El 15 de enero de 1997 fue el último día que lo vi, platiqué y convivimos en una sesión del Club del Pájaro AC, en donde sus amigos le rindieron un homenaje por su cumpleaños celebrado el 16 de diciembre, casi un mes antes.
Hace 58 años conocí a don Eulalio González Ramírez, Piporro, en la casa de sus papás en Monterrey, y le solicité una entrevista para el ciclo de películas Inmortales del Cine Mexicano. Después de ese año vinieron alrededor de cinco entrevistas más, la última en su casa en San Pedro Garza García, el 12 de octubre de 1996.
¿De qué parte de Los Herreras era tu papá?
Yo solo recuerdo que decía del rancho de la Manteca.
Bueno, y tú también eres de Los Herreras…
Pues sí, toda la familia de papá es de allá, aunque nací en Monterrey...
“¿Y para qué es la entrevista?”, me preguntó, le dije que era una entrevista corta de cinco minutos para introducir una película en la que él actuaba con su amigo Pedro Infante.
Dos momentos recuerdo con mucha frecuencia, una conversación a la medianoche en el edificio Multimedios Televisión. Salía yo de mi oficina, no había nadie en el patio y escuché una voz sonora que hablaba con alguien , era don Lalo ensayando y memorizando un parlamento de la obra Ajúa Monterrey 400, que se presentaría durante los festejos del aniversario 400 de la fundación de Monterrey.
Don Lalo tenía 75 años de edad. Y era de admirarse a su edad estar a esa hora en un ensayo del programa que se iba a grabar a las 2 de la mañana.
De esa plática en horas de la madrugada surgió la última entrevista que le hice en ese año, en octubre de 1996.
Un año después platiqué con él en el homenaje que le hicieron sus amigos y compañeros socios del Club del Pájaro Dormido AC. El Club sesionaba dos veces al mes y tenía su sede en Padre Mier, en el Barrio Antiguo de Monterrey.
Rescato de esa última entrevista con Lalo, las siguientes preguntas:
La primera canción que compusiste, ¿cuál fue?
¿Te acuerdas de “andándome yo paseando por las fronteras del norte, ¡ay qué cosa más hermosa! De Tijuana a Ciudad Juárez, de Ciudad Juárez a Laredo, de Laredo a Matamoros sin olvidar a Reynosa…?”, esa fue la primera, es de los años 50 y luego vino “El taconazo” y todas las demás.
¿Y compusiste corridos norteños?
Yo hice un corrido que es el de “Gumaro Sotero”, el de “Agustín Jaime” no es mío, es una canción tradicional de Coahuila, yo le hice un arreglo, inclusive le hice un verso para unirlo, ya que la canción tenía 18 o 20 versos –no cabían en el disco–, entonces hice una cuarteta que sirviera de puente para ligar la historia, y los comentarios a lo largo de la canción sí son míos.
¿Los comentarios eran o cuáles son?
(Esos comentarios eran) aquello(s) de… “Agustín Jaime era un pelado con dos nombres y corazón muy amplio, en donde cabían muchas y murió por enamorado”.
Es como una historia en tres minutos y con música…
Aquella de “La Martina”… y estaban en la conquista cuando el marido llegó. ¿Qué estás haciendo?
“La Martina” es una canción muy vieja, a mí me la enseñó Eugenio Ábrego, que era el acordeonista de Los Alegres de Terán. Eugenio me la enseñó y entonces yo le digo: “Oye, está padre la canción”, y luego la grabé en disco. Él me acompañó en el acordeón.
Años después me encuentro a Irma Serrano, La Tigresa, y me dice: “Oye, te salió muy bien mi canción”. “¿Cuál canción?” –le respondí–, “pues ‘La Martina’, ¿a poco no sabías que yo la compuse?”, y entonces ya no me aguanté y le dije: “Oye Irma, pues qué bien conservada estás, la canción esa tiene más de cien años”.