“Mi relación con la ciudad es entrañable y ya no se puede deshacer. Ella es, de alguna manera, mi sombra, mi voz y la persona que me dicta historias. Me fascina por antigua, oscura, misteriosa y por inteligente. Pero debo decir algo que no va a ser muy grato en estos momentos: la Ciudad de México me duele terriblemente, hay sitios a los que prefiero no volver porque se han convertido en un adefesio, en un horror”, dijo Cristina Pacheco, quien entregó sus libros a la Biblioteca CASUL de Escritoras de la Casa Universitaria del Libro (Casul).
La periodista y escritora agregó: “Yo pienso que la ciudad debe tener sus puntos de partida, sus puntos de encuentro, sus faros. Pienso que las ciudades, para ser tan bellas como son, tienen que conservar en sus paredes las huellas, las marcas del tiempo, de los tiempos, de nuestra propia historia”.
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Como hombre
La escritora estuvo acompañada por la periodista cultural Guadalupe Alonso Coratella y por José Luis Martínez S., director del suplemento cultural Laberinto, de MILENIO Diario, quien aseguró que Cristina Pacheco “es uno de los personajes más entrañables de la cultura mexicana y una permanente lección al oficio y de amor a las personas”.
Cristina Pacheco insistió en el tema de la capital: “Me duele, les digo, apenas vuelvo a recorrer la ciudad después de la pandemia. Lo estoy haciendo muy lentamente por razones de seguridad pero también porque hay sitios a los que no se puede regresar. Antes era fácil, con ayuda de la gente, pero ahora desgraciadamente están tomados por la delincuencia y por los narcotraficantes. Hoy pienso que esta ciudad está tomada por los riesgos y por el miedo de sufrir el peligro que acecha, es de lamentar”.
Sin embargo, subrayó: ”Hay que decir una cosa en defensa de la literatura, del periodismo, de la televisión, de la radio, muchas de las ciudades que ustedes y yo conocimos, vivimos, recorrimos, amamos y en las que dejamos nuestra huellas: ya solamente existen en la palabra escrita, qué bueno, que la palabra no muera, ¿no creen?”
Durante la charla, Cristina Pacheco reveló que siempre quiso ser periodista, (aunque también maestra o jardinera) para contar historias y lo que veía en la calle, por eso cuando empezó a publicar lo hizo como hombre.
“Tuve que dar mi brazo a torcer tres años y me convertí en hombre a sugerencia de ‘Nikito Nipongo’ (Raúl Prieto Río), quien me dijo: ‘Para evitarse problemas por los temas que usted trata, porque no son temas que tratan las mujeres, si usted firma como mujer, nadie la va a leer’. Yo hablaba de cosas de mi barrio, de Tacuba, contaba historias de matanceros, prostitutas, ladrones y fue cuando me puse Juan Ángel Real. Y ser hombre me dio una libertad total y absoluta que disfruté mucho”.
La escritora recordó sus inicios en la Revista de la Universidad pero como secretaria. A escritores como Juan Rulfo, Carlos Fuentes y, claro, José Emilio Pacheco, que iban a dejar sus textos para que “yo los pasara a limpio; José Emilio era el único que me decía ‘señorita’. Siempre fue muy cortés y muy amable conmigo. Aprendí mucho de oírlos conversar porque eran formidables y yo hacía buen café”.
Género fascinante
José Luis Martínez S. le preguntó: ¿Qué es para usted la entrevista?
“Es un género absolutamente fascinante por una razón, porque es un viaje. Cada vez que hago una entrevista yo emprendo un crucero, una travesía, hasta donde se encuentra esa persona. Es mi objetivo y descubres cosas increíbles, son lecciones de vida de todos los días, aprendes mucho de todas las cosas”.
La Biblioteca CASUL integró los libros de Cristina Pacheco a la Colección Vindictas, junto a los de las escritoras Margo Glantz y Elena Poniatowska.
En la plática, Pacheco dijo de manera enfática que ella, en sus famosas entrevistas en la calle, nunca llega sintiéndose más que los demás.
“Yo no pienso que un periodista sea una persona superior a otros trabajadores. Me encanta la idea de pensar que soy un trabajador común y corriente que cuenta historias, como esos contadores de pueblo que abundan todavía y que alguien les da una moneda para que sigan contando, a lo mejor, la misma historia. Finalmente lo único que contamos, desde el nacimiento hasta la muerte y en medio, es ese maravilloso algo que es el amor. Pero claro que sí hay empatía con los entrevistados, porque en ningún momento llegas en plan de una periodista que va a analizar. Yo voy a escuchar lo que me cuentan, claro, yo busco mi camino, pero todo es espontáneo, natural, y es de tú a tú y es lo más bonito de esos encuentros”.
La periodista contó diferentes anécdotas, sus orígenes, su entrevista más complicada, la manera en la que se prepara y recordó a su querido José Emilio Pacheco, su esposo.
“Él nunca quiso ser mi maestro pero claro que aprendí mucho de él. La esposa de un escritor puede saber muchas cosas, pero la esposa de un poeta nunca llega a saber el misterio de la poesía. Yo puedo saber muchas cosas de José Emilio, como ensayista, cuentista, pero ¿qué sé de su poesía? Es un misterio que lo envuelve y es fascinante”.
En su mayoría, fueron recuerdos y parte de su vida, dedicada a contar historias que habitan en el mar de sus recuerdos y múltiples personajes que esperan su turno como en una estación de trenes.
La periodista y escritora respondió algunas preguntas del público:
¿Qué consejo le das a los jóvenes para ser feliz?
"Nunca hagas lo que no te apasione, lo que no quieres hacer. Para ser feliz hay que ser sincero, no ponerse máscaras, no traicionar lo que haces, lo que eres. No tengo una receta para ser feliz, pero soy feliz".
¿Cuál es el valor de la palabra?
"Nada, no hay nada más poderoso que la palabra. Decían que somos hijos de las estrellas. Yo creo que somos hijos de las palabras".
José Luis Martínez S. terminó la charla: “Cuántas vocaciones ha despertado, periodistas, escritores. Usted es un ejemplo de disciplina, de profesionalismo y un privilegio para todos nosotros escucharla. Es un privilegio que exista un personaje de este tamaño y de tal sencillez como usted. Muchas gracias por todo el cariño de tantos años”.
A lo que Cristina Pacheco no pudo resistirse y, como buena periodista, respondió: “Yo no soy un personaje. Y en todo caso la persona mide 1.50, entonces no es tan grande. Buenas noches”, lo que provocó aplausos. La gente se acercó a la periodista para saludarla, entregarle un regalo o decirle: “Gracias por tus historias y entrevistas”.
hc