La propuesta de Circo Plantae busca generar conciencia sobre el cuidado del ambiente y temas sociales, como el que presentaron en el Festival Internacional Cervantino.
Con el espectáculo Nagasi, que significa ahora, en este momento, en lengua zapoteca, la compañía oaxaqueña se refiere a la identidad y a la dualidad que existe en cada ser humano, y eso mostraron la noche del 16 octubre en el escenario de Los pastitos, con la actuación de David Orozco y la dirección artística de Jade Cerón.
Orozco, actor y equilibrista, se formó en las calles principalmente, haciendo malabares, hasta que un empleo en una bodega lo llevó, literalmente, a encontrar su instrumento de trabajo, el cable.
- Te recomendamos “Mi show es como una obra de teatro, una especie de conjuro porque es algo mágico”: Silvana Estrada Cultura
A escala social, ¿qué les interesa exponer en su discurso?
Orozco: Hablando de Nagasi, es presentar un panorama donde vemos a la masculinidad dentro de una caja donde hay que adoptar ciertas actitudes, formas de pensar y de relacionarse con el género opuesto. Creemos que al mostrar esto vamos a crear una pequeña chispita que a alguien le pueda caer para que cambie o se cuestione esta situaciones de cómo actuamos los hombres y sobre todo cómo se relaciona con las mujeres.
“Sabemos que ahora y desde siempre ha habido problemas de machismo en México y creo que es importante que surjan a través del arte estas propuestas para que alguien pueda captar quizá y hacerle un clic en algo”.
Jade, ¿cómo incide este discurso desde tu perspectiva femenina?
Simplemente ampliando el espectro de lo que una o uno tiene que ser, integrando todas esas influencias masculinas, femeninas de las que hemos mamado todos y no estamos intentando hablar específicamente sobre la violencia de género pero sí de cómo puedes integrar la feminidad dentro de tu masculinidad y esto nos permite abrazar, reconocer las dos influencias, esa dualidad integrarla y cómo eso permite que las relaciones sean más fáciles y que estemos más tranquilos.
Jade es la encargada de “intentar mantener la energía de David en la mejor disposición para crear y es un reto de dirección, cómo tener un vínculo de confianza que nos permita que él explore, se abra a su vulnerabilidad y a cosas que tal vez no muestra él en su cotidiano para usarlo de materia creativa.
La directora dice que para este espectáculo, David llegó “con ideas bastante trabajadas sobre el tema de las masculinidades y cómo se integra la dualidad en una sola persona, con estas piezas se hizo un acomodo que permita que el discurso llegue hacia afuera y se desarrolle”.
La vida desde un cable
La compañía está activa desde 2016, producto de una búsqueda independiente, de poder ser creador, recuerda David.
“Yo tuve trabajos en otras compañías en producción y como intérprete, pero también sentía la necesidad de exponer mi discurso, mis preocupaciones. En ese año, con pocos recursos y tiempo para desarrollarlo, empezamos a trabajar.
El artista dice que la compañía tiene como origen o esencia el cuidado del medio ambiente pero “a través de nuestro trayecto hemos encontrado que nos interesan las cuestiones políticas, sociales y ahora de identidad. Respondiendo a preocupaciones personales es como hemos empezado a buscar nuestros espectáculos”.
David entró al mundo de las artes desde la imagen, desde la fotografía. “Oaxaca, es un estado con mucha cultura gráfica y fue lo que me llamó la atención. Gracias al maestro Francisco Toledo que abrió tantos espacios para gente fue como yo pude ir al cine y ver películas que jamás iba a poder ver, eso me amplió el panorama”.
El equilibrista viajó para seguir haciendo fotografía y en uno de estos viajes descubrió el mundo del circo: “En ese entonces, 2005, en Oaxaca, a mí no me había tocado ver estas manifestaciones artísticas desde el circo. Sabía que había maroma y todo eso pero realmente nunca la había visto, y fue viajando como aprendí a hacer malabares y también con las personas que aprendí me di cuenta de que había cierta libertad de poder desenvolverse en el mundo.
“Yo trabajé mucho en la calle, fue mi comienzo haciendo malabares en los semáforos y eso me permitió viajar a diferentes países y vi que hay mucha gente que tiene la misma inquietud y ganas de hacerlo. Platicando e intercambiando técnicas fue que entré más al circo, y en un lugar donde yo pagaba mi entrenamiento limpiando en una bodega descubrí un cable, que es mi especialidad y a la hora de preguntar qué era e instalarlo fue como empecé a hacerlo.
David recuerda que la primera vez que se paró sobre un cable se dio cuenta de que era el lugar en el que quería estar. Tuve que viajar a la capital para formarme y ahí me di cuenta de que del arte circense yo podía vivir y desarrollarme como persona, social y económicamente”, concluye el artista.