El organillo goza de gran aceptación por los transeúntes del Centro de Guadalajara, donde quienes tocan este instrumento se han establecido desde hace unos años.
“Guadalajara es una ciudad muy es de gente muy cálida y hemos tenido muy buena aceptación”, dijo la organillera, Viridiana Dichi.
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Este instrumento que llegó a México procedente de Europa en 1884 destinado para ambientar fiestas de personas de alto poder adquisitivo, se ha convertido en la herramienta de trabajo de miles de personas alrededor del país
Un oficio con más de 100 años de antigüedad, que comenzó su presencia en Ciudad de México, para posteriormente trasladarse a otros estados, se ha convertido en uno de los principales atractivos musicales con distintas melodías populares.
¿Cuál es el origen del organillo y cómo llegó a Guadalajara?
“Estos instrumentos llegaron aquí a la República Mexicana, en el tiempo de la Revolución llegaron para alegrar fiestas de abolengo, fiestas grandes, ya con el paso de los años se fue adaptando como un oficio ahí en varias ciudades. Obviamente la mayoría se concentra en la Ciudad de México, pero conforme han transcurrido los años pues hemos sido varios compañeros, llegando a otros estados de inicio llegaron a los estados más grandes”, explicó Viridiana.
Un gusto que ha sido heredado desde su abuelo, el ser organillera para Viridiana es un orgullo, pues esta música tan característica y tradicional es un factor importante para alegrar a los visitantes de las zonas concurridas.
“De mi parte viene de tradición familiar, mi abuelo, él empezó desde muy chiquito a trabajar y después sigue mi papá, mi hermano, ahora yo mi esposo y así bastante de mi familia se dedica a ser organillero”.
Tanta ha sido la demanda de este oficio en México, que desde hace nueve años tuvo que emigrar a Guadalajara en donde no existen tantas personas que toquen piezas con este aparato.
“Allá [en la Ciudad de México] hay muchos compañeros, entonces ya era como para salir a dar a conocer otros lugares, y pues también a nosotros nos beneficiaron un poco no estar tan apretaditos allá”.
Y es así como el oficio del organillero llegó a tierras jaliscienses para alegrar el centro de la ciudad y diferentes puntos del área metropolitana.
SRN