'La fille mal gardée' acerca a niños y adultos al ballet

Se presenta sábados y domingos de marzo y abril en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo.

La nueva coreografía exige mucho esfuerzo físico a las bailarinas. (Cortesía: CND | García-Jáuregui)
Ciudad de México /

Afuera del Teatro de la Danza Guillermina Bravo esperan en una larga fila de padres y madres con sus hijos e hijas pequeños, otro fin de semana con casa llena. La Compañía Nacional de Danza (CND) vuelve a montar, después de varios años, un ballet cómico, entre naive y pícaro, didáctico sobre el amor y la sexualidad, que reúne a la familia y que para mucha gente deviene su primer acercamiento al arte, crea público y futuros bailarines: La fille mal gardée (1789), de los ballets más antiguos de la historia.

La versión que se presenta durante marzo y abril en ese espacio del Centro Cultural del Bosque, en funciones sábado y domingo, a las 13:00 horas, hasta el 30 de abril, es la de Enrique Martínez, coreografía nueva para varios de sus intérpretes, que les exige mucho esfuerzo físico durante una hora. La escenografía y vestuario de Paul Birbil atrapan al público en una historia feudal, casi cuento de hadas.

Una pléyade de bailarines de la CND, que codirigen la premio Benois de la Danse 2018 Elisa Carrillo y Cuauhtémoc Nájera, se alterna a los protagonistas. Entre ellas, en el papel de Lissete, las primeras bailarinas Elisa Ramos Brossier y Blanca Ríos, quienes coinciden en entrevistas por separado en la complicidad que se debe crear en su interpretación con el público, colmado en su mayoría por niños y niñas. Para ambas, La fille mal gardée fue su primer acercamiento a la danza como espectadoras y tienen ya mucha experiencia en este ballet clásico, aunque con la coreografía de José Luis González.

La historia

Lissete es una joven enamorada de Colin, un campesino de su aldea, pero su ambiciosa madre, Simone (interpretada por bailarines hombres), la obliga a comprometerse con Alain, un muchacho rico, pero torpe. En una suerte de comedia de enredos, al final la pareja enamorada triunfa en su amor después de que Lissete y Colin son encontrados, poco antes de la boda con Alain, encerrados solos en un granero.

La fille mal gardée es un ballet cómico estrenado por su creador Jean Dauberbal en el Gran Teatro de Burdeos 13 días antes del inicio de la Revolución Francesa, el 1 de julio de 1789, inspirado en la pintura con connotaciones eróticas de 1765 de Pierre Antoine Baudouin, La réprimande / Une jeune fille querellée par sa mère (La reprimenda / Una jovencita regañada por su madre), en la que una mujer sorprende a su hija en un granero; escondido, un joven las espía. La niña, ambiguamente, llora.

“Lo más importante es buscar la complicidad del público con los bailarines, lograr como intérpretes realmente poder reflejar todas las características de los personajes para que el público entienda la historia y nos puede ir acompañando. Es una obra que tiene muchos momentos cómicos, entonces somos los encargados de que al contar la historia la gente se involucre y se divierta.

“Es una obra infantil por el tipo de personajes que tiene, que son niños, adolescentes de 13 o 14 años, pero es para todo público porque tiene un toque de picardía, es una buena oportunidad para padres e hijos de divertirse”, explica Ramos Brossier, que vio por primera vez este ballet a los 8 años, con el papel de Lissete interpretado en ese entonces por Aurora Vázquez, que la cautivó con su expresividad.

Agradable, divertido y difícil

Para Blanca Ríos, será la tercera ocasión del protagónico (en las funciones del 25 y 26 de marzo) por eso el reto es diferente pues ahora cuenta con una mayor madurez y experiencia profesional y personal.

“El reto para mí es volver a esa edad del personaje, que es una niña de 13 años. Y es una oportunidad volver a tener esta propuesta de protagonizar La fille mal gardée con la CND y acercarnos al público infantil a través del ballet clásico. La primera vez que lo bailé fue hace muchos años, entré a la compañía alrededor de 2001, en esa ocasión interpreté a una de las casamenteras y hasta años después hice Lissete en otra coreografía (la de González), esta vez es una coreografía diferente (de Martínez).

“Es un ballet muy agradable y divertido, pero a la vez muy difícil porque en 60 minutos se cuenta la historia y se baila prácticamente todo el tiempo. Para mí es muy gratificante y un gran reto poder volver a interpretar a la niña malcriada con esta experiencia que tengo”, explica la primera bailarina.

Ramos Brossier, de 34 años, coincide en que su reto ha sido sacar justo la esencia de la adolescente protagonista y mantener durante todo el ballet la frescura, picardía y sencillez de la joven enamorada, a pesar del cansancio que técnicamente exige conservar durante toda la función la versión de Martínez.

“El reto más grande para todos los bailarines es que requiere mucha resistencia, es el movimiento de una persona más joven, con más saltos, alegría, movimientos más cansados, las escenas son muy continuas, requieren una capacidad de recuperación aún mayor a otras obras diferentes”, expone.

Ríos igual cree que su gran reto es lograr esa conexión y complicidad con el público, a la vez mostrar la parte técnica del ballet y contar la historia con la interpretación de los personajes, hacerla divertida sin que se vea falso, en especial ahora que tiene tanta experiencia y madurez muy diferentes.

“Me parece una propuesta muy interesante, es una producción tan bonita y tan antigua, pero hace muchos años que no se bailaba, en parte también porque la pandemia no permitió tantos ballets. Con La fille mal gardée tenemos ese acercamiento al público infantil, a través de nuestra interpretación, de nuestra danza, podemos mover corazones, mover ese espíritu para que nuestros niños se acerquen al arte, ahorita que nuestro país, México, está lleno de cosas como la violencia. A través de nuestro arte, de nuestra danza, de ver algo divertido, que se acerquen al arte, no solo al ballet”, enfatiza Blanca Ríos.

Picardía

Ramos Brossier y Ríos también coinciden en que hay picardía, sin malicia, una historia que se cuenta con inocencia, más que connotaciones eróticas o sexuales en este ballet, a pesar de su inspiración en la pintura de Baudouin y el contexto en que la sexualidad se abordaba en la Francia rural antes de la Revolución Francesa, cuando Dauberbal hizo la coreografía y la estrenó, tiempos también en que el Marques de Sade escribía sus obras con protagonistas igualmente adolescentes, como Justine o Juliette.

“La obra refleja inocencia, no tiene tanta malicia como en la pintura en que está basada. Hay varias versiones, de diferentes coreógrafos, de diferentes compañías, y se mantiene vigente. Y la interpretación del público depende de cada quien”, expone Ramos Grossier sobre la historia de amor.

Para ella, que interpretó a Lissete en las funciones del 18 y 19 marzo, fue muy motivante ver a tantos niños y tantas niñas entre el público, acompañados por sus padre, en un escenario como el del teatro de la danza Guillermina Bravo, no tan grande como podría ser el del Palacio de Bellas Artes.

“Hay mucha cercanía en este escenario entre el público y los artistas. Es muy bonito para los niños poder apreciar todos los detalles de las expresiones, el vestuario, la escenografía, que hacen que se involucren mucho más. Yo me siento reflejada en esos niños: cuando todavía no estudiaba ballet y tenía como 8 años, La fille mal gardée fue el primer ballet que vi en mi vida, justo con una gran compañía, como es la CND, me identifico porque también se abre la posibilidad no solo de que esos niños sean público en el futuro y que desarrollen una sensibilidad y acercamiento a todas las artes, sino que también pueda haber entre ellos futuros bailarines y bailarinas”, expone la primera solista, que sigue atesorando aquel primer momento en que presenció la interpretación de Aurora Vázquez como Lissete.

Ríos, a su vez, también sostiene que la historia y la coreografía montada reflejan la inocencia de la historia de amor entre Lissette y Colin sin malicia, aunque también toma en cuenta al público adulto.

“No, yo no siento así (que tenga connotaciones eróticas). Tiene que haber un cierto entretenimiento para el adulto, poner una parte divertida para los grandes y que llegue igual para todos, que sea un ballet para todos, yo no lo vería así, tanto, hay doble sentido, pero que llegue a ser erótico no lo percibo así. Quizás sí tengas razón en que pueda acercarse a esa parte, enseña un poquito más sobre ese tema sin perder la inocencia, lo hace muy sutil, muy suavecito para el público, de manera muy natural y amable, digerible”, explica Ríos, que este año también bailó en La sílfide y el escocés en Bellas Artes.

Durante la temporada Lissete cuenta con las interpretaciones alternadas cada fin de semana de Valeria Mariaud, Elisa Ramos Brossier, Blanca Ríos, en marzo; para abril, Mayuko Nihei, Yoalli Sousa, Lorena García, Valeria García, Mariana Torres e Ixchel Gómez. En el papel de Colin, Alejandro Hidalgo, Moisés Carrada, Yubal Morales, Alejandro Mendoza, en marzo; en abril, Érick Rodríguez, Argenis Montalvo, Alonso Tepetzi, Braulio Fernández, Edwin Said y Juan Capellán. Y el papel de mamá Simonne, Yered Tobón, Onel Leyva, Ernesto Rosales.

PCL

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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