Los sacerdotes mexicas convertían una ofrenda en un microcosmos orgánico y mineral donde convergían tierra y cielo, agua y fuego, muerte y vida, Tláloc y Huitzilopochtli. Una caja de sillares de tezontle, de 74 por 72 centímetros, les bastó para depositar los restos de un lobo, de un ave pequeña y de varios peces (entre ellos los espadartes de tres peces sierra), además de crustáceos, piezas de copal, cuchillos de pedernal, corales, innumerables conchas e insignias elaboradas con pequeñas láminas de oro.
A los sacerdotes mexicas pudo llevarles un lapso relativamente corto el depósito ritual de estos elementos, a través de una ceremonia realizada hace más de 500 años, pero a los especialistas del Proyecto Templo Mayor (PTM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) les ha implicado más de un año de trabajo desde que ubicaron este contexto arqueológico en el Centro Histórico de Ciudad de México, en abril de 2017. La riqueza de esta ofrenda, la número 174 del Templo Mayor y que contenía aproximadamente 11 mil 800 objetos, es consecuente con el lugar donde fue localizado: el Cuauhxicalco, una estructura circular donde eran sepultados los restos cremados de los gobernantes de la antigua Tenochtitlan.
Esta importante ofrenda fue detectada tras percatarse de la ausencia de algunas lajas en el piso de este templo, casi al centro del mismo. “Esto era indicio de que debajo podía haber un depósito de carácter ritual”, señala Antonio Marín Calvo, uno de los arqueólogos responsables de este frente de exploración.
Con la ayuda del señor Tomás Cruz, experimentado trabajador que ha estado vinculado con el Proyecto Templo Mayor desde sus inicios, hace 40 años, y en los que ha desarrollado el olfato para la localización de depósitos rituales, se halló el borde noroeste de la caja de ofrenda. Al ampliar la excavación hacia el sur fueron descubriéndose objetos de copal y corales, parte de los estratos superiores que los arqueólogos han registrado.
Un año de tareas en la Ofrenda 174, desde la extracción de los materiales, su registro fotográfico digital, por niveles y del más ínfimo fragmento, para capturarlos en una base de datos, ha llegado a su fin.