En su poema “La música de las esferas”, Ernesto Cardenal describe “un universo armonioso como un arpa”. Tal imagen podría sugerir el encuentro entre los músicos Catrin Finch y Seckou Keita, quienes ofrecieron un concierto virtual en el Festival Internacional Cervantino.
Arpista de extracción clásica pero con una amplia experiencia en la música folclórica de su país, Gales, Finch ha encontrado en Keita, ejecutante senegalés de la kora un espíritu afín. Así pudo escucharse desde su debut discográfico, Clychau Dibon, editado en 2014.
- Te recomendamos Entregan Presea Cervantina al personal de salud Cultura
En Gales existe una gran tradición arpística, dice Finch en entrevista. “Es como el instrumento nacional: dicen que más gente toca el arpa per cápita que en cualquier otro país del mundo. Es un instrumento muy popular para que los niños aprendan a tocarlo en las escuelas. Si piensas en el canto y la música celta, el arpa es el instrumento que usamos para acompañarnos. Es una parte muy fuerte de nuestra cultura. Tenemos festivales cada año y en las celebraciones la música siempre tiene que ver con el arpa”.
A los cinco años, tras escuchar a una arpista española, decidió que era el instrumento que quería tocar. “Dado que vivíamos en Gales, fue muy fácil encontrar quien me enseñara y empecé desde muy pequeña. Es una tradición que, cuando aprendes un instrumento, estudias la música clásica occidental. Así empecé y fue el camino que seguí durante muchos años. Estudié en la Academia Real de Londres y me he dedicado a la música clásica. Sin embargo, siempre me han gustado otros géneros de música. Incluso cuando estudiaba escuchaba música popular y otros estilos”.
Con una carrera impresionante en el terreno de la música clásica, que le ha hecho ganar numerosos reconocimientos, con el paso de los años se ha involucrado también con otros tipos de música. “Actualmente, los géneros musicales se mezclan más que en el pasado: los músicos clásicos tocan géneros populares, mientras que los jazzistas o los músicos populares tocan clásico”.
Antes de conocer a Seckou Keita, Catrin estaba poco familiarizada con la kora. “Realmente no conocía muy bien su estilo de música, había visto y escuchado este instrumento antes, pero no lo conocía a fondo. Para mí fue una nueva experiencia acercarme a la música de la kora”.
La arpista explica que la kora es también una suerte de instrumento nacional en África Occidental. “En Senegal, Malí y otros países es una parte muy importante de su herencia cultural y musical. Debido a que, esencialmente, es un arpa africana, en Gales hubo un proyecto para unir a los dos instrumentos por ser símbolos de nuestras identidades culturales. Inicialmente me pidieron que hiciera el proyecto con Toumani Diabaté, pero por muchos motivos sólo hicimos algunos conciertos, y Seckou se agregó al proyecto”.
Para Finch entre ambos se estableció “una magia especial, la que sólo logras con cierta gente. Así que el proyecto continuó y ya llevamos siete años. Al principio cada uno tocaba algo de su música tradicional y al poco tiempo empezamos a escuchar ciertas similitudes. Yo tocaba una melodía galesa y Sekou reconocía la secuencia de acordes y, cuando nos dimos cuenta, ya estábamos mezclando estos dos mundos sonoros. Ahí fue cuando realmente arrancó el proyecto”.
Desde entonces, agrega, “cada vez hemos estado escribiendo música juntos y hemos grabado dos álbumes. El primero se basó principalmente en música tradicional, mientras que en el segundo, Soar, toda la música fue compuesta por nosotros. Creo que el proyecto ha cambiado, lo mismo que nuestra forma de trabajar”.
—¿Piensas que ambos han reaprendido sus instrumentos?
Definitivamente, pero no sé si decir reaprender, sino simplemente en ocasiones nos hemos adaptado. Ciertamente es una forma de tocar muy diferente. Por ejemplo, cuando toco mis conciertos de música clásica es ligeramente diferente de cuando toco con Sekou, porque la experiencia y la música son diferentes, lo mismo que lo que quieres lograr. Para mí lo que he aprendido de Sekou es su ritmo increíble y apasionado. Tenemos antecedentes musicales muy diferentes. Yo aprendí música clásica, leyéndola, pero él no la lee para nada, pero es bueno trabajar con un músico que piensa diferente a ti y tiene otras experiencias. Eso abre mi mente a posibilidades muy diferentes.
—¿Cómo describes tu experiencia de Sekou?
Es la primera vez que él trabaja con alguien que lee música, pero le gusta aprender elementos que nunca había experimentado en su cultura africana. Unimos todos los aspectos sonoros: yo aporto la música clásica y folclórica, y él la música del mundo y de su cultura tradicional. Unimos todos los estilos y los adaptamos para hacer algo diferente y nuevo.
—Es como un nuevo lenguaje…
Si, exacto, creo eso. Cuando la gente nos pregunta qué tipo de música tocamos, se nos hace algo difícil de contestar porque no es un estilo específico. Sería difícil describirla como un cierto estilo: no diría que es clásica, folclórica o música del mundo, son las tres cosas juntas. Con estos mundos musicales nos unimos y creamos algo juntos. Por eso pienso que es un proyecto muy especial.
—¿Cuál es la reacción de la gente ante su música?
Atraemos una gama muy amplia de gente, desde muy jóvenes hasta gente mayor y muchas familias. Hay gente que se acerca y nos dice que es la mejor música para los bebés cuando duermen y otros nos comentan que es lo mejor para relajarse después del trabajo. Es un tipo de música que da una sensación de silencio, de quietud que te puede elevar. Siento que por un momento lleva a la gente a otros lugares.
—¿Esto tiene que ver con la sonoridad de las arpas?
El sonido de estos instrumentos es muy suave, muy atractivo para mucha gente. Juntas los dos sonidos y en ocasiones no puedes decir quién está tocando qué cosa: el sonido se vuelve uno. Eso puede hacerlo muy especial.
—En estos tiempos, ¿qué tan importante es hacer este tipo de música y llevarla al mundo?
Creo que es muy importante. Empezamos hace siete años sin expectativas y todo el proceso ha sido muy orgánico, muy fluido y sencillo. Empezamos a tocar juntos y una cosa llevó a otra. Pensamos que es algo especial porque ha crecido de manera muy natural. La gente puede relajarse con la música e ir a otro lugar con ella. Siempre es difícil explicar esto. Cuando ven estos dos instrumentos tienen ciertas expectativas, pero pienso que podemos darles algo diferente a lo que esperaban. Cuando la gente nos escucha por primera vez se muestra bastante sorprendida.
—¿Qué tantos elementos de improvisación hay en su música?
Realmente es básicamente improvisación. Hay algunas ideas básicas, pero digamos que el 50 por ciento es improvisación, así que las presentaciones pueden ser muy diferentes, lo que es bueno. Tal vez por eso amo tanto este proyecto, porque la primera etapa de mi vida profesional fue con la música clásica, en la que tocas las piezas que aprendiste y es todo, nada cambia. Ahora cuando toco e improviso realmente es una nueva experiencia para mí.
—¿Cuál es la gran cualidad de estos instrumentos?
El arpa y la kora producen un sonido muy mágico, muy puro. Producimos el sonido atacando las cuerdas y creo que es muy estimulante. Cuando oyes un arpa, escuchas un instrumento que hace que pongas atención, y cuando tienes a los dos instrumentos juntos tienen una magia que atrae a la gente que quiere escuchar más porque es un sonido muy puro.
PCL