A lo largo de su vida, Concepción Company se ha dedicado a estudiar la evolución de nuestro idioma. Autora de títulos como Léxico histórico del español de México y de la Sintaxis histórica de la lengua española, la especialista e integrante de El Colegio Nacional ofrecerá la conferencia “Insultos y malas palabras de ayer y hoy”, en el marco de la FIL de Guadalajara. La especialista promete demostrar por qué los insultos válidos en una época son reflejo de su sociedad, pero no solo eso: explicará también cómo es que algunos, con el paso del tiempo, se convirtieron en halagos.
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—“Insultos y malas palabras de ayer y hoy” es un título provocador.
Hablaré de cómo en la historia del español de México se han mantenido y cambiado los insultos, así como de malas palabras que son actos de habla expresivos que no pretenden agredir al otro, sino que tan solo sirven para sacar sentimientos. Pienso, por ejemplo, en “madres” o “moles”. Mostraré que nuestro uso del español es profundamente machista. Uno de nuestros mayores insultos es llamar a alguien “puto” y lo usamos para cuestionar su masculinidad u hombría, a pesar de que sabemos que ser hombre no tiene nada que ver con las preferencias sexuales. Este tipo de conferencias sirven para educar y divertir. Al mismo tiempo, demostramos que todos los insultos giran alrededor de hechos culturales, cognitivos y centrales como el sexo, la identidad y la muerte. Aquí es interesante porque el español mexicano centra todo en el sexo. Tenemos una obsesión fálica y con datos históricos voy a mostrar que palabras que antes eran muy insultantes pasaron a ser incluso piropos. Hasta hace cien años “perro” era un insulto terrible; en cambio, ahora es un halago decir “es un abogado muy perrón”. Es bastante común que los insultos estén ligados a lo que está prohibido en una sociedad, pero al mismo tiempo es común que al paso del tiempo un insulto se convierta en un término de aprecio.
—El machismo se refleja también en el idioma.
La lengua refleja, como un espejo, la sociedad en que vivimos, con sus relaciones de poder e interacción. Insultamos para herir al otro. En México tenemos un tabú relacionado con la palabra “culo”. No somos una cultura escatológica, no “nos cagamos” en nada ni en nadie, incluso decimos “esta película estuvo muy cagada”. Recientemente, ya se dice “me caga” tal cosa, pero es apenas. Consecuencia de ese gran tabú es el machismo y la homofobia.
—¿Cómo han influido los neologismos surgidos en internet o las redes en esta evolución de los insultos?
Lo que nos define como seres humanos es la imaginación y la creatividad. Producto de esta gran creatividad emotiva es el mundo de los insultos y las malas palabras, y éstos se generan más en el universo de la inmediatez comunicativa de las redes y la cercanía. No obstante, pueden tardar en incorporarse a la literatura. Hacen falta cánones literarios que le abran la ventana a la oralidad.
—Hoy los insultos de moda son chairos y fifís.
Antes no eran insultos. Estoy convencida de que en la época de Tin Tan “fifí” no era un insulto. Las palabras no son buenas ni malas, pero usadas en situaciones particulares se pueden volver insultos. Me duele que la sociedad mexicana se divida en estereotipos porque los mexicanos somos más culturalmente complejos. Creo que para evitar el maniqueísmo nos tenemos que educar a partir del respeto y de la búsqueda de mejores condiciones de vida. En la conferencia hablaremos de esto, pero con algo de humor.
Insultos y malas palabras de ayer y hoy
Viernes 6 de diciembre, 17:00 horasSalón 6Conferencia
ÁSS