Emilio Varela y Camelia La Texana traficaban “yerba mala” en el corrido grabado en 1974 por Los Tigres del Norte. Veinte años después, el narrador de “Mis tres animales”, de Los Tucanes de Tijuana, sugería vivir como rey gracias a la venta de “mi perico, mi gallo y mi chiva”. En 2019, Natanael Cano le dedicaba una canción a otro opioide, la codeína; y en 2023, Peso Pluma aparecía en sus videos con metralleta en mano y se jactaba de cuidar “la plaza del señor Guzmán”.
Los corridos norteños suelen asociarse con drogas como la marihuana, la cocaína o la heroína, pero no con las psicodélicas o expansoras de la conciencia. Hasta ahora. Por azares o “causalidades” del algoritmo escucho un corrido sierreño que no hace apología del narco, que no es bélico ni tumbado, sino todo lo contrario: suena a corrido new age. La canción se llama “Sobre todo fe” y es parte de un álbum llamado Corridos metafísicos, lanzado a inicios de 2025. Su autor es Raúl Beltrán, un músico y cantautor de Eldorado, Sinaloa.

En la portada aparece serio y con sombrero blanco, difuminado entre las ramas de un árbol de colores luminiscentes: una imagen de clara inspiración psicodélica. La letra habla de cuidar los pensamientos, agradecer y vivir con fe. Pero no es un corrido cristiano. Sus versos dicen: “Independientemente cuál sea tu creencia, todas concuerdan en algo; saben que hay un poder sagrado, puedes llamarle como quieras, solamente confía en ti para que puedas realizarlo”. ¿Qué cosa es esto?, pensé al escucharla.
Según Spotify, Raúl Beltrán tiene 2.1 millones de oyentes mensuales, que es poco si se compara con los 42.5 millones de Peso Pluma o los 23.8 millones de Natanael Cano. Pero está casi a la par de otros músicos pop mexicanos, como Caloncho (3 millones) o Siddhartha (2.9 millones). Algunos medios de comunicación hicieron eco de su nuevo álbum por la singularidad de los temas, y Spotify México le dedicó un par de publicaciones promocionales.
Comienzo a seguirlo la misma semana en que estalla la indignación en Culiacán, por el asesinato de dos niños y su padre mientras viajaban en automóvil, en enero de 2025. El cantante comparte en sus historias de Instagram una convocatoria a la marcha que organiza la ciudadanía para exigir justicia. Se viven tiempos inusualmente violentos. La batalla entre facciones del Cártel de Sinaloa, a raíz de la captura de Ismael El Mayo Zambada, ha dejado un saldo de 970 homicidios, mil 118 privaciones de la libertad y más de 3 mil 600 autos robados desde septiembre de 2024.
El llamado de Raúl Beltrán a participar en el reclamo colectivo coincide con el tono de sus últimas canciones. Pero contrasta con el tema más escuchado en su cuenta de Spotify: “Bélicamente de acción”, de 2024, con más de 50 millones de reproducciones y 19 millones de visualizaciones en YouTube. El video recuerda a las imágenes intimidatorias que difunden los cárteles: aparecen hombres armados con ropas militares desafiando a la cámara en un descampado de noche. Raúl Beltrán y el grupo La Autorización interpretan un narcocorrido contemporáneo: un relato con “polvo rosado”, aviones, diamantes, “chicas malas” y traiciones. Pero esa etapa bélica de pronto terminó.
Me pregunto qué habrá sucedido en la vida de Raúl Beltrán para que, de un año a otro, haya pasado de interpretar a un sicario cantando “Matar pa’ mí es un placer”, a entonar, vestido de blanco, frases que antes dijo el Dalai Lama: “Ser una buena persona es la mejor religión”. Imagino que quizás pudo haber tenido una experiencia mística con ayuda de alguna sustancia. Tras hablar con él, mis sospechas se confirman: los hongos psicodélicos y una literatura muy particular fueron la fuente de inspiración de sus canciones.
Junto a los videos de YouTube explica: “Los corridos metafísicos son una variante de los corridos tradicionales, pero en lugar de contar historias sobre eventos o personas reales, tratan temas más filosóficos, como la vida, la muerte y el destino”. La producción de los videos es sencilla. En todos aparece el cantautor junto a sus dos compañeros –Los Brillosos– tocando en un espacio con jardín que podría ser un centro de retiros. Al fondo, hay unas personas en posición de meditación.
El texto continúa: “Estos corridos hablan de cómo superar los problemas, encontrar paz interior, entender el sentido de la vida y enfrentarse a las dificultades con esperanza y fuerza. Son canciones que […] buscan dar consejos o mensajes motivacionales para mejorar el bienestar emocional”.
A Claudia Sheinbaum le encantaría esto. La presidenta de México ha dicho en más de una ocasión que no va a prohibir los corridos tumbados –como intentan hacer cada cierto tiempo algunos gobiernos locales– pero que su administración promoverá un concurso de música mexicana cuyas letras reivindiquen “el amor, la paz, la felicidad [...] no el enaltecimiento de la violencia, las drogas o la discriminación de las mujeres”. Raúl Beltrán, en su nueva faceta, sería un buen candidato a ganar el primer premio.
Raúl Beltrán, un sinaloense que decreta con oraciones científicas
Raúl Beltrán creció en Eldorado, un pueblo a unos 50 kilómetros de Culiacán, pero vive desde hace tiempo en la capital de Sinaloa. En su casa siempre se escucharon corridos, rancheras y románticas. Dice que él canta desde que tiene memoria, Joan Sebastian, El Recodo o Los Alegres de la Sierra. De adolescente aprendió a tocar el acordeón y participó en varias agrupaciones. A los 16 años arrancó su carrera como solista y a los 21 concursó en el reality de televisión Tengo talento, mucho talento, producido en Los Ángeles, California. Resultó ganador y eso le trajo cierta popularidad. Desde entonces ha publicado siete álbumes de estudio y uno en vivo desde Eldorado.
Le propongo una entrevista por videollamada a la cual atiende desde su habitación. Con la cámara muestra unas cartulinas fosforescentes pegadas en el muro, donde tiene frases escritas que lee cada día al despertarse. “Les llaman oraciones científicas o decretos: para que sea un buen día, para tener un buen trabajo, para no quedarme con ningún tipo de energía y perdonar, cosas así. Me levanto y me programo”, comparte.
El día de la entrevista acaba de cumplir 24 años y está a pocas semanas de convertirse en papá. En sus perfiles sociales se define como cantautor y estudiante de Metafísica. Le pregunto a qué se refiere con esto último.
Se define como un autodidacta, “una persona cuestionadora”. De niño, cuando tuvo su primer acordeón –que estaba hecho a mano– lo desarmó por completo para investigar cómo se producía la música. Aunque después no logró volver a armarlo. Durante algún tiempo fue monaguillo en una iglesia católica, y más adelante se acercó con curiosidad a grupos cristianos e incluso a la santería. Pero no se identificó y siguió su búsqueda.
Hace algún tiempo comenzó a escuchar que la gente mencionaba La Ley de la Atracción. Pero no terminaba por comprenderla hasta que leyó El juego de la vida y cómo jugarlo, de Florence Scovel Shinn, publicado en 1925. La autora estadounidense fue una de las pioneras del Nuevo Pensamiento, un movimiento centrado en la idea de que las personas pueden atraer circunstancias y objetos a su vida a través de pensamientos y emociones positivas. Luego leyó otros en la misma línea: Conny Méndez, John C. Maxwell y el Conde de Saint Germain.
El cantautor asegura que absorber y poner en práctica ese tipo de ideas fue el comienzo: “Si yo pensaba en una persona, me hablaba; si quería tal cantidad de dinero, me llegaba”. Manifestando, pues. Al primer tema de sus Corridos metafísicos lo bautizó como “La vida es un juego”, en honor a ese libro que fue el inicio de todo. Otros de los títulos de sus corridos son “Ley de la prosperidad”, “El poder de la palabra”, “Ley del éxito” y “El secreto”, muchos de ellos tomados de libros famosos de autoayuda. La clase de libros, por cierto, que tiene el mayor índice de ventas en México.
Los hongos le dijeron a Raúl Beltrán que iba a crear los ‘corridos metafísicos’
Pero su “despertar de conciencia”, como lo llama, llegó a raíz de su participación en una ceremonia con hongos psilocibios, mejor conocidos como “hongos alucinógenos”. Algo similar al rito ancestral que practican ciertos grupos indígenas, como los mazatecos, con propósitos curativos o visionarios.
Entre las personas no indígenas es una práctica clandestina, pero cada vez más común. Su auge está relacionado con la multiplicación de estudios científicos que han demostrado el potencial de los hongos con psilocibina para aliviar trastornos mentales. Y sobre todo a partir de la pandemia, cuando se hizo más que evidente la crisis global de salud mental. Investigaciones han encontrado que la sensación de conexión y unión –la llamada experiencia mística de los hongos–, genera cambios psicológicos positivos persistentes en personas sanas y enfermas.
Raúl Beltrán recuerda que su esposa ya estaba embarazada cuando uno de sus amigos le llamó para preguntarle si creía en Dios. Él dijo que sí y su amigo le pidió que lo acompañara a un sitio misterioso. Al llegar supo que se trataba de una ceremonia con hongos. Él ya había asistido a sesiones de este tipo, aunque con otras sustancias: ayahuasca y sapo bufo. Pero no tuvieron un efecto tan significativo. Le pregunto si estas ceremonias son populares en Culiacán. Beltrán dice que es algo que siempre ha existido, que no es masivo, pero sí cada vez más popular en ciertos sectores.
A la ceremonia de hongos debían ir vestidos de blanco. El guía les informó que iban a realizar “una meditación guiada con medicina” y dio instrucciones precisas: concentrarse en la respiración, no tener expectativas sobre el resultado y dejarse llevar. El músico recuerda que así lo hizo y duró cinco horas “meditando”. Le pregunto si cuando habla de meditar en sus canciones se refiere a tomar hongos. Responde que no necesariamente, a veces también medita sin sustancias, aunque de esa forma resulta bastante más difícil mantenerse concentrado.
“Lo que a mí me hizo un cambio cuántico fue la meditación guiada con medicina”, dice. “Fue algo muy fascinante, perrón, loco, no sé, tiene muchas palabras. Uno descubre tantas cosas que es algo inexplicable, pero lo principal es que hice una conexión conmigo; descubrí que tenemos toda una vida buscando afuera lo que realmente existe adentro”.
Además de esas revelaciones, hubo otra fundamental. “En ese viaje se me dijo: ‘tú eres el creador de estos corridos y se van a llamar así y así’”, cuenta Raúl Beltrán. Pronto se dio cuenta de que no tenía idea de cómo empezar, si debía hacer otro tipo de música, por ejemplo, una especial para ceremonias. “Pero entonces ahí fue donde yo escuché cómo sonaban las canciones, y al salir le dije a mi equipo de plebes: ‘Vamos a crear corridos metafísicos’. Al día siguiente compuse el disco”.
A quienes le preguntan por qué hizo ese tipo de canciones, él responde: “A mí se me dijo así, tal cual, que tenían que ser corridos, porque la gente que escucha corridos es la gente que más ignora el tema de lo espiritual, de cosas universales, y de que hay un mundo adentro, que para mí es el mundo de la verdad [...]. Como yo vengo desde abajo, sé quiénes son los que escuchan corridos, y más la música sierreña o norteña”.
¿Los corridos de Natanael Cano coquetean también con el new age?
Los psicodélicos tienen un pasado antibélico. Antes de que Richard Nixon declarara la guerra contra las drogas, los integrantes del movimiento contracultural en Estados Unidos tomaban LSD y protestaban contra la guerra en Vietnam. Tras hablar con Raúl Beltrán pienso que debe ser una novedad la asociación de los corridos norteños con esta familia de sustancias. Las drogas más mencionadas en los narcocorridos son la marihuana, la cocaína y la heroína, pero no las llamadas expansoras de conciencia. El giro hace que su música trastoque los clichés del género, impregnado de historias heroicas, amores y traiciones, violencia y muerte.
Los corridos de Beltrán incorporan otro tipo de clichés, unos más recientes, presentes en la literatura de autoayuda y las nuevas religiosidades. En particular la Ley de la Atracción, la cual se popularizó a principios de este siglo gracias al libro y la película El Secreto, de la australiana Rhonda Byrne. Dicha ley “se devela ahí como el gran secreto milenario capaz de conquistar el éxito financiero, la sanación física y mental y de las relaciones. Se promueve que todo lo que se desea y se visualiza será concedido por las fuerzas del universo”, escribe la antropóloga Renée de la Torre en su libro Religiosidades nómadas (Ciesas, 2012).
Estas creencias son “difundidas por gurús mediáticos del new age y por las industrias culturales”, añade la académica, que en 2016 le puso cifras al sincretismo religioso. Tras realizar una encuesta en Guadalajara, una ciudad de fuerte tradición católica, encontró que 95% de las personas afirmó creer en Dios. Pero además, 51.75% dijo creer en el karma, 47% en la reencarnación y 36.25% en las energías como principio universal. Por ejemplo, la Ley de la Atracción, que posiblemente haya sumado adeptos en la última década. Pero también tiene muchos detractores, que la consideran charlatanismo pseudocientífico. De la Torre la llama una “religiosidad secular del neoliberalismo”.
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Raúl Beltrán no es el único artista de corridos que coquetea con el new age. También el grupo Efecto Elegante, o el mismísimo Natanael Cano, uno de los pioneros y más populares exponentes del corrido tumbado. En el video de “Pacas de billetes”, aparece por momentos sentado con las piernas cruzadas de un meditador. Las imágenes brincan a una fiesta lujosa y a otra celebración en un yate, mientras la letra relata cómo pasó de tener muy poco a acumular riquezas.
En el tema “Como es arriba es abajo” –una frase atribuida al filósofo Hermes Trismegisto, padre del hermetismo– menciona la Ley de la Atracción y el rol de la mente para alcanzar el éxito. Natanael comparte crédito y pantalla con Dan Sánchez en una canción que comienza así:
La Ley de la Atracción me da lo que le pida
Me miro cabrón, voy de subida
No existe nada que me lo impida
Porque me va guiando mi Dios.
Tanto en la letra como en las imágenes, sin embargo, queda claro que la guía divina es un medio para alcanzar unas metas más mundanas. La canción sigue:
Esta vida sí que se disfruta
Con los plebes nos vamos de putasY una rubia me ha de acompañar
A Claudia Sheinbaum no le gustaría esto.
“Pura gente del señor Jacobo Grinberg y échale universo”, dicen los fans
“Decretar es facilito plebada, ahí le va el corrido pa’ que se enseñe”, dice Raúl Beltrán como introducción del tema “Decretos y LDP”.
Sus corridos metafísicos han tenido un éxito inesperado: en menos de tres meses, el álbum supera los siete millones de reproducciones en Spotify. Los usuarios de las redes sociales comparten su sorpresa, felicitan a Beltrán y comentan: “Por fin una luz en tanta oscuridad”; “No es el género que me gusta, pero sus corridos metafísicos los escucho cada mañana camino a mi trabajo”; “Muchos somos los llamados, pocos los elegidos”; “¡Pura gente del señor Jacobo Grinberg y échale universo! puro salto cuántico apá! [sic]”; “Estuvo bueno el viaje de ayahuasca”.
En una segunda charla, el cantante destaca la excelente acogida entre el público. Tanto, que ya se metió a estudiar formalmente Metafísica –un diplomado en línea basado en las ideas de Ernest Holmes– para escribir más y mejores canciones. Cree que, si junta 40, podría dedicarse de forma exclusiva a ese nicho. Y aunque todavía no las ha podido cantar en vivo, debido al nacimiento de su hija, ya trabaja en el segundo álbum. Si sus temas anteriores fueron de “metafísica explicada”, dice, los próximos podrían ser de “metafísica aplicada”, historias de personas que meditan, manifiestan y decretan en su día a día.
¿Y qué tiene que decir Raúl Beltrán sobre la que sigue siendo su canción más popular, “Bélicamente de acción”? Dice que esa letra no la escribió y que no es el tipo de temas que suele componer y cantar. Según su versión, el grupo La Autorización lo invitó a colaborar, sin imaginar que la canción iba a despegar de esa forma. “Luego me di cuenta de que no me gusta mucho cantar ese tipo de cosas y volví a lo mío, cantarle al pueblo, historias humanas y verdaderas”, dice.
Para terminar de contextualizar el fenómeno, hablo con uno de los mayores estudiosos del narcocorrido, quien lo observa con escepticismo. Juan Carlos Ramírez-Pimienta, profesor e investigador de la San Diego State University, cuenta que durante un tiempo investigó la espiritualidad en el género. Identificó corridos puramente cristianos pero también narcocorridos cristianos, en los que hay una especie de conversión del personaje, que pasa de un discurso delictivo a uno religioso. En muchos otros encontró la presencia del santo Malverde, la Santa Muerte o las llamadas religiones “de collares”, la santería.
“Siempre se han manifestado este tipo de corridos, pero no logran mucha popularidad”, dice Ramírez-Pimienta. “Habrá artistas que logren digerir bien ciertas ideologías y hacer canciones, pero que tengan una incidencia en el género es otra cosa… no han sido realmente relevantes hasta ahora ni creo que en dos semanas vayamos a decir que en Milán se están escuchando los corridos metafísicos”. Si el género de los corridos fuese un árbol, añade, esta tendencia sería apenas una hoja. Pero “nunca se sabe”, dice después: “Hace siete u ocho años empezaron a sonar los corridos tumbados, que entonces daban un poco de risa, y ahora son un tronco importante”.
Mientras tanto, Raúl Beltrán y Los Brillosos –quienes también experimentaron la ceremonia de hongos, igual que su jefe– están concentrados en sus metas. Entre otras cosas, han decretado que estarán entre los nominados del próximo Grammy Latino. Los escépticos podrán reírse. Los creyentes dicen: “Hecho está”.
GSC/ATJ