Eusebio de la Cueva, el primer libro testimonio sobre el crimen de la calle de Aramberri

Un libro clásico de la literatura regiomontana que guarda el registro de los asesinatos y que fue escrito al mes de que ocurrieron los cruentos hechos; obra que se puede descargar gratis.

“El crimen de la calle de Aramberri” por Eusebio de la Cueva y reeditado por la UANL. Foto: Especial.
Israel Morales
Monterrey /

Eusebio de la Cueva dejó el registro del doble asesinato ocurrido en el 1026 por el rumbo oriente de la calle de Aramberri, en el centro de la ciudad, en un libro en el que da muestras de sus alcances narrativos y que firmó en mayo de 1933, a solo un mes de ocurridos los hechos. 

La crónica salta a la ficción y extiende el panorama entre los involucrados, para ir conformando los mundos en que se desenvolvían, entre la familia, los amigos y también los malos pensamientos. 

Un libro que se ha reeditado y que sin duda es un testimonio absoluto de cómo se construyó una novela con los elementos dispuestos, y que De la Cueva con su labor periodística supo encauzar en un libro que llama a la curiosidad, por todo lo que implica en su oscura temática.

“El crimen de la calle de Aramberri” (reeditado por la UANL) es una obra que se desarrolla entre los responsables del terrible acto y no hay pues un personaje policial; los hechos son los protagonistas, y no bastaba más ante un crimen que conmocionó por su crueldad: el pueblo es el que juzga. 

Por eso el padre de familia, Delfino Montemayor, quien encontró asesinadas a su esposa e hija, Antonia Lozano y Florinda Montemayor, aparece en pocos capítulos, la maldad tiene tantos vericuetos que lo último que quedaba era exponerla.

Y además incluye Eusebio de la Cueva en el texto notas eruditas, que cifran su trabajo enfocado en la ambientación que parte de los sucesos trágicos. Así es como define a dos de los responsables: 

“Desde entonces venía siendo inalterable la amistad de Gabriel y Emeterio. Eran el Cástor y Pólux del crimen. Eran el Aquiles y el Patroclo de la ignominia” (pág. 111). 

Sumados el Ciego Ulloa, Heliodoro y Fernando, también en el centro de la trama. Una obra que lleva a esos tiempos y aún a buscar preguntas que no han sido resueltas sobre el actuar de los asesinos.

Enseguida un fragmento de este clásico de la literatura regiomontana:

“Pero todo estaba consumado; todos por igual allí, todos cómplices; en una fraternidad de perversión, de crimen, de responsabilidad, de castigo, de odio. Volvieron a juramentarse. Si uno caía en manos de los cuicos, al bote, con los jueces, se dejaría que solo se lo llevara la… desgracia. ¿Qué le buscaban ya? Había que aceptar los hechos. El que chillara no era hombre. Y mientras se confabulaban en jurar, a lo macho, con firmes acentos de irreductibilidad, entre la vaga transparencia interior, se empezó a oír, con un ritmo débil que metía en los ánimos resonancias consternadoras, el caer continuo de gotas de sangre sobre el pavimento, filtradas a través de las ropas y mantas de los lechos. Era un leve ruido monótono y sobrecogedor. Era como una voz del misterio que traía la muerte como un mensaje indescifrable” (pág. 67).

Esta novela incluye una lectura crítica de Hugo Valdés, que revela algunos detalles importantes de esta novela, que al igual que la que él escribió, se basó en el crimen de la calle de Aramberri.

El libro se puede descargar gratis en: https://libros.uanl.mx/index.php/u/catalog/view/45/49/127

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