En el corazón de Guadalajara, entre las calles Chiapas, Chihuahua y Coahuila, se alza la Parroquia de San Miguel de Mezquitán, una joya arquitectónica de 380 años de antigüedad que resguarda siglos de historia. No es solo un templo; es el alma de uno de los tres barrios más antiguos de la ciudad, un espacio que conserva la esencia de lo que alguna vez fue un pueblo indígena bajo la jurisdicción de Tonalá.
Mezquitán existió mucho antes de que Guadalajara encontrara su asiento definitivo. Fue testigo de los intentos fallidos de fundar la ciudad y, a lo largo de los siglos, se mantuvo como un sitio con identidad propia.
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¿Cuál es la historia de San Miguel de Mezquitán?
“Se caracterizó por su abundancia de agua, su tierra fértil para la ganadería y la agricultura. Además, los pobladores originales lograron conservar sus tierras, algo que incluso llegó a oídos de la Corona española y fallaron a su favor”, explica Samuel Gómez Luna, cronista de Guadalajara
El templo, con su amplio atrio, es un reflejo de la época en la que fue construido. Los indígenas no estaban acostumbrados a los cultos en espacios cerrados, por lo que los misioneros diseñaron iglesias con explanadas que les permitieran acercarse a la fe sin sentirse confinados. La arquitectura del lugar no solo servía como punto de reunión religiosa, sino que también funcionaba como un elemento de adoctrinamiento visual, con cada detalle pensado para transmitir un mensaje espiritual.
San Miguel Arcángel, patrono de la parroquia, no fue una elección al azar. Su presencia es clave, pues siempre se le consideró una figura protectora en momentos decisivos de la fundación de la ciudad: “Al igual que Santiago Matamoros, San Miguel Arcángel fue adoptado como patrono de GDL, una figura celestial que simbolizaba la defensa y el resguardo de la ciudad”
Hoy, Mezquitán es reconocido como uno de los 25 barrios tradicionales de GDL. Sus calles, su gente y su historia siguen vivas, esperando a quienes deseen recorrerlas y descubrir el legado que aún respiran sus muros centenarios.
¿Cómo se fundó Guadalajara?
El 14 de febrero de 1542 se fundó de forma definitiva Guadalajara en el Valle de Atemajac.
Desde ese entonces se cuenta con el registro de las familias que también la vinieron a fundar. Entre ellas, destaca el nombre de Doña Beatriz Hernández, esposa de Juan Sánchez de Olea, quien pasa a la posteridad por haber sido una mujer que no solamente venía a la nómina de conquistadores, sino por haber logrado algo impensable en ese momento.
"La leyenda dice que gracias a ella los hombres que estábamos de alguna forma cegados por lo que teníamos que hacer aprendimos a escuchar la voz femenina", dijo el cronista de la ciudad Samuel Gómez Luna Cortés.
Se registraron 63 personas en el padrón de esos primeros pobladores, sin embargo fueron 20 familias las que se establecieron e hicieron su vida por años en la ahora Perla Tapatía, de acuerdo con la doctora en Historia del Siglo XV y XVI por la Universidad de Burgos, en España, María Teresa de Guadalupe Ruiz Esparza.
Carlos V de Alemania y I de España concedió escudo de armas y título de ciudad por
cédulas reales expedidas por, el 8 de noviembre de 1539, cuando aún la puebla estaba asentada en Tlacotán.
SRN