas preferían acudir a algún restaurante que cenar en su casa el 24 de diciembre. Un hábito que se verá frenado esta navidad a causa de la pandemia.
“Antes se festejaban estas fechas ‘hacia dentro’, es decir, dentro de los hogares. Hoy en día no es extraño que las familias salgan a cenar o a comer a un restaurante”, explicó la chef Lulú Pedraza en una entrevista a MILENIO sobre el tema.
En los hogares de Nuevo León la tradición era cenar tamales de cabeza de cerdo como platillo fuerte. También se preparaban los conocidos tamales “borrachos”, con abundante masa y carne, o bien, de frijoles condimentados con comino, detalló el historiador gastronómico Juan Jaime Gutiérrez.
Otra variante era ofrecer el cabrito al pastor, pues “era muy económico y había mucho”, relató Treviño Villarreal, director del Archivo General del Estado.
Celebración familiar
Como en años anteriores, poco o nada se compraba en las tiendas, había que preparar la cena. El historiador Juan Jaime Gutiérrez relata que las familias alistaban las primeras rondas de tamales para el 12 de diciembre, celebrando a la virgen de Guadalupe.
En la preparación de los tamales participaba la familia entera, desde trabajar la carne del “cuino” hasta generar la masa de nixtamal, que por estas regiones era algo difícil de conseguir.
Y si bien la carne de puerco no era bien vista en los pobladores del noreste, por sus antecedentes criptojudíos, las festividades religiosas del cristianismo eran una excepción en sus mesas.
Tanto hombres como mujeres participaban en la elaboración de platillos, que como postre se ofrecían los buñuelos, que no eran otra cosa que tortillas de harina delgadas, endulzadas con piloncillo y canela.
Con el confinamiento y las medidas de restricción sanitaria, la Navidad del 2020 es una oportunidad para retomar las prácticas de una cena hecha en casa y por la familia.