El asesinato del ex presidente de México Francisco I. Madero, y del vicepresidente José María Pino Suárez ocurrió el 22 de febrero de 1913. Hace 107 años. Fue perpetrado por orden de Victoriano Huerta, comandante de las Fuerzas Armadas, quien los traicionó y dio un golpe de Estado para tomar el poder.
El hecho trágico puso punto final a la muy sangrienta revuelta conocida como la Decena Trágica, iniciada el 9 de febrero de 1913 y culminada precisamente ese 22 de febrero con los magnicidios.
Así ocurrieron los magnicidios
El 18 de febrero, el general Aureliano Blanquet, encargado de la defensa del Palacio Nacional, recibió la orden de Huerta de aprehender a Madero y Pino Suárez al tiempo que Gustavo A. Madero, hermano del presidente, era también detenido.
El 19 de febrero. Gustavo A. Madero fue torturado y asesinado, y Madero y Pino Suárez fueron forzados a renunciar. Pedro Lascuráin asumió interinamente la presidencia y nombró a Huerta secretario de Gobernación, a los 45 minutos renunció y Huerta asumió el mandato.
Huerta recibió el apoyo de algunos militares leales al régimen porfirista y el de Henry Lane Wilson, embajador estadunidense en México, quien tuvo una buena relación con Porfirio Díaz.
Una de las primeras medidas de Huerta fue ordenar el asesinato de Madero y Pino Suárez, quienes se mantenían animados pensando que serían llevados Cuba, pero tras conocer la muerte de su hermano, Madero perdió toda esperanza.
Sitio donde cayeron Pino Suárez (izquierda) y Madero (derecha), atrás de la Penitenciaría de Lecumberri (Especial)
¿Qué pasó en la noche trágica?
A las 10:00 de la noche del 22 de febrero de 1913, cuando se disponían a dormir, Madero y Pino Suárez fueron interrumpidos por el coronel Joaquín Chicarro, quien les informó que serían trasladados a la penitenciaria.
Sabiendo que el final estaba cerca, Madero se despidió de Felipe Ángeles con un “adiós mi general, nunca volveré a verlo”. Cerca de las 11:00 de la noche, Madero fue subido a un automóvil Protos y Pino Suárez en un Peerless o un Packard (persiste la duda).
Fueron trasladados al Palacio de Lecumberri, a su llegada se le indicó al grupo que debía entrar por la puerta trasera. Madero le dijo al mayor Francisco Cárdenas que no había ninguna puerta trasera. Los automóviles se detuvieron, Cárdenas obligó a bajar a Madero y en cuanto éste puso un pie en tierra Cárdenas le disparó en la cabeza. Madero murió instantáneamente.
Pino Suárez también fue obligado a bajar de su auto, al bajar el teniente Rafael Pimienta le disparó pero al ver el fin de Madero, Pino Suárez trató de huir ya herido por el primer balazo y gritando “¡Socorro, me asesinan!”.
El teniente Pimienta y los soldados que lo acompañaban le dispararon inmediatamente y en grupo. En total Madero recibió 2 disparos en la cabeza, Pino Suárez recibió 13, también en la cabeza.
La muerte de Madero y Pino Suárez
La muerte del presidente y su vicepresidente nunca fue manejada como un “asesinato” por los periódicos nacionales. La versión oficial del suceso fue: “Al llegar al tramo final del camino a la penitenciaría, fueron atacados por un grupo armado, en medio del ataque los prisioneros trataron de huir por lo cual resultaron muertos". Debieron pasar varios años para que se difundiera la versión real, pues también se disparó contra los automóviles para confirmar la versión oficial de los hechos.
Madero y Pino Suárez fueron inmediatamente enterrados en la parte trasera de la Penitenciaría de Lecumberri, lo cual enfureció a Huerta, quien ordenó exhumarlos y trasladarlos al anfiteatro para poder respetar la versión oficial.
Tiempo después del asesinato se realizó la autopsia del cadáver de Madero. Según ésta, “la bala interesó todos los órganos correspondientes de la región, fracturó la escama del hueso occipital y base del cráneo”. La segunda bala “recorrió una trayectoria paralela”. La autopsia también concluyó que Madero “no habría podido llegar a la vejez, debido a su hipertensión”.
El 24 de febrero se conoció el final de estos funcionarios; conforme avanzó el día, las personas comenzaron a reunirse en la zona donde se encontraban los cadáveres. “Se escuchaban lamentos y plegarias, la gente lloraba”.
Poco después de las 10:00 de la mañana llegó al anfiteatro la carroza fúnebre, los restos fueron retirados en un elegante ataúd. Se inició una pequeña manifestación que fue rápidamente reprimida por la policía. El pueblo se estremeció ante la noticia, la devoción los llevó a convertir a Madero en un mártir, el sepelio reunió a más de 2 mil personas.
El cortejo fúnebre se dirigió al Panteón Francés de La Piedad, donde ya los esperaba la familia Madero. La condición del entierro fue que debía ser rápido y sin abrir el ataúd.
El magnicidio en la prensa de la época (Especial)
Los asesinos y cómplices de Victoriano Huerta
Tras el asesinato, el embajador estadunidense Henry Lane Wilson fue destituido de su cargo por supuesta complicidad. Falleció el 22 de diciembre de 1932.
Victoriano Huerta, tras su renuncia, huyó del país hacia España, donde pasó algún tiempo. Huerta era alcohólico desde antes del asesinato de Madero y Pino Suárez y tras su traición se entregó aún más a la bebida. Finalmente, con la salud dañada por el alcohol, falleció el 13 de enero de 1916 en El Paso, debido a una cirrosis hepática.
Aureliano Blanquet, tras la caída del régimen de Huerta, se refugió en Cuba. Regresó en 1918 para apoyar las revueltas de Félix Díaz. Sin embargo, fue perseguido por las fuerzas del general Guadalupe Sánchez y falleció el 15 de abril de 1918 tras caer de la Barranca de Chavaxtla, en Veracruz; recibió un tiro de gracia y fue decapitado.
Francisco Cárdenas, asesino directo de Madero, huyó del país para refugiarse en Guatemala. Luego de solicitar su extradición, fue detenido por la policía de ese país. El 29 de noviembre de 1920 se suicidó.
Traslado de los restos de Madero al Panteón Francés de La Piedad (Especial)
AG / S-MJA