Ante el llamado público de los sellos Era, Almadía y Sexto Piso para recibir donaciones que les permita sobrevivir en tiempos de contingencia sanitaria, algunas otras editoriales independientes llamaron a establecer un diálogo más unido, en el que todos estén representados y, en especial, se reconozcan los problemas cotidianos que enfrenta el sector.
Después de reconocer las dificultades de vivir de la edición en este país, “porque hay muy pocas librerías”, Diego Rabasa, de Sexto Piso, aseguró que las editoriales que se unieron alrededor de la donadora se dedican al trabajo editorial al 100 por ciento y “no es tan fácil ponerlas a hibernar”.
Cuando es un proyecto alternativo, afirma, “lo que puede pasar es que retrases una publicación, pero en este caso, no, porque tenemos estructuras administrativas, costos operativos y deudas de producción que provienen de la exigencia de mantener un flujo corriente”.
Ricardo Sánchez, director de Textofilia Ediciones, aseguró que la ventaja que tienen los independientes es que están acostumbrados a vivir en la crisis constante. “Todo el tiempo nos estamos enfrentando a diferentes retos para estar presentes en el mercado y sobrevivir como empresa”.
Editor de Cuadrivio, Héctor Baca llamó a que cualquier tipo de iniciativa termine por ser inclusiva, por involucrar al mayor número de sellos editoriales, a fin de lograr una incidencia en las decisiones que se puedan tomar al respecto.
“Cada editorial es libre de hacer lo que mejor le convenga. Creo que el solicitar ayuda siempre tiene un arma de dos filos: es bueno que los lectores se involucren con las editoriales, pero cuando se hace pensando en tres de las editoriales y se excluya al resto me parece algo de mal gusto, pareciera que solo ellos existen en el mapa de la literatura independiente”.
Al respecto, Diego Rabasa adelantó que una segunda etapa del programa de colaboración entre Era, Sexto Piso y Almadía busca incorporar otros sellos para las iniciativas que ya se empiezan a plantear, “pero necesitábamos desarrollar un ejercicio sustancial, de reacción rápida, porque las cosas estaban muy dramáticas”.
Para Jacobo Zanella y Mauricio Sánchez, editores de Gris Tormenta, resulta muy llamativo que las entidades estatales no hayan presentado un plan de ayuda a las editoriales, a pesar del reconocimiento de que la producción literaria y editorial “ejerce un poder vital en el mundo y lo vemos ahora más que nunca”.
Situación cultural de urgencia
Jacobo Zanella y Mauricio Sánchez afirman que “los gobiernos rescatan empresas o bancos en situaciones menos alarmantes que esta. Es increíble que en un momento así de grave las editoriales literarias tengan que hacer todo lo posible por salvarse a sí mismas del naufragio que se vislumbra. Realmente nos habla de una situación cultural de urgencia, de una inestabilidad extrema”.