No había caperucitas, ni abuelitas, mucho menos lobos, pero sí unas canastas repletas de un alimento que no se pasa por la boca, sino por los ojos y por los oídos, antes de convertirse en pasajes que construyen nuestro imaginario personal.
Hace cinco años, el IBBY México y el Centro Nacional de las Artes se propusieron celebrar el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil -2 de abril-, establecido desde 1967 en coincidencia con la fecha del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, a quien se considera como el padre de la literatura infantil.
Para el festejo, decidieron impulsar un Picnic literario: en las áreas verdes del Cenart se colocan manteles y canastas repletas de libros, en diversos formatos o idiomas, con la idea de que las familias se acerquen y disfruten de distintas experiencias lectoras, porque lo mismo había cuentacuentos que contagian las historias, que simplemente los libros para disfrutar la lectura en voz baja.
Así, los jardines se transforman en una enorme biblioteca al aire libre, donde los libros pasan de mano en mano, sobre los tradicionales manteles de cuadritos que son colocados en distintos espacios; pero si se prefería, al mismo tiempo había mesa de talleres para niños y niñas de diferentes edades… el chiste era apropiarse de los libros y de sus historias.
IBBY es el International Board on Books four Young People, que cuenta con alrededor de 80 secciones nacionales en todo el mundo, y cada una de ellas se encarga de elegir la manera de celebrar el día; en México se fundó hace ya cuatro décadas con el propósito de contribuir en la formación de una sociedad que tenga en la lectura placentera a una actividad cotidiana.
ES