Después de más de un año de no presentarse en el escenario del Palacio de Bellas Artes, la Compañía Nacional de Danza (CND) regresa con seis funciones presenciales de Blancanieves, una representación donde el ballet clásico y contemporáneo son la propuesta de la coreógrafa Irina Marcano, versión escenificada por primera vez en dicho recinto.
“Mi propuesta coreográfica es la combinación de ballet clásico con contemporáneo. Mi propuesta de lenguaje desde la creación de esta pieza es utilizar ciertos elementos de la danza clásica que nos representa como Compañía Nacional de Danza; de hecho, se podrá ver a Blancanieves en zapatillas de punta, pero haciendo ciertos movimientos de brazos que tienen recursos e imágenes contemporáneas”, detalla la coreógrafa en entrevista con MILENIO.
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Es así que la historia de la malvada bruja que acecha a su joven hijastra adentrará al público a lo profundo del bosque (esta vez con cubrebocas), y en la cual los animalitos serán representados por coloridos alebrijes. La pieza forma parte del repertorio de la CND desde 2016, y comenzó como una propuesta dirigida a un público infantil, pero fue tan arropada por bailarines y público, que después se convirtió en un espectáculo para toda la familia.
Del 19 al 22 de agosto el personaje de Blancanieves llegará a los escenarios de Bellas Artes, con un aforo aproximado del 30 por ciento y con la participación de 30 bailarines en escena. “Afortunadamente es una pieza que al estar divida en escenas, nunca están todos los bailarines juntos en el escenario, sino que se van dividiendo por bloques y eso ha permitido respetar todos los lineamientos que hay que seguir”. Y claro, puntualiza la coreógrafa, “hacer ciertos ajustes escénicos”.
Adaptación con medidas sanitarias
Entre los arreglos por la actual situación se encuentran, “por ejemplo, el caso de los enanos, donde hay un personaje que es Estornudo. Coreográficamente tuvimos que hacer una adaptación para que en esa escena se le pudiera enseñar a Estornudo a hacer un estornudo de etiqueta, usar el cubrebocas y así llevar un mensaje positivo del cuidado de la salud. Es un trabajo arduo para hacer cambios y resguardar también a los bailarines, y que el mensaje llegue conciso al público a pesar de traer cubiertas nuestras caras”.
“Normalmente usamos mucha gesticulación facial, sobre todo en estos ballets para personificar a los distintos personajes y, al traer el cubrebocas hay que gesticular más grande y hacer ciertos cambios para que se entienda más, sobre todo pensando que va dirigido a un público infantil y que tenemos que ser claros con el mensaje”.
Para Irina Marcano, “realmente es muy difícil acercarte a una pieza tan conocida como Blancanieves, que está en el imaginario colectivo, además con ciertos parámetros muy específicos de versiones anteriores, sobre todo en literatura y cine animado. Particularmente en la danza, porque contamos la historia con el movimiento y con las imágenes. Debemos contar la historia de manera clara y concisa para que el público logre entender todos esos aspectos sin sacrificar lo que nosotros representamos, que es ballet y la danza clásica”.
De cualquier forma, habrá algunas escenas que se lograrán identificar con la versión clásica y conocida de esta obra, y otras “en las que contamos otras partes de la historia. Por ejemplo, el ballet inicia con un prólogo donde hablamos sobre el papá y la mamá de Blancanieves y cómo la madrastra llega al poder. Entonces es una mezcla de una nueva propuesta con ciertos elementos conocidos de las piezas anteriores”, concluye la coreógrafa.
PCL