El Palacio de Bellas Artes, la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario y el Festival Internacional Cervantino serán los próximos escenarios de Antares.
La compañía de danza escenificará Las buenas maneras, obra que reflexiona sobre la violencia hacia las disidencias corporales y las contradicciones que surgen de las normas de comportamiento y la corrección política.
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En la puesta en escena participan 15 bailarinas y bailarines, todos ataviados, en distintos momentos de la obra, en falda, pantalón, zapatillas o zapatos. La compañía de danza contemporánea, dirigida por Miguel Mancillas, conversa con MILENIO sobre las corporalidades y lo que le rodea.
“El punto de partida, por supuesto, tiene que ver con las condicionantes que el cuerpo tiene constantemente, no importa dónde esté; es decir, cualquier definición del cuerpo, como mujer o como hombre o como binario, hay condicionantes, entonces de ahí es donde pongo la obra y los retos al cuerpo: el tratar de exponer la cantidad de exigencias de esta condición humana”.
El vestuario es un elemento importante en Las buenas maneras porque, para el también coreógrafo, el que sea en tono gris es porque ese sería el color ideal: “Más que en el blanco o el negro, porque todos podemos vivir en medio”.
Es una obra que habla del cuerpo y se hace en la disciplina que se expresa de igual manera.
Así es. A mí me gusta la fisicalidad y poner al intérprete como en retos escénicos complejos, tanto emocionales como físicos y creo que para la gente que ve este tipo de obras, o ve nuestro trabajo, sabe que verá un trabajo de riesgo y de emocionalidad siempre compleja, en donde se refleja mucho lo que se vive; me parece que el arte ayuda mucho a entender aquello que no nos animamos a pronunciar. Las buenas maneras tiene este juego de lo correcto y de lo incorrecto.
—En esa exploración de lo correcto y lo incorrecto, ¿qué encontró?
Que siento que no hay una solución real, que nos vamos a tardar mucho en tratar de encontrar una respuesta única cuando en realidad la diversidad es lo que nos caracteriza como seres humanos, y que creo que es la que tendríamos que comenzar a comprender y a respetar, porque creo que por ahí sería más valioso los encuentros: en lo que nos hace iguales y no en lo que nos hace diferentes.
—¿Con qué cuestionamientos se enfrentó en esta obra?
Creo que hay un montón de cosas que uno vive y que no se cuestiona si son por decisión o si son condicionantes que nunca se reflexionaron, y no nada más yo, todo el elenco reflexiona, desde las cosas más sencillas: las formas de vestir, de convivir, las formas de pronunciarnos… todo ese tipo de cosas que no nos preguntamos si los hábitos son propios o heredados y creo que por ahí todo el elenco se cuestionó bastante.
—¿La sociedad está desaprendiendo estas violencias corporales?
Me gustaría creer que sí, pero a veces en el fondo me cuestiono y me doy cuenta que todas estas libertades: de la forma de vestir, de la forma de convivir, que me parecen que son valiosas y hay que defenderlas, eso sí me parece importante. Aún así hay mucha violencia interiorizada, a nosotros mismos y hacia otros cuerpos; es decir, no se reduce, lo que esa parte me habla de que el temor a lo diferente es tan profundo que perdemos la razón y entonces violentamos a aquella persona que no se parece a nosotros.
—¿Todos somos violentadores en alguna medida?
Creo que sí, creo que tristemente sí. No sé si es una condición humana o el animal humano, que en este existir siempre se busca como poner nuestras ideas por encima de las demás. Creo que en el fondo, en el lugar donde estés estás generando condicionantes y exigencias, en lugar de ir aprendiendo de las libertades y las diversidades.
—¿Es una situación o tema generacional?
Yo quiero pensar que esto viene desde hace muchos años atrás. La diversidad ha existido siempre pero se ha silenciado y también creo que un gran número de jóvenes ya pueden vestir y vivir de una forma mucho más abierta, pero siguen los rasgos de violencia interiorizados muy fuerte, por eso me parece fundamental seguir reflexionando al respecto porque no creo que el arte dé una respuesta o una solución a una problemática, pero sí permite exhibirlo, dejarlo ver y acercarlo a las partes oscuras. No hay una persona igual y, en ese sentido, creo que tendríamos que empezar a olvidar de las definiciones que reducen y aceptar las definiciones que amplían.
—¿Está lista la sociedad para eso?
Me parece que es importante seguir ponderando que es para allá el camino. Ahorita prefiero que las cosas se exhiban, se digan, se pronuncien… a que prevalezcan los silencios.
La compañía sonorense se presentará el 12 de agosto, a las 19:00 horas, en el Palacio de Bellas Artes; el 18 de agosto, a las 20:00 horas, el sábado 19, a las 19:00 horas, y el domingo 20 de agosto a las 18:00 horas, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario; así como el 24 de octubre en el Teatro Juárez de Guanajuato, como parte del Festival Internacional Cervantino.
PCL