En el mundo prehispánico existen gran variedad de leyendas y creencias que los antiguos habitantes de las culturas mesoamericanas plasmaron en sus códices y estructuras arquitectónicas; la historia que hoy te contamos es del Cipactli, un gigante monstruo que originó el mundo como se conoce.
Antes de la creación del mundo existió un ser llamado Cipacltli, una criatura de gran tamaño mitad pez y mitad cocodrilo lleno de bocas en todo su cuerpo; se conocía como el devorador de los dioses. Aunque no se conoce el tamaño de la creatura, se piensa que es un ser más grande que el planeta tierra.
En el origen del tiempo Cipantli fue fruto de Ometeotl y Omecíhuatl, dos deidades omnpotentes creadoras del universo y los demás dioses. El lagarto negro vivía en el océano primogéneo, junto con Tlatecuhtli, señora de la tierra.
Dichos padres del universo decidieron dar a sus hijos la encomienda de dar orden al caos y crear vida en la tierra, pero para realizar eso sería necesario derrotar a Cipactli, el monstruo que habitaba junto a Tlaltecuhtli; muchos dioses intentaron realizar la tarea, pero terminarían devorados por el gran monstruo.
Tras los fallidos intentos, fue turno de Quetzalcoatl y Tescatlipoca, dos hermanos guerreros que se unieron para la tarea; los dos dioses bajaron al encuentro con estos dos seres de caos.
Para iniciar la contienda, se cuenta que Tezcatlipoca se cortó el pie para aventarlo al agua, con el fin de atraer a la criatura con sangre y derrotarla.
Cuando Cipactli salió a la superficie los hermanos atraparon al monstruo extendiendo su cuerpo con el de Tlaltecutli para dar forma a la tierra. Sus ojos se convirtieron en lagunas y estanques; sus fosas nasales en las cuevas. El cabello rizado de la diosa se convirtió en árboles, flores y hierbas; su piel, en prados; mientras que de la espalda del cocodrilo se formaron las montañas.
Se dice que con la cabeza del mosntruo se creó el cielo, llamado Chicnauhtopa, «los nueve que están sobre nosotros». En el Inframundo quedó su cola, dividida en nueve partes, a las que denominaron Chicnauhmictlan, «los nueve mundos de los muertos».
De igual manera, los guerreros crearon los puntos cardinales con sus extremidades, junto con un titán Tlaloque, para que cielo y tierra jamás volvieran a unirse.
BAFG